Sujétate a tu sueño,
préndete a la vida…Respira un poco y volverás a ser. Deja que sea tu sangre la
que te ayude, pídele perdón al orgullo, arrodíllate enfrente de tu mar y cuando
una lágrima ose cruzar tu cara, dile que la quieres, que su agua es cielo, que
su transparencia es verso y que su resistencia por caer, es la razón del
recuerdo. No la pares, deja que moje tus labios, recógela en tu lengua y
llévala de la mano, camino a tu alma. Y entonces escucharás cuando la música
arranca una nota de su pentagrama, abrazarás ese acorde y él vibrará, lo
fundirás en tu corazón y el latido bailará, la sangre se purificará y las
arterias expandirán su poder. El miedo esconderá sus infiernos en unan vena
cualquiera, explicará la memoria su siembra, la duda temblará por doquier antes
de morir y el piano del destino, pulirá sus teclas antes que unas sublimes
manos lo toquen.
El mar inventará un azul
y el cielo lo copiará, el viento le pedirá permiso al aire y el volcán a la montaña
antes de su explosión. La poesía le preguntará al verso y sus letras brincarán en
la emoción de un sentimiento. Las tildes mal puestas abrazaran locura y
absorberán los puntos de las íes, la frase corregirá sus espacios, el altar
levantará despacito un mantel manchado de gotas de cáliz y el lobo aullará su
luna entre las sombras de las más viejas ramas.
Rómpete el corazón y se
libre porque esos latidos no eran reales, solo eran latidos de miedo, culpa y
frustración. ….Miedos sometidos, comprados en la hipócrita angustia,
compartidos en la ajena impotencia y regalos de acomplejados seres que rasguñan
vidas en un viejo poder que ni el petrificado machismo alcanza a comprender.
Ven vida, deja y te
abrazo, te arrullo y te escribo de caricias. Permíteme conocerte una vez más
porque le pedí al espacio que alargue tu tiempo, al cielo que guarde mis noches
y a la luna que embravezca de ternura mi
mar. Le pedí al trueno que pose eco en mi alma, al rayo que descanse luz en mis
brazos y al viento que fluya como aire en mi oxígeno.Le pedí a la oportunidad
su viejo tren, a la paciencia le reconocí su bondad y al silencio…Al silencio,
le prendí tres velas, una por su ayuda, la segunda por su autoestima y la
tercera porque en mi sufrimiento, siempre calló. Al conformismo le pregunté por
sus dudas y no me contestó, al escalofrío por sus temblores y escondió sus
filos, a mi añejo tinto por sus vinagres y un espejo me regalò, a mis ceras por
su media luz y me reprocharon la intensidad de mi Luna…A la conciencia le
pregunté quién era y escondió sus respuestas, las puso entre mi alma y mi
corazón, esperó una musa en el tiempo, un alma capaz de recitarlas, una nueva
Luna, una sensación de vida…Una razón de ser, una razón por la que vivir, una razón
llamada libertad.
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