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lunes, 9 de marzo de 2020

SAL DE TU SOLEDAD, CREA AMOR.



                    Es el principio del fin. El epílogo de una soledad consentida, un yermo que en tierra fue luna perdida, una larga noche que abrazó mi vida...una sombra que acarició mí alma y que mi corazón nunca olvida. ¿Por qué tardaste tanto? ¿Por qué tanta desidia? ¿Por qué te disfrazaste de distancia cuando en mis manos, cualquier espacio exprimía?
                    Fue un largo camino, un lecho de piedras y espinas, de sangres ciegas cuando en mis venas creia que eran mías, de miradas altaneras, desprecios sin rimas por donde quiera, brumas y silbidos en cada esquina, lágrimas consentidas, sonrisas a veces fingidas...la cuerda rota de una guitarra, cuando el acorde nacía trémulo desde lo más profundo de mi garganta. Soledad le pedí al mar, al Universo entero y a esa cera que nunca dejó de flamear esas paredes pintadas, con el blanco de mi ansiedad. Piedad le regalé al miedo, al cielo, también a ese erotismo que me miraba perverso, a las notas de aquella música, a los versos que entre sienes gritaban deseo...a cada gota de saliva que acicalaba las grietas de mi pensamiento, a cada beso que imaginaba en mi mejilla, sobre mis labios y dentro de mi boca, nadando como niño inquieto.
                   Imaginé, reflexioné, soñé y me pregunté. ¿De dónde vengo, quien soy y adonde voy?
                   Rompí fronteras, nadé mares que no eran míos, salté montañas, crucé rios, también lagos y conocí diferentes albedríos. Ame pobrezas, en riquezas ahogue tiempos de hastío, en tibiezas reconocí a mis enemigos, en la soledad a mis amigos y descubrí que el sentimiento no se compra ni se vende, aún en tiempos de estío.
                  Quité de mi diccionario dos palabras: culpa y error. Me refugié en la decisión, en esa que de mis principios era la predilecta, de mi educación la novia perfecta y de lo aprendido, esa enseñanza que ya entendí, no siempre era la correcta.
                  Subí a la montaña más alta, al Universo regalé una mirada, una meditación a mi alma y un latido diferente a mi corazón, para que mi vida tuviera una pausa. Invoqué a mis seres de luz, a mis maestros y guías, a mi ángel de la guarda y también a la pureza que siempre guardaba de antiguas poesías bajo mi sudada almohada. Rugió el volcán, chorreó su lava, se desnudó el mar y me mostró toda su marea alta, voló un delfín, caminó entre espumas el águila, aulló el lobo su luna, suspiró el viento y de cada hoja arranco una lágrima, gritó el averno, el demonio huyó, el búho su cabeza giró y en mi interior un extraño conocimiento, gimió y gimió. Eran de la noche las dos, en mis manos el puño tembló, en mis dedos una humedad se tatuó, una luz todo mi cuerpo recorrió, magia y fuego, vientre trémulo, piel erizada hasta el extremo, una voz mimaba mi dentro...una ilusión se mostró ante mi y era, de carne y hueso. Respondió el Universo, huyó mi soledad hecha pedazos en sus miedos, calló el eco, bailó el rayo sobre los vellos de mi pecho, cantó el grillo su desecho, vibró mi sangre como nunca lo había hecho y la dulce melodía de un violín, rompió el aire y cada uno de mis vientos.
                  Bajo la luz a mi montaña. Me mostró un barro cocido de antaño, escrito por una sabia mano, solo un mandamiento: "¡Eres creador, hazlo!"
                  Creé sentimientos y algunas cosas más. Hice la tristeza y su alegría, una lágrima y una sonrisa, pinté de morado una melancolía, de morado el latido de un corazón y de amarillo el principio de una ilusión. De verde una esperanza, al remordimiento lo disfracé  con un negro listón, a la nostalgia le tatué una bella poesía en su mentón,  al rencor lo planté en una maceta de un viejo balcón y al sueño lo vestí de nube, para que cada quien lo interpretara desde su rincón. Dibujé  de azul la inmensidad y de gris la mediocridad, de valiosas perlas envolví una ansiedad, de corales el deseo de amar, de rojo intenso el erotismo a cualquier edad, de blanco y sedas esa pasión que a veces es miedo y siempre, necesidad.
                  Algo faltaba y me abrazó. No estaba creado. Por mucho tiempo me faltó. Y de repente sentí nostalgia, ilusión, sueño, ansiedad, deseo, erotismo y pasión...¿Qué me faltaba por crear? El más grande de los sentimientos. Como todos no se compra ni se vende, tampoco se presta ni genera intereses, no es blanco ni verde, lo es todo o en nada vives para siempre, diferente, posesivo y sugerente, personal, sensual, carismático, seductor y doctor, valiente, santuario de mariposas, lecho lleno de rosas, caliente, combatiente y siempre lleno, de letras hermosas.
                  Y lo creé...maravilloso, pintado con todos los oleos de mi alma, escrito por la tinta que emana por cada hebra de mi estampa, acariciado por cada huella que en mis dedos es ternura y sabia... besado por cada grieta que en mis labios de la experiencia es receta y no admite extrañas mañas. Lo abracé, nada le pregunté pues era un bebé y era yo quien lo tenía que crecer. Me miró y lo miré, me sonrió y una mueca en nuestro lienzo se inventó , creció y creció, ya adolescente me vibró, ya no somos dos, solo un alma que llena de amor ya no recuerda a una soledad que un día, en pedazos me partió.

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