Es la hora que el cielo descansa sus ojos y
las nubes aprovechan su letargo para crecer en su horizonte. Es la pausa que
los dioses dieron al mundo para digerir en silencio sus alimentos, es el
momento en que la tarde pide permiso al sueño y éste abraza veinte minutos de
soledad. Es el espacio cuando alarga el tiempo y resurge el descanso en este
maravilloso invento.
Se calma
el viento y llena de dulzura ese pequeño aire que oxigena el instante. Resurge
la ternura en nuestra placidez y duerme la memoria para renacer con nuevas
energías. Sublime éxtasis que pone entre paréntesis un pedazo de vida, letargo
emocional que recarga sentidos y ennoblece sentimientos.
No pienses, solo deja que ese extraño limbo
lo haga por ti. No generes ansiedad, solo deja que sea tu reposo un trocito de
eternidad. Deja tu mente en blanco y no permitas que ni siquiera un sueño perturbe tu distancia. Navega entre la nada y apaga tu conciencia,
deshaz conexiones y logra que tu alma, vibre en el plasma del consentido vacío
existencial.
Dulce
siesta… Pedacito de poesía. Deseo de sabios y viejas lunas, despertar de
mantras y pasión entre los vivos.
Dulce
siesta…Pausa y delirio de mortales. Siémbrala en tu vida y abraza los veinte
minutos más largos de tu día.
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