Mírame
despacito y entiende lo que dicen mis ojos. Escucha con atención y podrás besar
mi alma. Siente mi silencio y quizás comprendas mi vida. Deshebra los hilos de
mis letras, porque entre ellas encontrarás el porqué de mis sueños.
Acércate y ve
como esa lágrima recorre mis ojos, se desliza en mi mejilla y suaviza mis labios.
Es la lágrima de la nostalgia, la lágrima que día con día se evapora con el
aire de tu recuerdo. Dame tu dedo y siente la cicatriz que parte mi barbilla:
Es la profundidad del retenido deseo y la huella que dejó tu lengua en aquella
salvaje pasión.
Siento mi
amanecer a tu lado, soltando transparencias entre calientes tazas de café.
Todavía dibujo mis dedos desabrochando los botones de tu blusa, huelo tu piel
retando pecado y humedeciendo el vigor de mis genes. Memorizo tus pezones
atravesando mojadas inquietudes, escribo poemas donde mi lengua suda tu piel y relato
prosas donde tu cuerpo contorsiona mis gemidos.
Gritos y
recuerdos que noche tras noche, aún escribes en mi cuerpo. Sabores y olores que
todavía muerdo entre mis sábanas, éxtasis de mujer que dejas que tu sensualidad
emborrache mi cama y llene de ansiadas lujurias la locura de tanta imaginación.
Bebí tu cuerpo y tomaste por asalto mi alma, comí exóticas flores en tu piel y
sembraste ternura en mi corazón, te penetré y tus ojos me amaron.
Pasiones que recuerdan momentos, encendidos algodones que sanan mi alma. Pasiones que desbordan lágrimas por no tenerlas, pasiones que destierran miedos y alimentan vida.
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