https://publishers.propellerads.com/#/pub/auth/signUp?refId=Tilr HISTORIAS DE ITACA: noviembre 2017

miércoles, 29 de noviembre de 2017

POESÍA EN ROSA


                Encontré una rosa en mi jardín, fresca, de suaves pétalos y rojos reflejos.
                Imantada por el rocío de mi amanecer, resbalaba en silencio, hermosas gotas por su tallo.
               Al verme desplegó su terciopelo, al sentirme sonrió y cuando mi mano la tocó, una música gimió.

                  Ante ella arrodillé mi tiempo y le conté de mí, de la vida y de mis sentimientos.
                  Le retraté aquellos viejos amores y las cicatrices de sus heridas.
                  Abrí mi alma y le mostré con elegancia el vestido de mi soledad.

                  Despacito, acaricié su tierra y aquella humedad tentó mi corazón.
                  Tatué un beso en mis dedos y poco a poco lo fundí en sus raíces.
                   Acerqué mi cuerpo y me senté para que oliera mi vientre
                   La miré, le regalé el vaho de mi primer aliento y un pistilo sonrió.

                   Le hablé de ternura y sus espinas erizó
                   La respiré en todo su olor y de su polen me llenó
                   La poseí con mis ojos y de su pasto renegó
                   Leyó mi amor y conmigo partió.

                   Pasaron los años y poco a poco su vida secó
                   Su tallo se arrugó y la última espina lloró, me miró y su muerte suspiró.
                   El cielo abrió el libro de un amor, el prólogo estaba escrito y el último capítulo vivido
                   Se abrigó la rosa en su epílogo, el pétalo lloró y de rojo, un sentimiento por siempre se tatuó.



                  
                  

                 


                 

                 


                 

martes, 28 de noviembre de 2017

PERDONAR ES LIBERTAD.


                    Es muy difícil hablar cuando alguien solo quiere responder, es muy complicado preguntar cuando alguien solo quiere pensar, es complejidad cuando alguien esconde su respuesta y es verdad cuando alguien tiene la respuesta y la esconde en la perplejidad de la pregunta. Es vomitivo el narcisismo apoyado en  letra, anarquía la locura literaria y canción de cuna,  la falsa autoestima de la timidez. El verbo yace, una letra subyace y el anacronismo muere en la sinrazón de la palabra. Amo la seducción del verbo, la contorsión de una frase y la sensibilidad de una estrofa, porque quiero dentro el sentimiento de quien la escribe, la enredadera de sus memorias, el sentir de sus anhelos y el devengar de sus sueños. Te pregunto y la respuesta muestra un existencial vacío, te respondo y tu aliento explica tu nada, te muestro un ser escrito y desgarras a tiras el papel por el miedo a tus propios infiernos.
                   Muéstrate,  desnúdate y háblame. Deja que tu cuerpo me sude, que tus ojos me expresen y que tus dedos me señalen. Disculpa mi anoréxico amor y perdona mis días de soledad,  mis noches de húmeda Luna y las sábanas manchadas de tu recuerdo. Excúsame de tus fiestas de sociedad, de tus fantasías de oquedad y de las masturbaciones compulsivas de tus dedos en mi sueño. Te pedí un día, te necesité esa noche, deshiciste mis sentimientos, prometiste a mi espacio una caricia y después, reclamé al cielo por haberte conocido. La historia se escribió y el Gran Sabio por mi voz, habló:

                  “Y el paje fue rey, el vasallo terrateniente y el rico lamió la vasija del pobre. Una ley se fundió, el agua en vino se convirtió, una lengua vibró, una piel se erizó, nadaron los pies y la palabra resucitó sus letras. Y llegó la inflexión, la emoción, el éxtasis de una música, el dolor de un alma y el perdón de una historia. Pero el cielo no quiso, el viento fue arisco, el trueno enmudeció, el alma se encogió, tembló el tiempo, el pensamiento gritó, una perdida ansia suplicó, el escalofrío llegó, una Luna se desnudó, el primer cometa gimió y la última estrella,  escribió en luz la poesía de un perdón…y el poeta perdonó, se arrodilló y abrazó de nuevo el eco de tanta soledad: rebosó un tinto por las paredes de su copa, esperó la vela que su cera ardiera para escupirla y en la quietud del hombre, una blanca pared exhibió su frío para que la poseyera. A ella pegó su cuerpo y su piel enchinó el yeso, la música tocó y recordó lágrimas en aquellos viejos acordes, le pidió una provocación al cielo y una tentación a la Luna, un consejo al trueno y una excitación a la estrella más joven. La prosa discurrió suave, una letanía corrompió el perdón de su alma, la memoria de una mujer irrumpió y rasgó la seda de aquella soledad con la espada de sus infiernos. Y pensó el poeta que no podría hacer el amor a la música, que por mucho que fuera el deseo nadie se atrevería, que si abrazaba el primer viento nada sentiría y que ni siquiera aquella Luna, una caricia le prometía. Con furia deshizo su cama, le arrebató las sábanas a su almohada y de una mirada, su mesita de noche de recuerdos vació. Desgarró su ropa y de jirones y botones el suelo llenó. Desnudo abrió la ventana, gritó al cielo su pasión, a las sombras tanto deseo y al mar reclamó la densidad de su sal. Y fue entonces que su alma gimió, atrapó con sus manos el despeinado cabello, sintió, la naturaleza lo poseyó y el grito profundo de su orgasmo, atravesó el último confín del Universo conocido. El amor se hizo, fue natural, intenso y mágico. Lloró el poeta tanto clímax, escribió una tinta su fuerza y desde entonces el perdón se da desde el corazón. El hombre la dejó ir, arrodilló su ego y de nobleza se vistió, fue generoso y su alma sintió el amor natural, perdonó y ahora es libre.”


                 
              

                 

                  

domingo, 26 de noviembre de 2017

OLIENDO A CAFÉ...


                 Crece un acorde en el extraño silencio del universo, el frío sideral encoge sus temblores, gritan los cometas en cada resplandor y mil estrellas relatan su epopeya en la maravillosa lluvia de sus cuerpos. Enrojece su manto la Luna, prepara el poeta sus tintas, el cielo expande su noche y un gemido grita su libertad.
                 Siempre despacito, oliendo ternuras, con elegancia aprendida y escribiendo cada verso como si fuera el último. La caricia exalta el método, el beso funde saliva en piel y la mirada penetra el alma. Viaja el exquisito placer por la frontera de los sentidos, enchina el vello su roce y se pudre el pecado entre los miedos de una educada represión sexual.
                 Transpira piel, abre tu poro y deja que entre mi caricia. Cierra los ojos y deja que te abrace mi sueño, humedece tus labios porque mi beso los desea, arquea tu espalda para que mi ternura te posea, exhálame profundo porque en ti quiero amar y regálame tu más preciosa mirada, porque en mi alma de colores se llenará. Pégate a mí y dibujaremos un silencio entre los cuerpos, un mar entre nuestros temblores y un poema que nade en nuestros sudores. Crece la intensidad, germina el deseo, la contorsión baila sedas y los alientos ya suspiran el calor de la excitación. Camina despacito la palabra y fluye la melodía, el lamido escucha su mejilla, el cabello eriza viento y la saliva hierve en cada lengua. Se desparrama fundido el dulce chocolate, una fresa posa elegancia entre natas y un viejo champagne encela sus burbujas entre tus pechos. Un satín sonroja su estampa, la Luna desvanece su velo y las humedades preparan su aquelarre: cruje leños de pasión una fogata, se abre el placer, vive un rico cosquilleo, se aprietan los muslos, la brasa envenena, el humo transporta y una exquisita sensibilidad, ejecuta la perfección de un baile de sentidos. Los dos somos uno, el abrazo engulle, el cuello exalta sus venas, las bocas se abren y el suspiro excita su aliento, fuerza y ternura, pausa y cadencia, desesperación y calma. Vibra el espacio y calla el tiempo, la emoción imagina más y más, un óleo derrite sus aceites y la tersa vela chorrea sus ceras por doquier. Gritan los cuerpos, los pezones endurecen su estirpe, crece intenso el vigor, jadea el oxígeno y late sangre la mirada. Me pides dentro y quiero sentirme pleno, me deseas intenso y quiero sentirte llena, me das más y la penetración funde, gimes y el cariño llora su clímax, gimo y el orgasmo alcanza su éxtasis,  te regalo amor y me das cielo, te doy un verso y escribes la más bella poesía, te doy un beso de buenos días… y amanecemos oliendo a café.



         

          

sábado, 25 de noviembre de 2017

OTOÑO EN SOLEDAD.

OTOÑO EN SOLEDAD


         Camina el otoño entre las veredas del nuevo frío
         Desprecia sus hojas y se cubre de ocres colores
         Llora una tiniebla por no mantener su mirada
         Y desde su garganta, ruge temeroso el silbido de un viento del norte.
  
          Pestañea una tristeza al sentir su noche preñada, el cielo roba a la Luna su cera y prende sus velas, grita el poeta su melancolía y un lobo busca en su montaña el aullido final de un silencio anunciado.

          Pierde el abrazo sus manos, el dedo su caricia y la mirada la ternura del alma. Se agrietan los labios y arden sus comisuras, esconde su rubor una mejilla y esboza una pálida sonrisa la dulce nostalgia.

          El atajo toma su forma, el miedo vibra y las huellas se pintan, pisando piedras. El bosque es profundo y oscuro, el musgo duerme sentimiento, el hongo alucina su humedad y el vacío desgarra sus escalofríos hasta las vísceras del vientre.

          La piel forma su coraza, una por una en cada poro se pega una escama, el pensamiento busca una luz y solo encuentra castigados recuerdos, se desbarata la conciencia, el corazón late despacio y el alma enreda su espíritu en la telaraña de la profunda depresión.

          Cae el hombre, sucumbe el sueño y muere la ilusión
          Duerme frío el anhelo, un ansia gime y la soledad respira
          Se prende solo el cigarro y resbala en la copa un agrio tinto
          Apaga la vieja vela su cera y llora el poeta su vergüenza.




         
         

       

viernes, 24 de noviembre de 2017

HOLA, ¿COMO ESTÁS?

ADÓPTAME

EN LAS PUERTAS DEL CIELO

MI POESÍA EN TU LIENZO

MUJER DE CARAMELO

POESIA EN PIEL

HOLA, ¿COMO ESTÁS?...


            Hola, ¿Cómo estás?

            Hoy amanecí pensando en ti y de pronto una ventana se abrió.

            Un amable rocío se apoderó de mí y la nostalgia devino sentimiento, la música tu recuerdo y una caricia de viento recorrió mi piel hasta el profundo escalofrío. De frío sudor empapé mi cama, de tu olor mi almohada y de tu seda mis sábanas.

            Hoy amanecí pensando en ti y sentí al cielo abrir su color.

            Pinte tu sonrisa en una nube, tus ojos en el horizonte y tu pelo en mi mar. Con el pincel de mis labios sequé aquellas lágrimas que explicaron aquel suspiro, aquel adiós que atravesó mi alma y aquella postrera mirada que lloró mi destino. Con el lápiz de mi tristeza, solo dibujé la sombra de un grito, un grito sin letras, un grito de rabia.

            Hoy amanecí pensando en ti y vi mi corazón latir en tu mano.

            Vibró fuerte un abrazo en la imaginación, un anhelo deseado y la promesa de un “hasta luego” que jamás se cumplió. Caminó despacito esa sensación de vacío, de sueños rotos y melancólica espera. Viajaste en el miedo y el infierno quemó sus azufres en el vientre del profundo desamor.

           Hoy amanecí pensando en ti y leí mi libro en tu regazo.

           Y cada página hablaba de ti, de mí y de los dos. Cada verso era una oda de amor y en cada estrofa salpicaba una pasión, nacían hermosas palabras y nuestras músicas bailaban solas en el abrazo de la seducción. De él fuiste prólogo y capítulo, de él fui tilde y rima, de él tu partida fue epílogo.

          Hoy amanecí pensando en ti, el alma se encogió y mi corazón lloró

          Despuntó el nuevo día, un sueño se desvaneció y una ilusión me regeneró: el cielo escribió una imagen en mis ojos, un verso a punto de ser poesía, una caricia a punto de ser tocada y un sentimiento a punto de ser sentido. El destino me vistió con su ternura, el cielo cambió su color y cada nube se disfrazó de Luna, el horizonte se despegó de su mar y por fin el sordo  trueno se divorció del relámpago.

         Hoy amanecí pensando en ti…pensando en el placer de mi libertad.




          

            

domingo, 19 de noviembre de 2017

APARIENCIA CONSENTIDA.


                  ¡Huíste! Trepaste tu vida sobre la línea roja de un surreal caparazón, te disfrazaste de apariencia y le compraste una máscara a la oscuridad. Caminaste sobre un alambre mientras sus púas sangraban tus huellas, cambiaste de piel, escondiste tu mirada y cuando un dedo logró tocar tus labios lo quemaste con la hiel de tus comisuras. En la virtualidad encontraste un desahogo, en el secreto una conquista y en aquella foto, una imagen que dibujó la última mentira de tu alma. En tu osadía propagaste el engaño, en tu falsa miel provocaste tentación, en tus copiados versos una ilusión y en tu pesadilla, sembraste ajenos sueños que dormían cada noche en la utopía de tu Luna.

                   Pero un día aquel hombre se atrevió y te cazó. El mar cruzó, un viento desafió y cien consejos desechó. De viejo desaliñado y cojo se vistió, compró un bastón unas gafas y un perro, en tu portal esperó y al ver que el tiempo en su contra apostaba, sentó un deseo en aquel parque, en un banco a la sombra del gran sauce llorón y a un lado de la quimera del último aquelarre de una pasión anunciada.

                   Una y otra vez repetía la impertinente nube su tormenta mientras el trueno se apiadaba de aquel pobre hombre. De mirada perdida y agrietados labios, solo esperaba que el espejismo de tu atracción  se mostrara contundente en aquel tradicional balcón. Las manecillas marcaban minuto a minuto su prisa mientras que sus latidos arañaban los segundos perdidos en cada gota de sangre. El portal abrió su puerta, tu moño de los lunes espantó aire mientras una absorta mirada, te leía, te pensaba y te imaginaba. Con normalidad, tiraste la basura, miraste el teléfono, recogiste de la calle un pequeño papel de ajena desidia, miraste tu buzón y cerraste la `puerta.

                    Sorprendido aquel hombre se llenó de preguntas, inquietudes y malos pensamientos. Imaginó su irreal apariencia en un espejo y comprendió una inmadurez que jamás había abrazado, una inseguridad que no tenía porque mostrar y una mentira que no tenía que prolongar. Él era como era y así se presentaría, pero presintió que algo andaba mal: ella no era la de aquella foto, su apariencia distaba mucho de la que cada noche dibujaba en sus sueños y tanta elegancia escrita, no correspondía a ese tipo de alma. Decidió tocar aquella puerta y así lo hizo.

                     Tocó vehemente el bastón la madera, las gafas perdían oscuridad y el perro sentado en aquel portal,  solo miraba el desenlace de aquel cuento. Por fin decidió salir y de frente olió la vergüenza de la sutil hipocresía: demacrada imagen sumergida en los dedos de sus propios infiernos, piel escamada de miedos y consentida soledad en el refugio de un profundo desamor. Y aquel hombre tuvo que hablar, tiró su bastón, plegó sus gafas y dejó correr al perro que terco en su averiguación,  siguió sentado en aquel surrealismo.

                     Penetró dura la mirada, los dientes apretaron labios, se preguntó y se respondió, reclamó y sumiso asintió, exclamó y lanzó su mano a la conquista. Dejó que sus uñas afilaran el desafío, poco a poco en tu cara las posó y lento rasguñó, rasgó y te humilló: la miel en costra se convirtió, tus lágrimas chorrearon cera, un temblor vibró y una comisura en tu labio se abrió. De tu mirada la tristeza arrancó, de tu piel cada escama quitó y entre sus manos ese moño de los lunes se desintegró.

                     La palabra silenció su voz porque en tu corazón una canción estaba naciendo, el ruido era intenso, el acorde perverso, el pentagrama lleno y la melodía, dulce cielo abrigando ternura de Luna. Cayó tu máscara, tu blusa, el sostén que escondía tus hermosos pechos, tu pantalón, tus bragas y el silencio de tanta hipocresía. Se rompió el espejo, los enanos crecieron, el horizonte se despegó de su mar, se abrió tu alma y en ella sus labios te absorbieron. Nunca por tus versos  preguntó, jamás tocó un pixel de tu autoestima pero en sus brazos nació lo que ahora eres, una poesía de amor, una melodía escrita por la ternura y una mujer que no necesita ninguna apariencia para explicar lo que siente, lo que es y lo que ama.


                     Aquel hombre cumplió el sueño de conocer el verso de esa poesía que noche tras noche excitaba su Luna y tú, rompiste por siempre con la tristeza, con el miedo, con tu inseguridad y  con tu apariencia, una apariencia consentida.


sábado, 18 de noviembre de 2017

VEN Y HABLEMOS...


               Ven y hablemos de nuestro amor, de cómo escriben tus besos, de cómo sientes mis caricias, de cómo se pegan tus pechos en mi piel y de cómo convertimos un silencio, en dulce gemido. Hablemos de ti y de mi, de tus lágrimas cuando recorren mi mejilla, de mi sonrisa cuando queda tatuada en tus dientes, de tus cabellos cuando entrelazan mis manos y de tus sueños cuando los visto de ilusión.
              Que no queden en palabras nuestros sentimientos, en verso nuestro deseo y en promesa lo que por ti yo siento. Necesito tu complicidad, estar cerca del brillo de tu mirada y sentirte tan cerca de mi corazón que cuando te vistas de mar sea capaz de ser el viento que te enchina, que cuando enceles el reflejo de mi Luna solo tenga ojos para ti y que cuando te empapes con mi rocío, el primer gemido sea el de mi alma.
              Ven y hablemos, dibujemos un nuevo amanecer, ese amanecer que nunca respira soledad, en el que la lluvia duerme en nubes de viejas nostalgias, en el que mi locura te viste de sedas y transparencias, en el que tus labios se pintan en mi taza de café y en el que el deseo se deshace despacito entre nuestras sábanas.
              Que se abra el libro del amor, que los latidos corran, que el beso suspire labios en cada rincón de `piel y que nuestras miradas se cierren en el profundo sentir. Escúchame porque ya mis tintas nadan en sudor, un sentimiento está creciendo, la música compone seducción y tu desnudez ya posee mi corazón. Tócame despacito que tu calor abrió mi alma y en sus papilas relame fuerte pasión, el profundo deseo por tu amor.
             Ven y hablemos, inventemos cada noche, cada Luna y cada momento. Descubramos que una rosa tiene mil pétalos, que un aliento se puede abrazar, que un beso penetra su lujuria hasta la garganta  y que cada una de tus caricias roba ternura de los ángeles antes de recorrer mi piel. Ven y hablemos porque el tiempo nos regala un espacio, la vida una oportunidad y el amor, un lazo eterno de libertad. Ven y hablemos porque en cada una de tus pisadas pinté mis huellas, en cada uno de tus besos dibujé mis labios y en cada una de tus caricias, escribí deseo en mi piel. Ven y hablemos porque el añejo tinto ya descuelga sus gotas en nuestras copas y la pureza del fuego ya crispa entre secos leños. Ven y hablemos de amor, de cómo se hace, de cómo se siente y de cómo se sufre…Ven y hablemos de nosotros dos.


           

              

EL MERCADER DE SENTIMIENTOS


                 Como cada otoño, dispuso el mercader su mesa. Deslizó el largo mantel cual aviso de una prometida elegancia y puso un candelabro en cada una de sus esquinas. Los vistió de rojas y blancas velas, de la brasa de un viejo leño sacó fuego, una por una las prendió y dejó que la sutileza de sus flamas crearan el obligado ambiente.  Un extraño frío afiló su aire y aquel viejo hombre, abrigó de una ajena piel su espalda. Árboles sin hojas y gris cielo, un río bajando en silencio sus piedras y nieve fotografiada en lejanas montañas. Sentó su cansancio y esperó.

                 El tímido Sol se atrevió y poco a poco un horizonte se reflejó en su espejo, un gran espejo a un lado de aquella vacía mesa.  Puso el incipiente día sus aceras y de ciegas farolas las llenó. Algunas fachadas vibraban sus pinturas y otras las lloraban. Algún portal se quejaba y otros barrían con esmero una querida soledad. Una ventana se medio abría empapada en helado rocío, otra bajaba su persiana y muchas lamentaban el constante acoso del impertinente polvo. Ya el sereno guardaba sus llaves cuando un elegante caballo detenía su medieval caballero en frente de la mesa de aquel mercader.  La respuesta no se hizo esperar:

-          Aquí no hay nada para usted mi distinguido amigo.
       No se inmutó y con detenida atención observó aquella mesa. Vacío sobre el blanco mantel, cansadas velas goteaban de color rojo y blanco, un mercader sin nada que vender y una triste mirada clavada en su apariencia.
-          Le dije que no tengo nada para usted amigo. No pierda su tiempo y no me haga perder el mío. Lo único que hay aquí son sentimientos, pero ya todos los vendí y solo me queda esta enorme tristeza.
Atónito el caballero acicaló su bigote, después la perilla y habló.
-          Quiero comprar su tristeza.
-          ¿Qué le hace pensar que la quiero vender?
-          Usted ya no puede con ella. Es demasiado grande. Y yo la necesito.
-          Es muy valiosa. No se la venderé. Ya es parte de mí.
-          Se la cambio por mi caballo. Es un pura sangre de realeza extranjera.
-          No
-          Tome mi mano
        Con sumo respeto aquel mercader tomó la mano de aquel gentil caballero y sintió una gran aspereza caminar por su piel, un sudor gélido se apoderó de su alma y mirando aquellos inertes ojos, le preguntó.
-           Con el debido respeto… ¿Por qué necesita tanta tristeza?
-          Porque necesito valorar tanta alegría, tanta felicidad y tanta dicha.
-          Pero entonces…
               Aquel gentil caballero no lo dejó terminar…
                 -     En cualquier momento mi alma extenderá su mano, el tiempo una lágrima me regalará y partirá. Veré el cielo del que nací, el viento del que un día me enamoré, aquella nube que de sonrisas mojó mi tierra y acariciaré las plumas de aquella águila que en su vuelo me llenó de paz. Renovaré el compromiso con la vida y dejaré que el verso se escriba sólo, más allá de la muerte.  Pero no lo haré sin haber conocido la tristeza, la profunda tristeza que usted tiene.
-          ¿Nos conocemos?
Asintió el caballero y no dio más información.
Puso el pie en aquel estribo, acarició su caballo y se marchó.
-          ¡Vaya usted con Dios! (gritó con educación el mercader)
El caballero con un gentil ademán contestó.
      Aquel mercader atesoró mucho tiempo aquel sentimiento. Fue una dura compra  que por años dio sentido a su vida. Todos los días aquel hombre su vacía mesa montaba. Sus candelabros, sus velas y el crujir de una fogata escribían la tristeza de una vida que jamás vendería porque cuanto más profunda, más amaba su felicidad cuando la tenía.
      Tres otoños después aquel gentil caballero pasó por enfrente, el mercader lo sintió desde antes y en medio de su camino se atravesó.
-          Disculpe amigo…
       Sus palabras temblaron. Aquel caballero era un quejido de vida encima de un caballo, su apariencia afable se había desdibujado en mil pedazos, su elegancia pintaba costras de un mal parido destino y su mirada, ni ojos tenía.
-          ¡Por Dios Señor! ¿Qué ha hecho con su vida?
-          Hace diez otoños, escondí sentada mi alma en aquel portal mientras a usted observaba. Lo vi cruzar este enorme espejo y lo seguí.
-          ¡Claro! Ahora lo recuerdo… ¡Usted me vendió esta enorme tristeza!
-          Lo seguí hasta aquella plaza, una plaza donde los sentimientos de miles de personas eran subastados. Gente de almas tristes y otras con corazones rebosantes de generosidad; personas que como yo, nos desprendimos de sentimientos que no queríamos en nuestras vidas, pero no entendíamos que esos sentimientos se complementan y que para tener alegría también hay que sufrir tristezas porque sino, en el camino esa alegría deja de tener significado, se convierte en rutina y tu vida deja de tener sentido.
-          ¡Qué bien habla usted mi gentil caballero! ¡Venga acompáñeme!

       Y aquellos dos hombres cruzaron una vez más aquel espejo: el moribundo caballero acicalaba tembloroso su incipiente barba y el mercader angustiado por su amigo, temblaba sus pasos en cada respiración. Llegaron a la plaza y un viejo sabio explicaba con verbal intensidad sus enseñanzas. Seguido con suma atención por los más jóvenes, hizo una pausa y con un sutil ademán, invitó al gentil y al mercader a sentarse junto a él. Y el sabio prosiguió:

               “Al principio ni el vacío existía. Sentado, un viejo silencio respiraba su aliento. El espacio era intención y el tiempo una ilusión. Despacito latía una energía en la nada, una energía pura y eterna. El silenció la poseyó y poquito a poquito en su regazo, dormida se quedó: empezó a imaginar y en cada caricia del silencio un nuevo sueño la penetró, se emocionó, lloró, tembló, sonrió y empezó a crear, a crear, a crear…
                 Creó todo lo que sentía, lo que en su sueño vivía y lo que su gran poder de sugestión le permitía. Sintió el silencio el profundo escalofrío de la primera creación, vibró potente la energía y ocurrió la gran explosión, el Big Bang creador, el todo imaginado y la gran expansión de aquellos sueños. Y esto es lo que somos, una pequeña parte de los sueños de una energía pura y eterna.”

                 Una vez terminado, se dirigió al gentil caballero y con tierna mirada le habló.

-          Usted también es parte de ese gran sueño, un sueño Universal, un sueño donde los colores de las emociones pintan los más profundos sentimientos, donde las caricias no se explican sino que están y donde la tristeza vive con la felicidad, la generosidad con la envidia, el odio con el amor, la pobreza del espíritu con la riqueza del alma y la ilusión con la depresión. Porque sin uno no existiría el otro. Usted vendió su tristeza y jamás pudo explicar su felicidad porque nunca la sintió. Es menester que los sentimientos convivan y así tomen su exacto valor, es menester que se complementen y así poderlos sentir en su intensidad…Es menester que ambos estén en el sueño y así poderlos explicar.

                Y dirigiéndose al mercader, le ordenó devolver aquella gran tristeza al gentil caballero y seguidamente sentenció:

-          Cruce el espejo y no se asuste: se romperá en mil pedazos y ya no podrá volver. Ahora será feliz, pues sentirá tristeza, una lágrima caerá por su mejilla y sabrá sentirla, un escalofrío recorrerá su espalda y podrá dibujar un sentimiento, su energía se regenerará y la próxima vez que se atreva a soñar, explicará la felicidad que por siempre ha tenido y que nunca ha sentido.

                Y así lo hizo aquel gentil caballero. El espejo se rompió en mil pedazos y por siempre comprendió que para sentir algo, debes haber sentido su cara oscura, que para gozar, antes hay que sufrir, que para ganar, antes hay que luchar y que para vivir, a veces hay que morir.


              


viernes, 17 de noviembre de 2017

SIN PRISA, SIN PAUSA Y SIN ROPA


                      Amaneció amargo el café, con olor a tierra y escondido en la desnudez de una taza. Mi ventana se abrigó de rocío mientras un viejo Sol despuntaba su calor, abría una sábana su timidez y un pensamiento caminaba impertinente de sien a sien. Le pedí a mi mano una caricia y solo pudo despeinar aún más mis cabellos, solicité clemencia al espejo y un diferente olor a mi sudor, el tiempo de reojo me miró, el aire pesó su consistencia y despacito la garganta tragó mi saliva.

                     El café evaporó su calor, el último sorbo no era opción, la rutina espera sola y sabia, los dedos enredan llaves, abre mi puerta su intimidad y camina mi sombra entre tantas,  por las columnas de un conquistado asfalto. Endurece su caparazón el alma y una enredadera la trepa, el corazón late costumbre y un musgo de sangre lo envuelve, la música abandona su melodía y adopta el metálico grito de la impotencia consentida. Van las ruedas y vienen los pies, canta una sirena y se prende rojo un semáforo, corre el ladrón de un pan y el policía lo reprime con su tanque, el oxígeno se reparte y la Tierra medio vive.

                     El pobre poeta sube al metro, empujones, jalones y tirones. Angustiado el hierro  cierra sus puertas, todo se mueve: el aire, cien alientos, traseros que vibran y otros sientan cansancio, a su derecha una blusa tiene frío y eriza sus naturales botones, se aferra una mano al acero y otra se funde en un abrazo con su antibacterial, una voz anuncia la próxima estación y los cuerpos toman sus decisiones. Se abren las puertas, salen, entran, empujan, soban, el masaje no es anunciado, una mano se equivoca de bolsillo y una cartera grita,  las miradas llenan sus reojos, el olor roba perfumes y el sudor llora compungido su pudor. El pobre poeta reflexiona, pone su mente en blanco y mira al vacío imposible, quiere escuchar ese latido de alguien diferente, ese gemido que explique por lo menos un verso, esa pequeña tilde que le dé una esperanza de amar…Esa parada de estación que abra de una vez,  las sábanas de su timidez.

                     Y el metro abre su gran boca, engulle sombras y a otras, solo las deja ir. En sus paredes los dibujos escriben leyendas, un afilado carbón pinta deseos y una guitarra, acaricia con sus acordes los dedos de una belleza. El poeta embelesa su placer en aquellos ojos color miel, el escote es infinito y un dorado castaño resbala cabellos bajo un sombrero a la moda. Un hombre de abrigo y bastón deja caer unas monedas, el poeta sonríe, la belleza mira y recita con seductora pausa  los acordes de un sentimiento. Arde temerosa una complicidad, las sombras van y vienen, nadie detiene su prisa, el poeta respira profundo y atreve una mano, la belleza sonríe y seduce con un pícaro beso de aire. Calla sus acordes, tiemblan los dedos, el poeta habla:”deja que tu alma toque porque le pediré a la mía que escriba”. Y la belleza contesta:”Mi alma está desnuda, la música abriga su frío y si en ella escribes, no me lastimes”.

                    No discutieron las miradas, iniciaron el camino, un silencio los envolvió en su neblina y viajaron a la eternidad. Cruzaron siete cielos y en cada horizonte se olieron, nadaron mares y conquistaron las más altas montañas, en sus nieves curtieron piel, en sus ríos mojaron labios y en verdes valles posaron huellas y anhelos. El poeta escribía en su Luna y la belleza contagiaba estrellas con sus acordes.

                   El abstracto silencio rompió su monotonía, las miradas hablaron, se postró solícito el portal y el poeta la invitó a entrar. Asintió con prudencia la belleza y aquella puerta se abrió todavía con el olor de un café en su amanecer. Cálido ambiente, un deseo que respira prisa, descansa la guitarra en el primer sillón y junto a ella caen sordas unas llaves. Tiembla el poeta su timidez, ella lo enfrenta mientras una mano desabrocha despacito su blusa, se acercan los labios, el poeta duda, su perfume seduce y la tentación vibra. Siente profundo el primer beso, una garganta traga y quiere más, los músculos se tensan, se pierde el abrazo de una mano entre sus cabellos, cae la blusa, la camisa desgarra seda por doquier, se pegan las pieles, el sudor grita y un alma se abre y empieza a escribir sobre su cuerpo. Corren los sentimientos, caminan despacito las caricias, brincan besos de rincón a rincón, la contorsión es intensa, cada suspiro es más seducción, las sábanas deshacen solidez y muestran satinadas arrugas en el suelo, la desnudez brilla y un gemido muestra su lágrima: un alma se abre y despacito compone el éxtasis de una música, el clímax de un acorde de pasión y la profunda excitación de la pasión por un deseo.

             El poeta escribió y la belleza tocó, sin pluma ni guitarra, sin miedos ni timideces, sin prisa, sin pausa y sin ropa.
                  


                     

                   
                   

              

jueves, 16 de noviembre de 2017

ADÓPTAME



                    Escúchame porque hace tiempo vengo siguiéndote
                    En cada pared y en cada árbol marco territorio y ni cuenta te has dado.
                    Siempre a tu lado, he lamido lágrimas y envestido tristezas
                    Porque nunca olvido ese cuenco de agua que para mí, amanece cada día en tu portal.
                   
                    Fijas la mirada en tinieblas que no escriben tu valía
                    Buscas un ápice de ternura en las piedras del hielo
                    Imaginas una caricia, tu piel grita el deseo y enmudece el tiempo
                    Sueñas en soledad, sonríes almohadas y abrazas entre puños tus sábanas.

                    Caminas rápido entre enredaderas, vacíos y añejos tintos
                    Descubres frío en tus noches y apariencias que explican tus días
                    Tus ojos ya no expresan, tus labios no escriben besos y tu alma calla.
                    Trabajas, respiras y como siempre a la misma hora, barres el portal de tu casa.

                                                      ADÓPTAME

                    Explícame tu vida que yo te contaré de mi soledad
                    Háblame de tu casa que yo te dibujaré mis calles
                    Dime qué comes y te pintaré mis sucios pedazos de pan
                    Respírame  profundo que yo con mi lenguita te llenaré de caricias.

                    Contigo lloraré y cuando te sientas solo ahí estaré
                    Seré tu amigo, tu “hola”, quien acompañe tu café y tus “buenos días”
                    Abrazaré tus noches y cuando escribas, en silencio te miraré
                    Te acompañaré en tu vida y te seré fiel hasta mi muerte.

                                                     POR    FAVOR
                                                      ADÓPTAME




                   

                   

                    
                    

                   

                   

            

martes, 14 de noviembre de 2017

LA ERÓTICA NOSTALGIA DE UN DESEO.


                      Llora un miedo porque no tiene un regazo, vibra tímido un temblor porque no tiene piel, mastica saliva una boca porque no encuentra el beso y resbala una lágrima la tristeza porque la poseyó un recuerdo. Grita el puño porque no tiene una mano que lo apriete, rasguña fango un pie porque no encuentra su huella y un cuerpo se deshace en sudor, porque el deseo es más intenso que la distancia.

                      Y brota un sentimiento, el más fuerte, el más alto y el más rápido. El ansia que retrata pasión, el incansable querer del profundo abrazo, la cristalina penetración de una mirada y el romántico perfume de un alma encelada. Nace una osadía, emerge seductor el calor de una tentación y dejas que la piel contorsione ese sabor a saliva de caramelo.

                      Sientes la fiebre del pecado, el verso escondido de aquella poesía que excita tus sentidos, el gemido de un aliento atravesando tus sienes, la ternura acariciando tu espalda y los primeros acordes de aquella erótica melodía, que una noche explicó por vez primera tus humedades... Y quieres atreverte y tus ojos cierras, imaginas intenso ese deseo y a él te abrazas en el silencio de tu soledad. Desnudas tu cuerpo, empiezas a tocarte, emana sentimiento la caricia y la piel enchina cada uno de sus poros para ser amada. Camina la mano entre tus pechos y erizas placer en tus pezones, resbalan los dedos por tu cuerpo y redondean de miel tu ombligo, la emoción suaviza el primer quejido y el deseo ya besa labios de ternura. Se abre la boca de la pasión, tu lengua moja labios y la blancura de tus dientes los aprieta más y más. El momento es imaginación, el sueño te toca, el latido seduce y una suave melodía humedece con jarabe de vainillas tus dedos.

                      El dulce ambiente te abriga, las ceras chorrean en rojo, respiras profunda, exhalas destellos de alma y el instante llega: viaja tu mano al edén de tu mar, tus dedos se juntan, emerge duro el clítoris del amor, lo frotas suave, tierno, en silencio, sintiendo, abrazándote y amándote como quizás nadie jamás te escribió. Entras en la intimidad de tus humedades, en el clímax de tu cielo, en el olor de tu sudor y en el cáliz de tu profundo deseo. Las piernas se tensan, tus pies estiran un escalofrío, la espalda se arquea, los cabellos se desvanecen,  la contorsión grita, tu garganta te exhala toda, respira el suspiro y una sensación de máxima excitación recorre cada rinconcito de tu cuerpo. Sientes que llega, que te abraza, que te posee y te mira en el vaivén de su penetración. El deseo te alcanza en la plenitud de mujer, tu cuerpo se expande y el sueño te mima. Aprietas muslos, el aire encoge espacio, el tiempo calla y la profunda pasión abre una poesía; saltan rimas y versos, juglares y hadas, el sentimiento se desborda en intenso placer, bailan comas y tildes, la belleza pinta mar, un grito comparte boca, el orgasmo gime y el ocaso dibuja en oro, la erótica nostalgia de un deseo.


                  

                     

lunes, 13 de noviembre de 2017

A LA VENTA EN AMAZON.COM




A LA VENTA EN AMAZON.COM


LA LIBERTAD SIEMPRE VENCE


                                  Escribo en silencio un profundo sentimiento, leo en el cielo el espejo de mi mar y despacito pongo una tilde en el primer escalofrío de mi alma. Escucho el grito de mi país cuando la intolerancia enjuicia sus libertades, recito en letras cada latido que emana mi tierra y cuando la reflexión llega, escondo miedos en los sueños de mis ilusiones. Se desbarata la rima y se convierte en cuento, llora triste una leyenda porque se transformó en historia y cuando la poesía recoge tintas escribo uno por uno, los gemidos de mi alma.

                                  ¡Yo pago la última!, gritó el infierno y un nervioso congreso sentó sus diputados. El susurro equilibró idiotez, sonó el martillo en la tribuna, un papel desordenado en letras temblaba, una boca escupía palabras y  un pensamiento se quejaba por no haberlas razonado. El tiempo pedía su pausa, un espacio caminar su aire y unos ojos a medio cerrar se atenazaban con fuerza al ronquido de un sueño. El surrealismo fue el primero en tomar esa última copa y ante los ojos de todos pintó con sus óleos, el dulce deceso de una democracia que quizás jamás fue.

                                 Y se levantó el dictador, pajes y reyes le arrodillaron pleitesía y el conjuro tomó forma de gran brujo. Se constituyó en constitución, de ella se disfrazó y sobre su cubierta  se peinó. Ya los artículos eran botones, los versículos lentejuelas y las leyes, jirones de lino y viejo tergal. Caminó calles y ordenó silencio a las aceras, sumisión a las farolas y olvido a las vivas piedras de cada fachada. Pidió a sus pajes cambiar el color del cielo, a los reyes pulir sus tanques y a sus vasallos, limpiar con esmero cada detalle que oliera a rebelión.

                                 Pasó el tiempo. Salió un día de palacio y estupefacto vió que las aceras hablaban, las farolas brillaban más limpias que nunca y que las piedras de aquellas fachadas recordaban, escribían y leían una y otra vez, sus propias memorias. Entró en cólera y arrancó aquellos botones que colgaban entre jirones de lino y viejo tergal, desnudó a medio pueblo, confeccionó una blanca túnica y en Senado se transformó. Compró los mejores jueces, comió con los mejores letrados, deshizo y compuso viejos artículos a su antojo, relamió cien veces su maltrecha barba y cuando la vieja mano apretó su arrugado puño, se dio cuenta que las aceras eran más y más, que las farolas se multiplicaban por miles y que las piedras de aquellas fachadas se habían convertido en la Historia de Libertad de todo un país.

                                “Si no puedes tapar el sol con un dedo, jamás con tu mano arrancarás el alma de un pueblo porque cuando la necedad del poder se convierte en ley, la codicia en territorio y la razón en perpleja ignorancia…La libertad siempre vence.”




                                


sábado, 11 de noviembre de 2017

LA INSPIRACIÓN, VIVE EN TÍ.


               Perdida estaba  una inspiración entre libros, viejas estanterías y balbuceantes chispas de ardientes ceras. Buscaba un pensamiento acogedor, un abrazo entendido o una promesa que por contrato del alma se atreviera a escribirla. Reciclaba tiempo y miraba una luna por la primera ventana, acicalaba cara en el viento o dejaba que el desdén  del aire jugara con sus cabellos. Nacida en el quinto cielo del tercer universo, contaba estrellas y por sus destellos las clasificaba, recogía plumas en alas de ángel y dormía su espera, respiraba luz y siempre sudaba ternura en su piel para aquél que osara poseerla.
               Ya el pintor dibujaba en carbón el ocaso de aquel impertinente Sol de verano, el músico afinaba ajenas cuerdas para su bohemia, un escultor moldeaba el horizonte y lo pegaba silencioso a su mar, una bruja despeinaba su escoba y el poeta esperaba la caída de un hielo en su esperado whiskey. La noche retaba al nuevo cielo y de colores hablaban, un extraño viento susurraba sus esquinas, el osado polvo recostaba sus motas en portales y el sereno juntaba sueño y llaves en una maltratada mochila de nocturnas experiencias.
                Y caminaba solo un viejo pensador de sentimientos, un huraño cautivador de letras y un malvado cazador de perdidos sentidos.  Un extraño aire disfrazado de nube lo envolvió, un sudor frío recorrió su espalda, chorreó el cielo sus ceras y en su cara poco a poco, una luz desarrugó la impertinencia de sus ansias. Se acordó de un pecado llamado vida, de una cálida mirada que hacía mucho tiempo recorrió su cuerpo, de aquella mano que sostenía caricias en cada uno de sus dedos y de aquella sonrisa que explicaba un amanecer, en el húmedo beso a  una ajena piel.
               Al lado de su árbol de siempre se iba a sentar cuando un rayo en dos lo partió, la tierra se abrió, el vigente trueno tartamudeó dos veces su eco y un ángel lo empujó entre alas al abismo de la profunda ilusión. El sueño envolvió de azul su caída y el vacío en arcoíris se transfiguró. Sonrojado el precipicio, no mostraba sus paredes. El silencio silbaba infinito y poco a poco sus ojos se cerraban a la nostalgia de un trance anunciado. De repente escuchó un ronco saxo lejano, el tiritar suave de las teclas de un piano y la exclamación consistente de siete trompetas. Era tal la belleza de aquella melodía que su piel enchinó, abrió poro a poro su piel, transpiró  un pellizco de sudor en cada vértebra y convirtió su saliva en miel.
               Su gran vacío se transformó en una enorme playa, una playa que acogía en sus arenas la espuma de siete mares, los corales de todos los océanos y los horizontes de cinco cielos. Maravillado aquel pensador, llenó puños de sal, acarició miradas de colores y una y otra vez dejó que sus pies mojaran sus huellas en aquellas siete espumas. Como nunca, sintió. Como jamás, imaginó. Navegó en sueños de mil corales, en cuentos de pequeñas hadas y voló los cielos de cien universos. Ya no era cautivo del tiempo ni medidor compulsivo de distantes espacios, no solo miraba estrellas sino que comprendía sus destellos…No admiraba Lunas, las poseía con cada verso que recitaba.
               Su cuerpo expandió su forma, el pecho se abrió y en él penetró la Luz. Asomó su cara el alma, el latido fue intenso, la piel fue papel, el sudor tinta y los dedos, finas plumas de ave. La inspiración lo poseyó tan profundo que cada una de las arterias vibró su acorde y nació la melodía de un sentimiento siempre buscado, extrañado y nunca escrito. Mostraba el éxtasis una pasión y una musa caminaba a su derecha. Desnuda en velo de luna, el erotismo la gemía. El hombre la sentía y la escribía. La tocaba y la escribía. Las caricias forraban ternura en piel, las miradas pecaban y la musa consentía. El deseo se plasmaba en cada verso y aquel sentimiento escrito excitaba cada gota de sus tintas hasta el compartido orgasmo. Aquel hombre escribió a la musa del amor.
               Embravecían sus olas aquellos mares, la brisa se llenaba de su sal y una segunda musa caminaba por su izquierda. Desnuda y llena de los más hermosos corales, del séptimo mar había venido. El clímax de la libertad estaba ya escrito en sus ojos. Su cadencia, elegante. Su seductora contorsión, pedía a gritos que la escribieran y aquel hombre la escribió. Y vió que era necesaria y otra vez la escribió. Y vió que había que luchar por ella y otra vez la escribió. Y sintió que era única y la escribió…Y la escribió como bandera de pueblos, como protectora de vida, como promesa de lucha y como fin de la felicidad. Aquel hombre escribió a la musa de la libertad.
               Alisó el cielo su color, quitó sus nubes y dejó que los vientos embravecieran su poder. Fue tanto su atrevimiento que arrancaron el espejo de cada uno de los mares y  de todos hicieron uno. Lo postraron enfrente de aquel hombre y de él una tercera musa salió y le habló: “Mírate y escríbete, porque las tintas deben ser tatuadas en ti para que las puedas respirar, el sentimiento lo debes sentir para que lo puedas hablar y la nostalgia de tu música debe rasgar las cuerdas de tu alma para que cuando te reciten, te conozcan.”
               Y aquel viejo pensador de sentimientos, aquel huraño cautivador de letras y aquel malvado cazador de perdidos sentidos, se escribió. Y escribió sus miedos, sus lágrimas, alguna perdida sonrisa y alguno de sus tantos sueños. Escribió como era el fuego de su corazón y a veces el frío que recorría su alma. Escribió en letras la música que escuchaba cuando lo sentían, describió cada caricia que el amor le había dado y escribió con tinta de sangre lo que para él significaba la palabra Libertad.
            Desde entonces aquel hombre no tiene miedo al escribir porque ya sus miedos relató,  jamás escribe una ternura que no haya sentido porque seguro en un sueño la acarició y ya no está a merced de la inspiración porque en él, siempre vive.




                .

                

miércoles, 8 de noviembre de 2017

MI POESÍA EN TU LIENZO.


           Un minuto de silencio para los que nunca amaron
           Un segundo de tentación para los que nunca pecaron
           Un momento de cordura para los que tienen un beso en sus labios
           Y un instante de pasión para los que arrodillan sus miedos en el gran infierno del placer

           Quisiera que esta poesía cantara en las entrañas de tu alma.
           Quisiera que la belleza de tu abrazo, fuera la explicación de un placer añorado.
           Quisiera imaginarte en un minuto eterno a mi lado y
           Quisiera tener el poder de pegar tu Luna a mi horizonte para siempre soñarte.

           Escucha y léeme porque quizás en tu alma ya caminan las tildes de mis versos.
           Piénsame y siente como eriza caricias tu piel,
           Como mi ternura te besa a sorbos
           Y como se desgarra mi corazón con cada uno de tus latidos.

           Deja que tu cuerpo desnude mi cama, que tu saliva moje mis labios
           Que tu mirada me penetre, que el silencio suspire,
           que el sudor de mi cuerpo taladre rocío en tu alma y
           prepara tu piel para cuando mi Luna, se exprima toda.

           Atraviesa mi noche de norte a sur
           Rásgame, acaríciame, poséeme y bésame profundo
           Hasta que las lenguas ardan, las piernas tiemblen y
           El duro vigor escriba los últimos versos  de mi amor en tu vientre.

          Orgasmo de piel y cielo, de Sol y creciente Luna
          De alta marea y espuma de arena
          Diosa de miel  que en tu regazo de amor
          Dormiste un bebé, amaste un hombre y escribiste un instante en la eternidad  

          Quiero explicarte que tenerte es más que poseerte
          Que abrazar tu cuerpo, es compartir la virginidad de tu alma
          Que lamer una lágrima en tu gemido, es tocar el infinito cariño
          Y que penetrar tu corazón, es pintar mi poesía en tu lienzo.






          

          
          
          

          
          
          
          






martes, 7 de noviembre de 2017

EL BAILE DE LOS SENTIMIENTOS...


                       Y pensó un día Quevedo en un gran trasero pegado a un pequeño cuerpo, se ruborizó, cambió y escribió una enorme nariz pegada a una normal cara. Imagino a Quevedo en su tiempo, rodeado de hermosos traseros y grandes sombreros, de largas narices mentirosas y encarnados labios sonriendo. Eran otros tiempos, donde la prosapia esgrimía cierta burla, vivía callada y solo en los ojos expresaba su viveza. Quizás ahí nació el famoso “bullying”, quizás siempre fue, quizás cuando Eva le dio una manzana al primer hombre, Adán se asombró de su pequeña entrepierna y mejor comió el fruto prohibido, que quedar en ridículo. Quizás sucedió, quizás nadie lo vió…Quizás jamás sabremos lo que Eva le dio, ni lo que Adán comió. Pero de lo que si estoy seguro es que la “serpiente” fue parte del primer encuentro entre el amor y el desamor  en la historia de la humanidad.
                  Desde entonces, la serpiente es símbolo sexual, el pene se mide por el tamaño de la nariz y los grandes traseros no solo caminan sino que también eclipsan lunas. Las caras son más pequeñas, las narices más grandes, los cuerpos sutilmente contorneados y los traseros más apetecibles. El sexo ya no esconde sus virtudes y sus defectos ya no existen. Tiene todo lo que un humano puede pedir. Se compra, se vende, se disfruta, se llora, se prostituye, se imagina, se anhela, es tristeza, es rencor, se desea, se suplica, se lee, se canta, se lucha, se discrimina y hasta por él se mata. Es como un juguete que todo lo tiene, como un sueño que puedes conseguir por teléfono o como una lámpara de las mil y una noches, que puedes frotar en la magia de la virtualidad. ¿Y el amor?...
                       …Y emprendió una cruzada el amor. Vió que todo era bello: La vida, una discusión, un sólo de alegría, un café entre dos (amaneciendo mejor), la dulce melodía de una flauta, una cena bajo velas, el incienso aromatizando unas paredes, un niño jugando con su yo-yo e incluso una triste anciana tejiendo para un señor que no le dijeron, acababa de morir. Todo era bello, en todo había amor y él en su orgullo, cargaba laureles y deshacía dudas.
                        Un día, alguien tocó su puerta. Era un sentimiento desahuciado, triste y muy llorón. Al ser preguntado, contestó que su nombre era “desamor” y le dijo al amor que en su espejo se mirara. Dudó el amor pero a su habitación se dirigió. Se miró y sonrió. Pensó en su hermosura, acicaló su cara y medio se acarició. El “desamor” lo retó otra vez y le ´pidió que detrás de él pusiera otro espejo. El “amor” pensó en un juego. El “desamor” frunció el ceño, fue al baño y se trajo el espejo que yacía colgado por siglos y siglos, amén. Lo puso detrás del “amor”. El “amor” brincó. Vio al “desamor” reflejado en el espejo. Buscó y lo vio a un lado. Buscó otra vez y lo vio en el espejo. Buscó y buscó y estaba a un lado y en su espejo. No era normal y el “desamor” le explicó que eran la misma entidad. Que sin uno, no existía el otro y que los sentimientos eran los mismos en uno que en el otro, solo que más intensos a veces en el uno que en el otro. Y explicó: “Tú, das intensidad y yo al mismo nivel “frustración”, tú das esperanza y yo una profunda desesperanza, tú das sueños y yo miedos, tú das posesión y yo a veces una malentendida libertad. Pero en el fondo somos lo mismo. Sin ti no soy, tú puedes ser sin mí pero recuerda que siempre estoy, como en el reflejo de tu espejo”.
                        “El amor” no se tragó el cuento. Se vio como en Luna menguante o como Sol eclipsado. ¿Sería esquizofrénico? ¿Una entidad con doble personalidad? ¿Un error de la Creación? Debía averiguarlo y pensó como. Los culpables no son las personas, son los sentimientos. Las personas son como son: imperfectas. Los sentimientos en cambio son perfectos: Surgen, fluyen, crecen, explican, caminan huellas y nadan cuerpos, recorren lágrimas y agrietan labios, sonrojan mejillas y entrelazan cabellos, besan y muerden pero también tiemblan y respiran ajenas exhalaciones. Un sentimiento es y una persona tarda una vida en saber que es y a veces su secreto  la muerte se lo lleva y en su imperfección debe renacer y renacer. El sentimiento nace aprendido y la persona jamás aprende. El sentimiento escribe sus propios versos cuando la persona solo los lee. El primer sentimiento es “amor” y la persona experimenta, lo pone en su tubo de ensayo, en él se recicla y cuando lo ve a media luz, lo convierte en otra cosa, simplemente en “desamor”.
                         Estaba sentado en la posición de “pensar” cuando una idea se le ocurrió. Organizaría un baile por todo lo alto. Invitaría a todos los sentimientos más altos y a los de baja alcurnia les pondría una pantalla gigante para que lo siguieran desde la calle. Pensado esto, organizó el baile. Su propósito: Enseñarles que no porque las personas sean imperfectas, deben de caer en su juego. Que ellos en sí mismo son y que las personas solo los sienten. ¡Qué equivocado estaba! Al ser los sentimientos tan disparejos, organizó el espacio en cuatro salones: El primero más romántico con un cuarteto de jazz, el segundo un poco light con un mariachi, el tercero tipo “disco” con música electrónica y el cuarto más espiritual con música para curar almas y cosas parecidas.
                      Y empezaron a llegar los invitados. La primera en llegar fue la tristeza, se fue directa al cuarto salón. De vestido esponjado, calzaba un mar de lágrimas sin marca y por bolsa un puño de pañuelos hechos nudo y otro entre sus pechos. El segundo en llegar fue “el amor propio”. Éste se fue con el Mariachi y antes de saludar apartó su botella de tequila, sus limones y sal en grano. Vestía desnudo de gimnasio y su mano acicalaba con desmesurada constancia su incipiente barba. El tercero en llegar fue “el cariño”, vestido con sedas de ternura y bragas de caricias último gemido, gafas de sol de marca y trenzas tejidas de lunas y estrellas. Se fue al primer salón. Se sentó encima del piano, enseñó sus largas piernas y al viejo negro del saxo se le cayó el puro. Extendió sus brazos y el humo se hizo intenso. El bajo tocó y el piano tembló teclas. Como pudo el saxo respiró y una trompeta gritó. La cuarta arribó, la puerta se rompió en cien pedazos, pestañearon luces y hasta “el amor” entornó los ojos y de lejos miró: Era “la osadía”. Y el “amor” preguntó y el “desamor” raudo contestó: Es mi dolor de cabeza, cuando se acaban los sentimientos, siempre llega ella. Y la osadía se fue al antro, se puso a bailar y el DJ asignado sintió el escalofrío de la noche. Vestía sutil transparencia, era hombre y mujer, saliva y resequedad, temor y valentía, frío, fuego, lava y mar. Sus ojos miraban lanzas, sus pechos erizaban piel, su cintura guardaba el baile de mil músicas y su bajo vientre el vigor de cien centauros. Era única, el “amor” casi se enamora pero el “desamor” le tapó los ojos, volteó su cabeza y le mostró al quinto invitado: “La tentación”. El “amor” le pidió a seguridad que la echaran, no era un sentimiento a lo que el “desamor” contestó: ¿No lo es?¡Es más fuerte que tú y el ochenta por ciento de que yo exista! “El amor” entendió y pensó “A esa tengo que arreglar”. Vestida de mujer perfecta y andrógino sublime, tacones, ensalzado trasero, ombligo de excelso bisturí y senos de sirena. Labios de antojo, ojos de cielo y nariz de suave viento. Cabellos lacios y entrecruzados en sus hombros, piel de visón, lengua esponjada, dientes de mármol y caderas derramando miel. Se fue al salón del jazz, el cariño se arrugó, bajó del piano y sentó su poesía en el rincón de una oscura mesa. “La tentación” arrebató el puro al viejo negro del saxo, nubló su cara, mostró su trasero al del piano y el bajo tocó alto, la trompeta cambió su grito por un sordo y particular gemido y el piano…¡Qué les cuento del piano! Pobre hombre con el trasero de la “tentación” al descubierto sobre su lánguida cara, sus manos ya no sabían si las teclas eran negras o blancas si el bemol estaba en el pentagrama o si sus pies pisaban pedales o era su alma. Y seguían llegando los invitados. “El amor” estaba aprendiendo, “El desamor” recordando…Y la fiesta empezó.
              Las bebidas iban y venían, los camareros de smoking, pants y tenis iban sobre patines para dar abasto. Los cantineros pedían más limones y sal en grano porque “el amor propio” era inalcanzable. Llegó la espiritualidad. No sabía a qué salón ir. “El amor” la vio y la sentó a su lado, junto a la caja y a una fuente interminable de agua de vida para que sentara en ella su comodidad. Arribó un poco apresurada “la depresión” creyendo que se le hacía tarde. Preguntó dónde, “El amor” encogió hombros y se sentó en la entrada. Pidió un café negro sin azúcar y se quedó viendo los cuatro salones a ver quién caía en sus brazos. Al ver que nadie sentaba sueños en su regazo, se interpuso quisquillosa entre “el amor” y “el desamor”. Siguió la fiesta hasta que la noche se cansó: De un manotazo arrancó el color de su cielo y sembró con suma alevosía la fogosidad de su Sol.
             Quiso “el amor” despedirse de sus invitados sin haber logrado su cometido, pero un hombre llegó. Imperfecto como todos, seguro de su inseguridad y alardeando quien sabe que don,  sentó sombrero y vara junto a la primer barra que encontró. Un martini pidió y una aceituna brincó. Observó y con un chasquido en sus dedos, al amor llamó. Le dijo que lo acompañara porque enamorado estaba y le explicó de quien, como y cuanto la quería. Brotaban por doquier las palabras y uno por uno aquellos sentimientos fueron abandonando los salones y en silencio aproximaron sus virtudes cerca de aquel hombre. Mordió su cuello la tentación, el amor propio quiso mostrar su inflexibilidad pero el tequila ya había dormido parte de su poder. La tentación ya rasgaba los botones de su camisa y el amor pendía tembloroso de uno de sus hilos. El cariño unió sus fuerzas a la dulce tentación y aquel hombre veía como el amor se alejaba cada vez más. Abrigó la osadía su pensamiento y se atrevíó. La espiritualidad corrió despavorida a buscar “al amor”, sentado en la última mesa del último salón, escribiendo un pulso de tequila y limón con la tristeza bajo el juicio de la solemne depresión. El amor poco a poco estaba convirtiendo su piel de miel en ásperas escamas, su transparente mirada en lágrimas y su corazón en una gran coraza de acero toledano…Resbalaba su ternura para jamás volver, sudaba caricias que nunca más estarían en una mano y poco a poco se fundía en su gran espejo, pintando ya la figura del desamor.
             La espiritualidad miraba alto y fijaba un deseo nube por nube. Cerró su mano, apretó puño y con toda su fuerza rompió en dos aquella mesa. Saltó la tristeza, cayó en sus bruces la depresión y despertó el amor de su letargo consentido. Sentó su fuerza enfrente del amor y hecho esto, explicó: “Quisiste demostrar la imperfección del hombre frente a la perfección de los sentimientos y el que fallaste fuiste tú, ni el hombre ni los demás sentimientos. Te llamas “amor”, el más puro, el que más se anhela y por el que más se lucha, pero eres tan cotidiano y tan usado que ya tu perfección has perdido.”
             Y “el amor”, secando sus lágrimas de incomprensión, solo asentía con la cabeza. Y prosiguió la espiritualidad… “Todo el mundo te tiene y en su imperfección, te hacen imperfecto. ¿Cuándo fue la última vez que te sentiste seguro, firmemente enraizado en un alma, respirando pureza en el corazón y escribiéndote sin parar encima de una piel?”
             Sonreía picaresco “el desamor” ya en posesión de aquel hombre, cuando la espiritualidad de cuajo lo arrancó y abriendo la mente de aquel hombre, sembró: “Lo que tu sentías no era amor, porque ni era puro, ni noble, ni por sentido lo tenías. Era un pequeño sentimiento vestido con dudas y recelos, con lentejuelas de un mundano placer y motivos esquivos de soledad, con emociones sentidas pero no con el alma, con pulsaciones de un mareado viento pero no con el latido de tu corazón. Y ahora lo que tienes es “nada”, un vacío que ni el “desamor “ se atreve a llenar. “El amor” tiene razón, los sentimientos son perfectos, fluyen y viven, jamás se destruyen y todo transforman, pero tú, eres tan imperfecto que a cualquier cosa le llamas sentimiento, a cualquier emoción enamoramiento y a cualquier duda de tu corazón, amor. No te desnudes ante la primera tentación, mejor hazlo con tu alma y léela porque solo cuando entiendas de que está hecha y para que está, podrás escribir la pureza de un sentimiento”.
               Y “el amor” cabizbajo, dio por terminado el baile. Se fueron los sentimientos y aquel hombre en estos momentos está en algún lugar, desnudando su alma (espero sin tequila, sal y limón).