Toco tu piel y siento mi
corazón, acaricio ternura y tocas mi alma, entrelazo dedos en tus cabellos y
siento más que un suspiro. Respiras en mi oído, en mis labios cae una gota de
tu sudor, en mis manos crece una lengua de caricia y en tu espalda impregno un
recuerdo de mi olor.
Junta tus manos, deja que tus
índices se toquen, piensa en mí, llévalos a tu boca, úntalos de saliva y
recorre el ombligo de vida. Deja que tiemblen tus piernas y siénteme. Cierra
tus ojos y escúchame. Deja que la música cimbre tus entrañas, deja que te
penetre el acorde, deja que la inflexión sea perfecta y que el sentimiento te
abrace. Déjame ser en ti, que mi abrazo te abrigue, que mi piel te sude y que
mis manos te digan “te amo”. Deja que un suspiro sea escrito, que un mantra sea
inventado, que un día sea noche y que una Luna, envejezca cualquier Sol.
Déjame ser en ti, dentro de ti
y después de ti. Déjame subir tu montaña, escalar tus precipicios, exhalar tus
miedos y oler tu intensidad. Deja que te dibuje, que pinte cada uno de tus
poros, que enmarque tus ausencias y que imagine tus distancias. Déjame
escribirte, recitarte y así dejaré que mi poesía te posea, te haga suya y
cuando no estés podré reclamar al suspiro su eco. Así dentro te siento, así te
desgarran mis humedades y así se muele el café en cada uno de mis amaneceres.
Respiro y exhalo y entre mis
encías veo tu nado. Entre tus pechos sentir me quiero, en tu calostro crecer
necesito, en tu saliva que amanezca mi rocío y en tu mirada, que se dignifique
mi sentido. Pleitesía no es petición, sino rendición de un sentimiento. Mamar
amor a media vida no es idiotez si las ubres son tus senos, si una de tus gotas
escribe pasiòn en tu pezón y si uno de mis labios puede enchinar las aureolas
de tus sentimientos.
Tengo miedo de mi cielo,
porque su celo es poder, su reflejo es de Dios y su color pinta la pureza del
amor. Le tengo miedo a la distancia, al
mar que no encoge su bravura y al viento que siempre embriaga mis noches con tu
perfume. Le tengo miedo al tango, a la salsa y a la cumbia, porque nunca bailan
cuando quiero y le tengo miedo a una noche sin Luna, a una Luna sin estrellas y
a unas estrellas sin destellos. Pero a lo que más miedo le tengo es a no escuchar
tu olor cada vez que pienso en ti, a no poseer tu cuerpo cada vez que la
imaginación expande mis sentidos, a no poder
escribir jamàs tu gemido y a no poder cerrar los ojos cuando tu música entra en
mi alma.
Te llora mi poesía, te necesita
mi corazón y cada vez que sueño, siento tu aliento correr al abrigo de mi piel.
Entre sàbanas te dibujo y te pinto, entre cejas te pido y en mi pecho nace el
dolor de la esperanza. Cae en silencio una làgrima de tus labios, en mis
entrañas ahogo el eco de tu mirada y en el lado oscuro de mi Luna, siento el
profundo latido de un corazón que cada noche grita, mucho màs que un suspiro.
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