Brilla el Sol porque de ti nació, deshace la nube su vapor porque un día
de tu olor se llenó mientras nuestra Luna muestra orgullosa su cara oculta,
porque una noche tu mano, sus lágrimas secó. Me acaricia el mar con su espuma
porque lo nadaste y excitaste hasta embravecer la piel de sus olas, me seduce
el sabor del aire porque de ti bebió y se embriagó, robo cada gota de su brisa para no sentir tan
profundo el dolor de mi alma y dejo que unos tristes ojos pierdan en el limbo
su mirada, porque entre amados rocíos, hoy, te escribo a solas. Quiero y deseo
sentirte, besarte, acariciarte y amarte, hablarte y escucharte, olerte y
saborearte, guardarme entre tus brazos, llorarme en tu regazo, gozarte sin
medida ni descanso y cuando el gemido cierre tus ojos, gritar tu orgasmo.
Diluye pintura el ansia, se
desmorona la pared, la cama no resiste y el sueño estremece. El pensamiento es irrelevante, la imaginación
recorre todos los colores, el escalofrío por no tenerte es intenso y el deseo
tan profundo, que no hay sudor en mi piel que no sepa a tu miel. Ya mis manos
enseñan las durezas de tanta pasión, los dedos caminan húmedos entre las burbujas
y algas de tu mar, nuestras miradas sufren deseos, los brazos anhelos, la piel
respira perdida en un cielo que desgarró sus nubes para esclarecer la distancia
y el tiempo, enardece su fuego al
recordar el día que abriste mi ventana y aquel viento sembró tu polen en el
vientre de mi alma.
Llora el deseo porque no es acariciado
en su poro, sufre la nostalgia porque no encuentra música que la baile, lucha
la letra por ser escrita y el sentimiento por ser, solo una letra. Piensa el
aire que de tu olor se debe llenar, medita la Luna cual velo debe portar,
seduce la estrella con su destello y late sangre el corazón del cielo al verte
pasar. Repasa la mano su mejilla y acicala cabellos de ansiedad, sucumbe el
cigarrillo a su ceniza y una vela recoge su cera para enseñarle como chorrear.
Tiembla el añejo tinto en una copa que no es de verdad, sus gotas no descuelga
por miedo a ser bebido y el mosto esconde el olor de su historia en el frío
crujir de un templado cristal, que
reposa amable sobre mármol travertino.
Habla el silencio entre el murmullo del
consentido vacío, desprende su eco la montaña, ruge una ola y embravece el aire
su viento. Viste elegantes sedas el pecado, aviva el infierno su fuego y la
brasa grita. Exhala su gemido el deseo entre salivas y agua de rosas, acaricia
el diente su labio y una lengua muestra tersa su ternura. Suelta el orgullo su
poder, ese poder que ama en la oscuridad, ese vigor que se mueve entre sombras
y rasguña quedito, sábanas de soledad.
¡Mujer que robas el oxígeno de mi sueño y pintas almohadas de angustia
en mis noches! ¡Mujer que de ti nací, que de tu mano caminé, que en tu lecho
amar habré y que en tus brazos, seguro moriré! ¡Mujer que explicas mi vida, que
das sentido a una mirada, ternura a mi abrazo y labios a mis besos!¡Mujer que
un día abriste la ventana y aquel viento sembró tu polen en el vientre de mi
alma!
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