Te vi cuando te mirabas en el espejo,
él te disfrutaba y yo a escondidas en la tímida distancia, besaba con mi aire
tu desnuda espalda. Te vi cuando te peinabas y una luz te hablaba, tus cabellos
entrelazaba y una dulce sombra alargada, cubría mi cara. Te vi cuando te
vestías y una seda en tu piel se atrevía, el algodón te acariciaba y un
pervertido botón a las escondidas jugaba. Te vi desnuda, vestida…y te sentí
amada.
Te vi cuando el café preparabas, él
te olía y tú con una cucharita lo mecías, la taza te quería y tú un beso hecho
de carmín y sorbo le escribías, tus transparencias encelaban la mesa, tus
caricias la silla y tu sonrisa, el amanecer de aquel día. Te vi cuando buscabas
las llaves y tu perrito te seguía, cuando la puerta abrías y cuando el aire te olía
pegado cuando salías…te vi distinta aquel día porque quizás, ya no te vivía.
Te vi en la oficina, entre ventanas,
impresoras y modernas tintas, te vi en el almuerzo cuando tu mirada perdida se
llenaba de cielo, tus manos te recordaban que un día fueron mías y entre vasos,
risas y palabras escuché tu voz, como siempre, una dulce melodía. Te vi cuando
te retiraban la silla y con elegancia asentías, el camarero agradecía tu propina mientras tú
girabas tu cuerpo porque de lejos, te había mandado un beso…te vi orgullosa,
ejecutiva y melancólica, te vi dichosa porque sabías en el fondo, que vivía en
tu sombra.
Te vi llegar a casa, desde el coche
saludabas a la vecina, al amigo y hasta en el que nunca pensabas. Te vi cuando
el cancel dejaste atrás, cuando tu perrito te fue a abrazar, cuando una flor se
dejó por ti acariciar y cuando aquella luz solar, sola, te empezó a amar. Te ví
estirada en tu sala de estar, con la televisión prendida sin nada que escuchar,
un té juraba lealtad y en su verde
natural te quitaba ansiedad, te acercaste a tu piano y después de unas teclas
tocar, empezaste con tu cama a soñar. Te vi cansada, de pie pero con la música
en el alma, te vi deliciosa porque una vez más sabías que era mi acorde, el que
tu espíritu siempre tocaba.
Te vi cuando te desvestías y tu cuerpo
mostrabas, tu piel añoraba, tus piernas ya no temblaban y tanta humedad
guardada, ya no tenía mi fragancia. Te vi al apartar las sábanas, cuando le
dijiste a tu cama que jamás me olvidara y cuando besaste tu almohada, al creer que mis labios en ella te esperaban. Te vi hermosa,
bella y cautivadora, mujer, amante y perfecta esposa…te vi sentida, recordada y
extrañada…¡te vi real! como si mi cuerpo en su transparencia pudiera respirar,
como si mi alma hubiera vencido y se pudiera reencarnar, porque del más allá,
quería regresar y hasta fuerza prestada le pidió a mi mar…¡te vi amor!, ese
sentimiento natural que jamás se deja de amar, ese profundo deseo que te
persigue más allá de la eternidad, esa pasión que un día fue realidad y hoy
desde mi muerte, debo llorar.
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