Desabrocha
el tiempo sus horas, desnuda minutos y desgarra cada segundo para sentirse
vivo, el esfuerzo es vano, el amor vence y el profundo deseo lo mata. El
espacio cambia su densidad, el aire su color, huele a limpio y a mojado, dibuja
dorada lluvia el alba y se desparrama entre gotas de seda y plata. Grita el
horizonte que ya no hay eternidad, calcula el cielo su nuevo infinito y muerto
el tiempo, fallece la excusa, calla el ansia, la pasión deja de ser instante y
el beso corta el hambre. Cuenta el silencio que dejó de ser, la soledad no
siente porque no permanece y el abrazo a piel se pega y jamás desvanece.
Llora el
payaso porque una sonrisa pintar no puede, sufre el romance porque anhela
pasión y no tiene amante, habla una caricia porque no tiene piel que la aguante
y se mueve frenética una mano porque en el frío, no encuentra su guante. Le
explica el hombre a su alma que el amor no despierta en el alba, que tampoco
duerme en su cama y que son sombras las
que besan su cara. Excita el viento una supuesta calma. A lo lejos, entre
viejas ventanas, la silueta del poeta a media luz declama, un tormento se
exhala lento, la acera está mojada y la farola apagada. Deshace añeja pintura
la fachada, el portal tiembla frío y la nieve ya cuajada, refleja un perdido
verso sin letras, sin rima y sin nada.
Suelta su
ingenio la imaginación, se aparta el sueño pero sigue la ilusión, el momento es
ahora y el instante del no tiempo, es creación. El poeta escribe lo que siente,
los dedos lo temen y la pluma consiente pues no hay tiempo que lo remedie. El
calor es intenso, se aparta la mano de sus líneas, la pluma escribe sola, el
poeta no piensa, el sentimiento lo persigue, el cigarrillo consume vacío y el
viento no se atreve ni con la pluma ni con el poeta y mejor, vuela hacia otro
destino. Se apaga la vela y el tinto ya no descuelga, sigue el poeta en medio
de su desierto y entre dunas y arenas, le pide una pausa al no tiempo. No ha de
ser su musa quien debe verlo ni tampoco el averno quiere conocerlo, esa mujer
debe tenerlo porque es la causa de su miedo, esa mujer es quien le inspira
lleno y explica su celo. Recorre el poeta su silencio, entre humos desvela su
amor ciego y poco a poquito escribe que esa mujer fue su amante, luego cielo y
ahora, su infierno. Se llena de pecado y a ella le reclama, suda frío y a la
sangre pide calma, rompe su camisa, abre la ventana y desnudo le grita a su
alma: “ ¡ Ven y escúchame porque el sonido del miedo no me deja ensalivar tu
voz, ven y bébeme porque ya le puse dos hielos a mi garganta y por tus besos quiere
ser tomada, atrévete y despierta el erotismo que nos abraza porque ya mi vigor
tu mano quiere, desea profundo entre tus senos ser acariciado y en tu boca
terminado!. ¡Dulce grito que desgarras la membrana de mis sentidos, escalofrío
intenso que estrujas mi nuca y resbalas despacito hasta el fondo del ego
desconocido, espalda que realzas tu espina para contener tanta ira contenida,
dolor que eres pasión y alucinación, erotismo y canción, calostro de poeta succionado
y querido en cada tinta de pasión!...¡Déjame sentirte, sentirte en silencio,
lejos de esos ojos que juzgan y no ven nada, cerca de tu olor y empapado en tu
sudor…sentirte en mi oscuridad, más allá del pecado, donde el deseo es vencido
y la pasión viciada, donde el suspiro traga su aliento y el gemido su
palabra…sentirte en la profundidad de mi alma, entre los susurros de mis
entrañas, mimado por tu mirada y besado
por unos labios, que mojan intensos cada poro de mi cara…sentirte dentro, como
el aire en el viento, como el espacio en el Universo y la brava ola en su mar
abierto…sentirte hermosa, candente y jugosa,
atrevida y cariñosa, maquiavélica y juguetona, cerca del infierno y
dueña del cielo, con cuerpo de nube y humedades en celo…sentirte mujer, única y
maravillosa, tierna y con manos de diosa, presumida y cautivadora, de vida
dadora y amante perfecta a todas horas…sentirte quiero y es tu derecho saberlo,
mi destino hacerlo, tu libertad quererlo y mi pasión, gritarlo lejos!
Caminemos juntos y escribamos un destino, de la mano y con el cabello
recogido para que cuando estemos en la cama, lo dejes tendido sobre mi almohada
o entre las páginas de mi libro. De cerca quiero olerte, saborearme quiero que
lo hagas, poseerte es mi deseo y amarme lo que anhela tu alma. Mujer de fresca
hierba, malta y cebada, burbuja de cerveza que descansas en mi lengua cansada,
exótica vainilla que te envuelves en vara, palabra en boca que te escribes en
prosa y necesitas ser, por mi narrada. Necesito que me penetres con tu mirada,
que excites mi piel cada vez que una caricia me regalas y que prendas la cera
de mis ansias cuando en la mesita de noche la Luna, refleje tu cara.
De
colores me verás porque en nuestra lluvia de estrellas entre tus piernas me
encontrarás, al cielo reclamarás porque en su noche me esconderá y entre tus
muslos me sentirás, al miedo le quitarás el nervio y al pecado su legado, al
silencio le robarás un suspiro y yo te regalaré, el más profundo gemido. Como
mujer sonreirás porque aún desnuda te cubrirá la espuma de mi mar, despacito te vestirás y en seda de luna mi
ansiedad encelarás, llorarás y por cada lágrima, el viento un verso
escribirá…como mujer pedirás y en cada beso, mi poesía te poseerá más y más.
¡Si! te escribiré hasta que la tinta
duela en los dedos de mi verdad, te escribiré hasta que el profundo sentimiento
seque mi alma y toda mi humedad, te escribiré hasta que mi latido sufra y el
corazón calle por oquedad…te escribiré hasta que el silencio del no tiempo me
llame a ser parte, de una alucinada eternidad.
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