Han pasado los años, de tiempo nos
hemos llenado, de arrugas y espacios en blanco, contando distancias y
escribiendo versos, que nadie nos ha explicado. Vivimos con las miradas
perdidas en el pasado, con el vientre de recuerdos preñado, con la memoria en
aquellas ilusiones que de niño soñábamos y que hoy vemos como se escurren,
entre los dedos de nuestras manos. Nos han regalado caricias, quizás las tuyas
diferentes a las mías, algunas queridas, otras necesitadas, pocas odiadas y
muchas, por el pecado reprimidas.
Pero ahora es distinto, junto
a mi tinto desnudas tu albedrío, pegada a mis leños sabes que en el frío no hay
paraíso, que mi regazo te respira ofrecido y que sigo perdido en tu fragancia
hasta el más profundo de los suspiros. Así te quiero, hermosa y madura, con tus
labios llenos de travesuras, inteligente y ardiente, sabia y diferente, con esa
mirada que no pregunta cuando en mis brazos, valiente te desnudas. Me cuentas
que del miedo has sido víctima, de un cariño vacío en sabiduría, también del
escalofrío cuando te afligía, del amor y sus espinas, de cada etapa de ajenas vidas
y de cada silencio que en soledad, de la esperanza era, una hermosa vigilia.
Cruzamos palabras, el sentimiento
nos acerca sin pausa, un pequeño temblor recorre nuestras espaldas, las manos
se abrazan, tu mirada habla y entre dientes es mi aliento el primero que te
ama. Se cae la copa, se eriza la alfombra, crepita el fuego en leñas
primorosas, un beso deshaces en mi boca, entre tus senos mi ternura se vuelve
loca, el cuerpo se moja y chorrean las ceras, despacito en sus gotas. Con dulce
cariño se abre el libro, un sentido escrito te penetra como destino, gime tu
alma, también mi sangre en su río, cada poro es querido, cada rincón por
nuestras salivas bendecido, te lleno de suspiros, me bebes como jugo maduro
recién exprimido, te toco en la memoria de todo lo permitido y sonríes la
blancura de tus ojos cuando en ti me desparramo vivo.
El silencio no es elegido, es la opción del
amor cuando es sentido, esa pausa que toma el alma cuando el pensamiento
descansa, el tiempo de un sueño cuando la imaginación lo para. Ven, una cama
nos espera, no te pediré traviesa, solo tierna, con el abrazo de tu mujer
entera, con esa piel envidia de la primavera, amada por este hombre que te
desea, ungida por mi amor de los pies a la cabeza y bebida sin pausa ni medida,
en cada gota de tu néctar.
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