Piensa en mí o no, porque te
daré esa clase de amor que en su primer suspiro sentirás de verdad, ese que en
su aliento me dirás que lo inventó la divinidad y ese que cuando lo tengas en
propiedad, te explicará que ese deseo escrito en mí, es parte de tu
inmortalidad. Piensa en mí porque soy hombre y te quiero en profundidad, de
niño no quería muñecas y aún así te soñé desde mi inocente edad, de adolescente
le dije a mi hormona que me dejara en paz y ahora que estoy listo para amar,
eres tú la escogida, para ser parte de mi eternidad. No es fácil sentir y
explicarle al cielo esta realidad, no es fácil abrir el poro y saber que quizás
no lo llene tu humedad, no es fácil vivir cuando tú no estás ni respirar si en
el oxígeno, no está un átomo de tu beldad.
Piensa en mí o no, porque ya
mi piel se desnudó para recibirte en totalidad, mis ojos no ven más allá que la
sal de tu mar, tus sentimientos y tu espontaneidad, mis dientes ya tus labios
quieren apretar y mi lengua necesita con ansiedad, entre tus cabellos nadar.
Desnúdate porque aun en el pensamiento tus senos quiero acariciar, de tu saliva
me quiero emborrachar y entre tus piernas mis temblores cuestionar. Gírate
despacito porque es mi pecho al que tu espalda se quiere pegar, es mi aliento
el que atrevido te quiere respirar y son mis manos las que por tu cintura, te
quieren abrazar. Mírame porque en ti quiero entrar, saber a qué sabe tu
humedad, abrigarte del frío de mi escalofrío y de tu alma poder arrancar ese
espíritu, que por siempre será mío.
Sé
que el camino no es fácil de andar porque no solo al pensar me vas a encontrar,
no solo por cruzar el mar me hallarás y no solo por leer mis prosas en la
oscuridad, me conocerás. Quizás de frente sea diferente pero de osada será
atreverte, quizás de lado sea más cercano y tendido complaciente, quizás te
parezca muy callado o quizás con un café en la mano te explique, lo que hay en
mi mente. Pero jamás pienses que ya has llegado, porque sentirás que tu alma no
esperaba tanto, a lo mejor te explicaron que mis brazos no eran tan largos o
que mi boca no soñaba tanto como tus labios, quizás la espera te carcomió
entera o quizás tanta vereda, te impidió ver la verdad o la cima entre tanta
nieve espesa. ¡No me tientes porque todavía tocarme no puedes, sentirme creo
que mereces pero la distancia no te obedece!
Piensa en mí o no y mírate, escoge el más
preciado espejo, el reflejo de cualquier luna o la tersa duna de un lejano desierto,
deja que el agua resbale sobre el río y
quizás en su albedrío, me dibuje en tu destino. Quizás sea yo el que mirarte no
merezca, el que poseerte no pueda o el que acariciarte no deba. Quizás sea yo
el que pensarte deba, el que en la oscuridad te lea, el que pula ese espejo, el
que invente un reflejo y el que suavice esa duna de tu desierto. Deja que sea
yo el que anude el tiempo, el que desvanezca en la distancia el aliento y el
que arrugue en el espacio tanto silencio. ¡Déjame serlo! porque en mi anhelo le
pediré al artista del cielo que te pinte en cada burbuja, en cada gota y en
cada piedrita redonda que el destino dibujó, en el dulce albedrío de aquel rio
que en su creación, tanto amó. Y será entonces que en tus ojos me miraré y
desde tu alma me poseerás, en tu boca aprenderé y tus labios me enseñarán, de
mi saliva te mojaré, con mis lágrimas te explicaré y cuando una sonrisa nazca
en mi cara otra vez, sabrás, que por siempre te amaré.