Hoy quiero brindar por ese viejo, ese
viejo arrugado, cansado y lleno de esas canas que ya lo hacen sabio. Algunos lo
llaman año, otros un pasaje anciano y unos pocos ignorantes un libro que no
merece ser leído ni recordado. En su regazo versos he dejado, pocas lágrimas,
menos sonrisas, algunos viajes, escasas charlas de cafetería, alguna alegría y
también lecciones que por mí les aseguro, han sido bien aprendidas.
Hoy lo tomo de la mano, me despido
educado, sin resentimientos, tampoco escondido en amaños, con el latido
adecuado, el aliento de burbujas bañado y con el alma abierta para caminar con
ese niño, que pronto nacerá a mi lado. Abriré un nuevo libro, escribiré su
prólogo como parte de mi destino, página por página le desnudaré mi albedrío,
robaré rimas al sentimiento mendigo, tildes a cada espina que me claven cuando
sea leído y también como siempre, ordenaré los versos para que se desparramen perversos,
sobre los márgenes no permitidos.
Fui irreverente con el sabio y lo seré con el
niño, con el primero soñé, miradas ilusioné, aprendí que no dependía solo de mi
fe, que a cada noche le seguía un solitario amanecer lleno de café y que en
cada pregunta no siempre la respuesta, era de mi querer. Con el segundo también
soñaré, miradas ilusionaré, al Universo deseos rendiré, a la noche dormiré y al
alba pediré un amor, que comparta mi cama y también mi café. Mis preguntas de
versos vestiré, de besos hechos de joya las adornaré, sedas y encajes por cada
rincón les tejeré, para quien ose desnudarlas por respuesta me dé, solo el
sentimiento de su querer.
Me dormiré con el sabio y con el niño
amaneceré, de burbujas mi aliento embriagaré, un libro cerraré y uno nuevo
abriré, mis ojos dormiré y muy despacito, gota a gota, una nueva tinta crearé.
Un brindis por el viejo sabio y por ese niño que muy pronto, me tendrá que
querer.
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