Se atrevió el pensamiento, vibró
una cuerda, resbaló un sonido en la boca, lo atrapó mi lengua y una palabra
sintió que era de a de veras: sus letras eran miel, no había tilde en su cielo
ni coma en su léxico, vestida de luz con botones de sentimiento, era hombre, mujer
y su piel, sudaba llena de Universo. Desnuda salió al viento, no pudo la
garganta tragar tanto aliento ni la música explicar que ese acorde, no era un
invento. Caminaba sola y entre sus dos sílabas se abrazaba toda, era terca, orgullosa
y quizás un poco pretenciosa, eterna, tejida de sedas, de fragancia hermosa,
cuerpo de diosa y a veces, un poco odiosa. Respiraba y exhalaba como virtud
encelada, de lluvia y trueno se llenaba, poseída por la ternura a la envidia
retaba, sonreía y lloraba, reía y en la carcajada se ruborizaba…era plena,
mágica y siempre, más que una palabra. A mi labio se prendió y por más que
quise darle libertad, un miedo la cautivó. Le dije que la tenía que sacar, que
entre mis grietas no podía estar, que quería que la conocieran porque era mía
en verdad, que la sentía, que en mi alma había soledad, que mi corazón de ella
tenía necesidad, que en mi vida había vacío, que solo ella me podía llenar y que
en mi camino, entre tanta piedra, ya me tocaba un poco de paz. Me miró, la
miré, no entendió, la volví a mirar, creo que me despreció, pensé en mi inseguridad,
me leyó, acercó su inmensidad, le presenté a mi mar, de su espuma me envolvió y
me demostró que ella también es intensidad: de mis ojos se adueñó, cada mirada
era soñada, cada gesto un suceso y cada palabra, un beso en mi alma. Frente a
mí se arrodilló y me dijo que también era eterno, que ella me sintió en
silencio, que en la soledad existió en mi aliento, que en la oscuridad siempre
abrazó mi sombra y que ahora, el tiempo le contó que un espacio deshizo sus
hojas, que el libro se encogió, que ya mi mano la tocó, que mi corazón latió,
que aunque sienta seca lluvia, su aire me empapó y que aunque respire despacio,
el ángel que la guarda, ya me poseyó. Y no entendí porque mis paredes seguían
vacías y blancas, mis humedades solícitas y pidiendo batalla, en las miradas
buscaba nada y en mis manos, el vacío todavía se encontraba. ¡Dame una caricia,
una prueba de que estás viva, una enseñanza o quizás un pedacito de alegría!...Con
alevosía le reclamaba, con ansias quería que fuera mía porque en mi guerra ya
no quedaban balas, la paciencia fue barrida y en mi trinchera ya no quedaba
comida. ¡Por favor! ¡Haz que sea mía! Te juro que la querré como mi vida, de
caricias la llenaré, por doquier ternura le regalaré y en la enfermedad, su
vena abriré para escribir en su sangre, todo lo que la amé. De su alma un libro
haré, en cada hoja un beso tatuaré y no habrá segundo que un verso tuyo no la penetre,
ni en su corazón, ni en su espíritu ni en su vientre. Se emocionó la palabra, salió
de mi ánima, el escalofrío fue intenso, sudó la mirada, una emoción desgarró el
alma, se llenó de saliva, ¡tanta!...que se convirtió en lágrima.
Amor, una palabra, una lágrima…y en el
desgarrado deseo escondo mi alma, en la magia de esa palabra mi silencio, en
una lágrima la poesía que llevo dentro y en una vida, ese dolor desnudo en mi
deseo, que llena espacios y se alarga eterno en el tiempo…profunda te siento…
Siento esa pasión que te huele, el intenso
estremecer cuando duele, la emoción de respirar cerca tu aliento, ese sonido
que compone el alma y atraviesa la piel para ser tocado por el viento. Te
siento toda cuando mi carne se abre en capas, cuando en una lágrima te muestro
la saliva de mi garganta y cuando visto mi beso con el deseo más profundo que
escribe por ti, mi ansia. Poseerte quiero y es necesidad del espacio saberlo
porque aún en la distancia, el cielo sabe que te llevo dentro, la nube que en
su vapor crepito lento, la estrella que sus destellos de tu mirada están hechos
y la Luna que aún en su cráter más viejo, tiene tatuado tu reflejo. Escribiré
lo que siento porque es la única opción que tengo de salir del silencio, te
leeré el pensamiento y despacito te recitaré cada gota de mi anhelo. Le diré a
mi cama que aparte las sábanas de su lecho porque es tanto el amor que por ti siento, que
si tú no estás, no quepo dentro. Le contaré al tiempo que sus manecillas ya no
quiero, que se invente eterno y silente, que se encele del rayo al escuchar su
trueno y que sea consecuente, porque todo lo que de él he perdido, lo quiero de
vuelta, inmediatamente. Pasión y silencio, necedad por tenerla y esperanza, por
no ser parte de un olvido. ¡Llora! Llora mi alma, se desgarra el ánima, las
paredes arañan, las palabras se extrañan y las tintas corren y corren entre
venas, papeles y sombras de negro pintadas. La vergüenza deshace sus murallas,
húmedo me desnudo, nadie me abraza, el corazón me reclama y me siento lleno de
una brisa que por rara, es amada, necesitada y soñada. El anhelo es vacío,
exhala tupido entre las enredaderas de mi libido, la imaginación exclama que
todavía no ha sido dibujada y poquito a poquito una emoción espera el alba para
ser explicada. Del primer Sol me lleno y al horizonte en su infinito desafío,
del mar su espejo me llevo y del viento, su cariño. Espero tenso que tanta
humedad brote en pétalos sobre mi cuerpo, que tanto sudor huela perfecto, que
la idea sea traviesa y que el sueño despierte cierto. ¡Llora! Llora hombre
porque sentir pecado es penitencia para el humano pero no para el deseo en un
cielo bien creado, es juicio para el pensamiento reprimido pero no para el amor
porque nació de lo divino, es silencio para un espacio sin tiempo y pasión para
un tiempo, que en el espacio se quedó eterno.
Amor, una palabra, una lágrima…silencio
de una pasión deseada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario