https://publishers.propellerads.com/#/pub/auth/signUp?refId=Tilr HISTORIAS DE ITACA: POETAS DE UN AMOR DULCE Y SALVAJE.

sábado, 7 de marzo de 2020

POETAS DE UN AMOR DULCE Y SALVAJE.


       Una tenue luz excito nuestra osadía, abrazada a mi pecho a caricias te desvestía, despacito sobre tu cuello e intenso cuando tu perfume embriagaba, mis labios entre tus cabellos...Cálido cuando mi aliento en tu espalda sudaba deseo, frío cuando mis dedos entre tus senos derretían un pequeño hielo, punzante y travieso cuando un suspiro entre tus muslos se convirtió en dulce beso, apasionado y profundo cuando por mi lengua nado,  todo tu jugo.  Arqueaste la espalda, sentiste el vigor de mi hombre que en silencio te amaba, cruzamos miradas, preñamos con amor salivas y ganas, de un maravilloso erotismo cada reflejo que la luna nos regalaba...de versos cada caricia, que sobre tu espalda traviesa caminaba.
       Tu sombra una magia. Sentada sobre mi tus pezones erizaba, tu vientre temblaba, tu cadera bailaba, la seducción se mostraba, música y danza, primavera y epopeya, letras escritas en cada alma, sangre latiendo por cada rincón de nuestra cama, sábanas a puños arrugadas..silencios envueltos en un gemido que en nuestras gargantas una y otra vez, gritaba.
        Venció su manto aquella noche. Nos desafío una hermosa alba, besos y café, aroma y ternura, pensamientos y calidez.
         Dejaste mi cama. Desde aquella silla una mirada me dibujaste, de color y transparente como el agua...Tus labios susurrando sobre la taza, tus manos abiertas como abrazo de alborada, tus hombros acariciando unos rizos que desvanecidos, un cielo imaginaban. Encele seda al ver tu cuerpo que en deseo en ella se transparentaba, pinte en mis ojos un anhelo, lo convertí en mirada, sobre tus labios en beso, por tu cuello en un viaje sin regreso. Tembló la taza cuando despacito sobre aquella repisa la dejaste, vibro mi alma cuando sobre la mesa me abrazaste, desnuda, con el suspiro del ansia, húmeda, apasionada, con la rima de una musa, con el ardor que solo tu mujer era capaz de morder, con esa ternura que poseía la piel por cada hebra de mi ser.  Gemí cuando una lagrima me regalaste, mis muslos apretaste, la conciencia se fue a otra parte, un sudor nos empapo de coraje, se detuvo el tiempo, se creó el sentimiento, se abrió el alma y nos convertimos en poetas, de un amor dulce y salvaje.
         

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