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miércoles, 14 de diciembre de 2016

MI VIDA ES POESÍA


          Te busqué en el recuerdo del Universo, en el recuerdo de la historia y en el recuerdo de mis lunas. Te busqué en el cielo, te busqué entre mis infiernos y solo encontré deshechos.  Intenté recrear tu música pero aquellos acordes ya perdieron su melodía, intenté juntar versos perdidos  y nunca logré escribir un solo sentimiento.  Arranqué una por una aquellas hojas que un día fueron libro, embarré mis manos con sus viejas tintas y cuando mi corazón quiso leer su poesía, se arrugó mi alma al sentir tantos remordimientos.
            Tu distancia, abrió mis ojos porque en el amor cuando vive el rencor, muere la pasión. Y fue entonces que dejé que el Sol se adelantara a mis noches para que dejaran de existir, deje que el cielo brillara más que nunca, para no sentir tanta oscuridad, dejé que mi cuerpo vibrara en otros brazos para ya no sentir jamás tus temblores. Dejé de sudar porque mis poros recordaban tu piel, dejé de respirar la poesía del viento porque mis letras recordaban tu aliento y guardé mis labios en un rincón de mi alma para que tu tentación, jamás se atreviera a tocarlos.
            Arrastré mi soledad hasta el límite de mis sueños, alargué mis días hasta el último latido de mi corazón, detuve mis escritos hasta que la inspiración recitó sangre en sus tintas y cuando los espejos retrataron las ojeras de mi desidia, sentí una lágrima recorrer mi mejilla…Una lágrima que regaba esperanza, una lágrima que enraizaba un nuevo destino. Entonces alargué mi mano y le pedí unas migajas al amor, unas ansias a los deseos y fuego, a la perdida pasión.             
              Besé las aguas de mi mar, envolví mi cuerpo en su sal y renové mi espíritu en su fuerza. Dejé que los miedos se fueran entre sus olas, solté lastre y limpié los ojos de mi alma. Quise que el viento azotara mi corazón y descubrí que el cielo ya se lo había robado: Sus latidos eran nueva vida, su sangre era limpia y su color rebasaba el natural carmesí. Me sentí elegido, abrazado y acariciado. Era tanta la luz de las estrellas,  que reposó mi mirada. Era tanto el dolor que se fue, que descansó mi alma. Era tanta la ternura que sentía mi piel, que envidió la dimensión de los ángeles y fue tanto el amor sentido, que mi vida sin ti... Se convirtió en poesía.



              

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