Escucho a lo
lejos los tambores de la libertad. Comparten vientos en la profundidad del
huracán y todavía sus labios sostienen las últimas lágrimas de tanta lucha.
Sangran sus encías y rechinan sus dientes. Lleva en su bagaje la energía de
tantas almas muertas, en la dura lucha
contra la intolerancia. Carga entre sus brazos el hambre de los desahuciados y
el genocidio de tantas dictaduras que rompieron vidas y desprestigiaron
culturas.
Leo sueños en tu
corazón, día con día escucho las voces de mil poetas recitar tu esperanza y
noche tras noche, cuando cierras tus ojos y envuelves con tu piel la magia de
nuestra luna, siento tu necesidad. Te he visto crecer entre torcidos árboles,
sentí tu madurez entre blancas y solitarias paredes, te vi gritar en los
portales de ajenas nostalgias y aún así…Sigues de pie.
Enardeciste
astas, driblando los yugos del falso poder.
Tejiste poco a poco tu lienzo entre los escasos algodones de la
esperanza y en tu encendida ilusión,
encontraste los hilos de tus colores. Sueltas tu orgullo cuando el
viento reclama tu favor, respiras poder cuando la falsedad anida en las
profundas placas de nuestro mundo y en tu generosa humildad, despliegas alas e
inundas con tu amor las carencias de nuestra raza.
Libertad…No te
quiero soñar, te quiero tener. No quiero solo tu abrazo, necesito que
perviertas mis emociones. No pretendas solo robar un pedazo de mi existencia,
pues quiero compartir contigo lo que me queda de vida.
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