Escucha
esa melodía, la toca el viento entre las cuerdas de la Tierra, la sostiene el
cielo, la vibra el río, la mece el mar pero
es mi sentimiento quien escribe el acorde de tanta intensidad. Siente mi música porque es el pincel del alma
quien la escribe en tu pentagrama, respírala profunda, como poesía y armonía, en
tu corazón como rima, en cada uno de sus latidos como verso atrevido, en el
aliento como la excusa de un beso y en el suspiro como lo que quede de la
palabra, cuando me sientas dentro.
Cierra los ojos porque te
embriagaré con mi ternura, con mi cariño, con la dulzura de mi niño, con la
caricia de un hombre que te siente hasta lo permitido, con la historia de una
vida que entre muchas, has elegido. Escúchame entre tus sienes, tócame con tus
dientes, abrázame porque puedes, desnuda en mi cuerpo tus mieles porque ya nada
te detiene, ámame en tu regazo y en tu vientre porque eres mujer, madre y del
amor ese pétalo rojo que nunca de mi, se desprende.
Tocaremos lo divino, entre sábanas seremos
hilo, pluma de almohada, humedad en nuestra cama, caricia en cada alborada y
ese dulce gemido cuando la Luna se refleje vanidosa, sobre cada poro de tu
espalda. Inventaremos un silencio, un acorde, el más hermoso de los cielos, esa
tinta que nos escriba, por dentro y por fuera, cada sentimiento y también el
guardado deseo, el color de mi sombra, el calor de tu cuerpo, una lágrima
cuando en el rocío brota y cada uno de nuestros sueños, en el amanecer abrazado
de viejos anhelos.
Siénteme como música, como brava
mar, como pintor sumergido en el lienzo de tu beldad, como hombre y también
como ese niño que poco a poco aprende lo que es amar de verdad. Siénteme en
acorde, en melodía y con mucha ansiedad, lleno de pasión, con deseo a ti en
cada rincón, con esa sencillez que mi caricia toca tu desnudez y también con
esos labios, que buscan beber de tu caramelo, una y otra vez.
Dime que me escuchas porque hoy el
violín tomó mi mano, el vientre se disfrazó de piano, un ronco saxo me robó
cada miedo aciago, una flauta mis pecados, la trompeta me envolvió perversa y
una joven arpa, se vistió de dulce promesa. Dime que me sientes porque hoy soy
música, del aire esa rima que haces tuya, del trueno su tambor, del rayo su
resplandor, de cada cuerda un deseo estremecedor, del cielo su mejor pintor y
de cada nube su ángel escultor. Soy música, esa que te empapa y suda, la que no
pegunta, la que eriza tu carne y de ti tiene hambre, esa que te envuelve de
miel y resbala por tu piel, la que no se desvanece nunca ni en tu soledad ni en
la fragancia que de mí, haces tuya.
Siénteme como música, hazme eterno, constante
y duradero, amigo y compañero, de tu vida su solfeo, de tus sentimientos esa
melodía que los abraza intensos, de tus días el recuerdo de mis versos y de tus
noches, ese reflejo que robado de la Luna te muestra mi candor cuando en cada
nota te dibujo, una mirada de mi amor.
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