Se fundió el
abrazo en sentimiento, el corazón en un extraño presentimiento, la religión
perdía su aliento y a piel pegada, sudaba el alma en cada poro de su membrana.
Se cruzaban las miradas, la palabra era vaga, el beso deseo, un suave frío
recorría nuestros cuerpos, mientras despacito un pequeño aliento, caminaba
entre tus labios y se mostraba travieso. Abrazabas mi suspiro, tu boca pedía
abrigo, temblaba la mejilla y poco a poco, tu mano tocaba mi barba y también
las pestañas, con una caricia.
El silencio era consentido, no
había mejor forma que un latido para expresar lo sentido, ese tocar atrevido,
ese sabor que huele a divino, esa curiosidad que resbalaba por tus hombros y
desprendía de mí, ese niño que estaba dormido. Arqueabas tu espalda, en tu
cintura dejaba un ansia, la blusa te quitaba mientras deshacías el nudo de mi
corbata, una media luz gritaba calma y nuestra Luna se quitaba el velo, para
que en su reflejo nos pintáramos de amantes viejos y jóvenes en celo.
Me tomaste de la mano, seguí tu cuerpo que
ya de mí sentía empapado, me pediste espacio, se abrieron las sábanas y bajo tu
almohada, vi aquel poema que un día, te escribió mi alma. Cerraste los ojos, lo
pegaste a tu seno, suspiraste esa miel que como tinta traía dentro y con un
delicado gesto, me pediste que hiciéramos el amor, verso por verso.
Mojaba la caricia, estremecía la
ternura y fluía una lágrima cuando en mi
boca aquella poesía tomaba la forma de mi alma pura, esa por la que fue escrita,
esa que en amor compartiría, tu vida con la mía. Suspiraba el verso, entre sus
comas abrazaba melodía, esa nostalgia que letra a letra explicaba mis días, mis
noches vacías, esas ceras que en ti chorreaban desmedidas, aquellos viejos
tintos que sorbo a sorbo me recordaban, todo el sabor que de tu mosto no tenía.
La estrofa sufría, terminarla no podía, tu boca estaba muy cerca de la mía, el
deseo me afligía, tu mirada me contenía, tu caricia en mi pecho cada vez más me
sentía y fue en el primer punto, cuando tu beso me ahogó de amor y entramos en
éxtasis, atravesando las primeras rimas. Tus cabellos me olían, mis manos tus
muslos querían, en tu garganta el suspiro gemía, la poesía seguía, cada tilde
era divina y en el vientre toda mi sangre latía, cuando nadaba desnudo, perdido
en tu saliva.
El poema se daba y se daba, entre
pétalos e imaginaciones todo era rocío y esperanza, cada sentimiento su color
dibujaba, cada ternura estaba llena de letras, palabras y húmedas alboradas, cada
pausa pintada con el óleo de la distancia y cada promesa, llena de intensidades
y nostalgias mientras tu boca por todo mi cuerpo, caminaba y caminaba.
Mi alma de ti se llenaba, abierta
toda te pedía mujer y que de ti la embriagaras. La pasión desgarró el silencio,
desde dentro nos atravesó la lanza del sentimiento, aquella poesía hablaba con
el profundo aliento, el gemido se disfrazó de grito, el aire de un punzante
escalofrío y te hice mía, entre versos, rimas y con toda mi vida.
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