Suda la ventana, de tu vaho y mi aliento vibra empañada, una silueta reflejada, es nuestra luna que con su velo caído nos mira desnuda y empapada. Me miras y te miro, te ofrezco amable un copa de mi añejo tinto y es tu ojo quien asiente, con un travieso guiño. Tocas mi cara, con mi ternura hueles del deseo su ansia, me pides una mirada cerrada y siento tus labios sobre cada comisura de mi boca, a punto de ser amada. Me das la mano y despacito es el abrazo quien recorre tu espalda, recorres la alfombra suave como la seda de una sabana, te arrodillas y a tu lado me señalas, crepita la leña y de las brasas una tenue luz, nos acompaña. Intento una palabra y es tu boca la que absorbe toda mi garganta, te dibujo un suspiro y es tu lengua la que en mi saliva nada, te siento en medio de un enjambre de hadas y es tu sonrisa la que me dice, que serás profundamente amada.
Crepita la leña, el rojo de su brasa calienta el alma, te respiro, me idolatras, se excitan los libidos, te desnudo despacito, arrancas mi camisa, el cinto de un vigor oprimido y en un dulce olvido pierdo de mi historia todo su sentido. Desabrocho tu blusa con caricias y dedos de ternura, recorro tus mejillas, cada rincón de perdidos días, cada explicación de noches sin poesía...entretejo mis huellas en tus cabellos y sobre tus hombros los desvanezco, desnudos y traviesos. Me pides calma pero ya mi alma está excitada, mi piel te suda y te quiere también mojada, tus dientes aprietan labios y son tus pezones quienes erectos me piden, que sean amados hasta el alba. Entre tus pechos hundo mi cara, sabor a vainillas y almohadas, a caricia de pasión entre sabanas, a perfume de corazón y terciopelo de mariposas con sus alas muy enceladas.
Crepita la leña y entre sus chispas inventas un primer gemido, un sorbo de tinto, toca mi boca un pezon atrevido, piensan tus manos sobre mi cabeza, estiras tu cuello, arqueas la espalda, en tus labios esa lluvia que solo el deseo empapa, en tu piel ese escalofrío cuando mi beso en tu ombligo, juega atrevido. Te prometo no parar, al cielo como testigo le doy potestad, a cada estrella un poco de humildad porque tanta belleza no pueden opacar, a mi mar que recoja su espuma, su marea, cada grano de sal y toda su inmensidad, porque estoy a punto de amarte, de verdad.
Crepita la leña, todo es simple, maravilloso, mojados en un sentimiento hermoso, acompañados por ceras y tintos cosechados en veranos calurosos, vestidos de naturaleza y lodo, embriagados de amor y penetrados de alma, hasta el fondo. Mírame porque te leo, suspírame porque te deseo, no me hables porque es tu corazón quien recita de la pasión su hambre, solo piénsame, porque en tu memoria este momento, será parte de nuestro bagaje.
Crepita la leña, suda la ventana, revive nuevos humos la brasa. El calor es intenso, entre tus piernas mi beso perverso, juega e imagina, se reinventa, absorbe y tira, entra y en tus jugos nada en las ubres de un inquieto y dulce poema. Mis manos en tus muslos, un escalofrío te come profundo, en mis dientes estás a gusto y dejas que sea mi lengua la que te excite en un viaje que sabes, no es de este mundo. Déjate llevar, deja que el abrazo acabe con tanta soledad, explotemos en nuestra ansiedad, juntos y a la vez, date toda porque yo todo me daré...date toda, porque este orgasmo nos pertenece y no hay nada ni a quien temer.
Suda la ventana, el frío afuera pinta una escarcha y un gemido grita libertad y hazaña. De repente la brasa en un extraño silencio calla, cruzamos miradas, la ternura nos abraza, es precioso amar, hermoso oler del mar la intimidad, maravilloso el orgasmo que siempre de mi guardarás, porque sabes que nuestra leña jamás, ¡jamás!...dejará de crepitar.