Camina el sentimiento por el más profundo de los infiernos, enredado entre
mandrágoras y viejos helechos, abrigado por tus espinas y mis recuerdos, olido
en azufre y agrio caramelo, escrito en el epílogo de un libro que tú y yo
llenamos día con día, con las huellas de nuestros miedos. Llora el gemido, no
hay eco para el grito, la palabra muerde sonidos afligidos y cada mirada vive de
una pequeña ilusión, en algo que ya fue vivido. Se desvanece la memoria cuando
el amor pierde sentido, cuando somos incapaces de crearlo en nuestro albedrío, cuando
el beso se desprende de su libido, la piel del escalofrío, el abrazo se abre
aburrido, el aliento no tiene contenido y el sueño permanece seco, atrapado en
rencores y remordimientos escondidos.
Nos disfrazamos de orgullo y no
damos opción al perdón, nos gana una falsa razón, deja de latir el corazón, el
alma se aparta y no hay rocío que se atreva a pegar en nuestra ventana, la
belleza de una maravillosa alba. Nos reencarnamos en la desidia, convertimos vida en rutina, las letras en
garabatos sin tinta, mudas y sin rima, vestidas de melancolía y desnudas en
tristezas cuando en cada vientre es la nostalgia, quien las recita. Olvidamos
la poesía, esa que le explica al pensamiento que no hay silencio cuando es el
alma la que escribe sentimiento, la que abre espacio en el tiempo, la que suda
sueño y es capaz de rescatar del infierno, ese amor que un día en nuestra piel,
escribimos eterno.
Quiero rescatar de la noche esa
bruma que entre nuestros cuerpos sabía a fruta madura, del día esa sonrisa que
en tus labios una ansia por mi escondía, del ocaso ese abrazo que tierno nos
consentía y también esos pequeños detalles que siempre caminaban a nuestro lado
y que en el tiempo, fueron olvidados. Quizás un lindo regalo, una monería en un
estuche inventado, esa flor que olía frescura en tu regazo, quizás ese abrazo
que por no esperado nos llenaba de ternura y agrado. Siénteme porque jamás me
iré de tu lado, tampoco en la tristeza y mucho menos cuando tu alma me respire
poeta…te besaré dormida y te acariciaré despierta, te serviré un café con la
miel de una abeja, recorreré tu piel con mi lengua traviesa y te llamaré por
sorpresa solo para decirte, que eres mi reina. Te pensaré y lo notarás, te
imaginaré y lo sentirás, te dibujaré y una ilusión serás, te pintaré y un
hermoso lienzo en el cielo se abrirá, te amaré y nunca más, una duda entre
nosotros nacerá.
Ven porque hoy te haré el amor con detalles,
con esas pequeñas cosas que llenaran tu vientre de mariposas, tu piel de
burbujas hermosas y tu aliento de esa humedad, que se pegará a gotas, sobre
cada sonrisa de mi boca. Solo te pediré un momento, ese en que una mirada te
prometa el cielo, de las estrellas cada uno de sus destellos, de mi alma su
espíritu cuando de ti esté lleno y de mi corazón ese latido que con sangre
llenaré, con todo mi deseo. Caminaremos de la mano, cada piedra será aire y
suave paño, cada espina viento, el horizonte un viejo compañero, cada nube un
lecho y cada palabra el más hermoso de los versos. Soledad le pediremos al mar,
que arrugue tanta inmensidad, que se haga pequeño y nos enseñe lo que es amar,
entre sus espumas, por cada ola, rebozados en arena, imaginados en epopeyas, sumergidos
en sus leyendas y acariciados cada vez que nos llene con su brava marea. Escucharemos
música y la bailaremos, nos besaremos, en la ducha seremos perversos, en la
cocina dos niños inquietos, bajo cien lunas nos amaremos, en el jardín sobre
sus pétalos, cada noche en el gemido de nuestros cuerpos y día con día, cuando
el detalle nos recuerde que nuestro amor, es eterno.
https://youtu.be/chl0OpDWQiY
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