Vengo de
donde no hay nada, de donde vive el silencio y no existe la palabra, del fondo
de un agujero negro o quizás de un perdido rincón en la última galaxia. Vivo
atrapado en un cuerpo que no pedí tenerlo, bajo un cielo que a veces he de
temerlo, sobre una tierra que jamás sueña con mis anhelos y con ajenos que
siempre me juzgan con denostado ceño. Le
pregunto al alma si se siente extraña entre mis membranas, al espíritu que
llevo dentro si respira mis ansias y al olor que me rodea si viene del sueño,
si es el robo de una fragancia o un momento de lucidez de una muerte ya cercana.
Arranca la mano una lágrima de mi retina solitaria, la posa sobre mi piel que
ya hace tiempo no siente nada y de prisa la absorbe como si de un sentimiento
se tratara. Pide el cerebro al tiempo que acelere su jornada porque el día no
significa nada, la noche solo está puesta para el descanso del alma y el
amanecer solo existe porque de la nada, también nace y pinta su alba. El
horizonte pega cielo y mar, el infinito desvela su andar, la eternidad es
respirar y la vida un caminar que ya quiero olvidar. Me quieren hacer creer que
decidir no puedo, que lo que pienso no lo debo escribir en verso, que solo en
débil susurro he de mantenerlo y que sentir tampoco puedo ¡Permítanme! Porque
lo que soy lo siento y porque lo siento me atrevo a decir lo que soy y lo que
pienso: quizás es cierto que de la nada vengo, que nada tengo y nada seré en
otro tiempo, quizás es menester de la ciencia dejar de serlo y de la religión
dejar a un lado el miedo, quizás la ciencia deba adoptar la idea del pecado y
la religión los tubos de ensayo en un laboratorio del Vaticano, quizás somos
arte y no parte, ilusión y no carne…el sueño de un ente grande o un pedacito de
maná atrapado en manos de un gigante. En mi albedrío decido y en mi condición
de humano sentir quiero, porque soy cielo y averno, agua y fuego, metal y
madera, solsticio e invierno y así, percibo a ciegas lo que me rodea: desde el
rugido de la marea al silencio de la Luna plena, desde el hervor de la lava
hasta el chasquido de una brasa, desde el eco de la montaña al alud de una
nieve encallada…siento el sudor del viento cuando mis ojos cierro, lo veo viejo
y cansado de cruzar tantos desiertos, maltratado por levantar olas, cabizbajo por
siempre caminar a solas y fuerte a pesar de los molinos que le quitan horas.
Siento la sonrisa de un niño cuando sueños llora, el rubor de una mejilla
cuando una caricia la toca, la herida cicatrizada de un desamor cuando un beso
la olvida, el escalofrío que recorre mi espalda cuando el deseo es requerido y el filo de la espada desenvainada cuando a mi
libertad le dan frío. Siento porque me da la gana sentir, porque la emoción
explota en mis sentidos, porque no quiero sentimientos llenos de hastío y porque
aún en silencio, tengo mi destino. ¡Juzguen! si son atrevidos pero no olviden
que el infierno en esta tierra es vivido, sufrido y pagado como anticipo. Vivo
atrapado en un cuerpo que no he pedido, en un silencio que jamás he alquilado y
en una sociedad, que nunca he comprado.
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