Naciò un beso del alma, un beso sin
labios ni aliento, sin gemido ni suspiro, sin abrazo ni destino.
Naciò un
beso del mar, un beso de espuma y sabor a sal, lleno de versos y reflejos, de
luz y poesía, de magia y sabiduría.
Amigo
del viento y ala de àngel, canción de cielo y terciopelo de Universo, cómplice del
aire y dador de ternura, historiador de anhelos, precursor de sueños y
principio del sentimiento. Lo adoptò el viejo sabio de la màs alta montaña, le
enseñò a derritir nieve, a nadar humedades y a sufrir ansiedad. Lo llevò a la
fuente màs pura y en el cristal de las primeras aguas reflejò deseo, en el
caudal del rìo màs bravo escribió pasión y cuando llegó a la cima de la
montaña, excitò los màs tìmidos aludes de aquella montaña. Y sintió su poder.
Anocheciò el dìa, temblò la nube su color y cien estrellas dibujaron
lluvia en el cielo. Crujìa el tronco y gritaba el fuego, un frìo no se atrevìa
y el sabio dormía. El beso se soñaba, la nieve engrosaba su manto y un ciervo,
en todo lo alto, vigilaba la nueva Luna. De repente un meteorito quemò viento,
la tierra se abrió, erizò la nieve su hielo y de la grieta, un rayo de luz surgió.
Se contorsionò el reflejo, el blanco era càlido y un olor caminaba intenso y
suave. El beso no se atrevìa y la figura se hizo àngel. Abriò un viejo libro de
aquel sabio y con la mirada fijada en el beso, recitò un anhelo de cielo.
“Tù seràs
canción. Una canción con acordes de nostalgia, nacida del piano de los arcángeles
y con la melodía de un viento de Luna. Un sentimiento creado por el amor, un
deseo acariciado de ternura y una pasión escrita en el pentagrama de la osadìa.
Vibrarà tu piel y entre muchos labios sonreiràs, seràs guitarra en desiertos y
ocèanos y en tus cuerdas ahogaràs
espumas y fundiràs mareas. Abrazaràs cuerpos y en cada respiración, exhalaràs
sus miedos, templaràs la dulce flauta de la poesía y en cada uno de sus versos,
escribiràs sus nombres. Seràs miel en àsperas arenas y la erótica razón de una
mirada, excitaràs sudores, preñaràs sueños y en cada gota de tu saliva vivirà
terso, el pètalo de una rosa.”
Despertò
el viejo sabio y el beso le contò su sueño. Pensò, acicalò con vehemencia sus
canas y su larga barba, mirò la timidez de aquella difuminada luna y caminò. Contaba
pasos el bastòn y el circulo cansado, agotaba su diámetro. Sonreìan las viejas
piedras y una nube ayudò tapando los rayos del incipiente Sol. El sabio hacìa
lo que sabìa hacer y el beso, una y otra vez, se probaba, se besaba y se miraba
en su fuente. Pensò el sabio que jamàs había visto nada igual, que ese beso por
ser el primero era demasiado perfecto, intenso y poderoso: Perfecto en su
estructura, intenso en el sentimiento y tan poderoso que robarìa almas. Imaginò
la Creaciòn, el principio de los tiempos y la contìnua expansión del Universo.
Abriò su mente a la imperfección humana, a la reinvención de cada amanecer, al
ocaso cuando se funde en el mar, pero no
pudo razonar “el amor”. Sabedor ignorante del màs grande de los sentimientos
sentò su sabiduría en la roca màs cómoda, dejó caer su bastòn y mirò fijo el
color de aquel cielo.
Por primera
vez, la puesta del Sol pintò utopía en sus ojos. Una nueva Luna nacìa. El
horizonte pegado a su mar languidecía ante tanta hermosura. Juntos los dos,
Luna y Sol, fuego y amor, vida y poesía, pasión y caricia. Un instante, una
ternura escrita, el silencio de dos eternidades, naturaleza expresada en arte.
Estaba escrita la tristeza de aquel Sol por irse. Aferrado con el vapor de sus
làgrimas al manto de su Luna, enredaba fugaces vientos para contener el eco de
tanto suspiro. Poco a poco se iba. Despacito intensificaba el rojo de su agonía
y pintaba lanzas entre las mareas de tanto amor. Y la Luna gimiò. Llena en todo
su esplendor, desgarrò cràteres, suavizò cada uno de sus valles y cubrió con su
velo cada montaña. Mirò de frente al sabio y èste se arrodillo. Con el beso en
sus manos, alzò los brazos y en su cara oculta lo dejó: “¡Crece y ama, perdona y acaricia, vive
intenso y muèstrate libre!”
Desde
entonces aquel beso, el primer beso, vive cuidado por la Luna. Abrigado por su
velo y escondido en su cara oculta. El poeta lo describió y jamàs lo probò: Labios de seda, saliva de miel y dientes de
blanco marfil, anhelo de conquista, cautivador de ansias y cazador de pasiones,
sello de amistad y embajador de paz, pescador de añoranzas y hacedor de
caricias, bandera del sublime deseo y música de cielo para el corazón. Solo el
desamor agrieta de vez en cuando su alma y es entonces que una làgrima se posa
en sus comisuras, un verso en su aliento y un nuevo latido de su Luna lo
regenera. Es un beso eterno, un beso de amor…Un beso de Luna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario