Despacito, poquito a poquito, dejo que tu
sudor dibuje poros en mi piel, que tus dedos me respiren y que tus cabellos me
acaricien. Quedito cierro mis ojos y le pido a la imaginación que dibuje un
sueño, al silencio que abrace tiempo y a mi mar que acerque su horizonte hasta
lo profundo de mi alma. El instante es tu olor, mi Luna un roce con tus labios,
mi excitación la miel que recorre agua entre tus dientes y el momento, un dulce
escalofrìo de pasión.
Despacito, poquito a poquito, tu vientre preña ternura en mis labios, tu
mirada provoca mis sentidos, una locura encadena ansiedad y el verso escoge sus
letras entre dos alientos. El latido sufre, el pulso excita erótico un temblor,
la marea hierve y la sangre empuja. La exhalación pinta una nota, el deseo la
interpreta y la caricia se convierte en arte. Cuerpos fundidos en un tatuaje,
en la esencia de una indeleble tinta…En la poesía que explica como el amor se
hace, como el amor se ama y como el amor se escribe.
Despacito, poquito a poquito, la desnudez abre el piano de la musa, la
senda del placer querido y el umbral de la enésima dimensión. Erizan sus ubres
los sentidos, el gemido derrama miel, la elegancia muestra terso su pezòn y el
miedo se arrodilla en su pasado. Una libertad se atreve, abraza y posee. Un
cuerpo se deja, goza y siente. El piano muestra sus teclas y en ellas baila una
música, el aire enmudece y un suspiro se convierte en viento. La danza busca la
complicidad, el placer se deja llevar, el roce exige y la ternura exprime una melodía.
Despacito, poquito a poquito, una vela prende su cera, un tinto se
descuelga en dos copas y un viejo acordeón se atreve con un tango. Juegan las
sedas con algodones, un terciopelo se esconde en piel y una estrella camina
fugaz entre dos senos. Una nata cruza màs allà del ombligo y una fresa salta
del champagne y la sigue. Los dientes aprietan labios y una lengua recorre
prisa en su saliva, la espalda empina vertebras, la contorsión enchina piernas
y viejas humedades penetran los ecos del recuerdo. Penetra el cometa su
Universo, diluye ansiedad el deseo, la caricia aprieta y el gemido impone su
grito.
Despacito, poquito a poquito, un café muele su grano, el poeta espera la
última rima y la Luna no se atreve a mover su mar. Nada el silencio en las
entrañas, el mùsculo distende su vigor y canta el grillo su apetencia. El
abrazo es dulce, la mirada cerrada y el sentido expandido reclama eternidad. La
ternura abriga, el tiempo tiembla manecillas y una brisa se empapa de rocìo. Despacito,
poquito a poquito, el café huele, el poeta escribe, la Luna inventa mareas y el
amor… El dulce amor, se muestra hecho.
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