https://publishers.propellerads.com/#/pub/auth/signUp?refId=Tilr HISTORIAS DE ITACA

martes, 4 de julio de 2017

AMANECE EL AMOR...


                   Amanece el amor, suave y cálido, vestido de escalofríos y cosquillas, vacío en el vientre y latido del corazón, de perdida razón y obstinado sentimiento, de brazos posesivos y fija mirada.
                   Amanece la vida y la naturaleza, inventa sus cuentos. Sufre el pez por convertir una gota de agua en su oxígeno, pregunta el pajarito para qué sirven sus alas y un manotazo de viento le responde. Ya el rocío besa en cada hoja y en cada flor, ya el cielo decidió su color y la Luna su velo…Y antes  de que la inteligencia fuera creada, se creó el sentimiento…Y antes de que el hombre fuera creado, se creó la ternura…Y antes de que el primer árbol envejeciera, se creó el deseo…Y antes de que se creara el Tiempo, se creó la eternidad…Y antes de que la distancia explicara espacio, se creó el Amor.
                  Amanece el amor, callado y escondido, juglar entre versos  y cantares, atrevido poeta dador de rimas, mágica chistera en la sorpresa y sublime tristeza en el abandono, gran hacedor de ilusiones y perverso ladrón de sueños.
                  Amanece emoción en el nido y un ángel lo guarda entre sus alas. Llega el sentimiento y revolotea sobre él, la ternura. Despacito, escribe poesía el deseo mientras la pasión detiene el aire de la nostalgia. Patina en su pentagrama la música por no llenarse de melancolía y un latido, espera paciente por empezar a vibrar. Cierra los ojos el cielo y siente, enrojece el Sol su celofán y empieza  a desnudarse la Luna. El horizonte se separa del mar y llega al nido con cien arcoíris, llora la estrella más vieja un añejo anhelo y la más nueva, destella un milagro… El Amor ha nacido.  Se ordena el caos, la mujer y el hombre son creados, por primera vez la poesía abre su libro y el sentimiento deja el nido y escribe en sus almas. El deseo empieza a vivir en sus miradas, la ternura inventa la primera caricia, la música esboza una canción y el recuerdo del momento, copia cada uno de sus acordes. Regresa el horizonte, pega cielo y mar, en su fina línea deja que el infinito arañe su intensidad y en él, siembra la esperanza de un sueño…Y un latido, empieza a vibrar.
                  Amanece el amor, limpio y sensible, amable y elegante, sensual y sincero. En sus artes, pinta vidas, esculpe sentires y escribe miradas. En sus anhelos, es fábrica de ilusiones, mercado de conocimientos y forjador de sueños. En sus virtudes no hay religiones, sexos ni razas. En sus defectos no hay lágrimas, solo compasión por no entenderlo, no hay abandono, solo ignorancia y no hay tristeza, solo su ausencia.
                 Amanece el Amor, amanece Vida, amanece Tierra…Amanece, sabor a café.



                  

domingo, 2 de julio de 2017

RAÍCES DE LIBERTAD.


                 Acaricié un viento, ese viento que de mi montaña venía. Tomé un sorbo y cuando llegó a la garganta, vibró mi alma. Caí de bruces y besé mi tierra, de ella me envolví, en ella embriagué  lágrimas y en ella copulé, con toda la intensidad de una vida. Desahogué temores y comí arena, desnudé mis pies y alargué mis brazos, besé su manto y en ella fundí, la primera capa de mi piel. Entré a su selva y en su natural laberinto me enamoré, caminé por sus hojas y volé cada árbol, poseí mandrágoras en sus vientres, lodos en sus sienes y cascadas con mis espumas. Robé un pedazo de su sonido y le enseñé a mi corazón a latir en silencio, miré profundo el enmarañado de tanta vida y enseñé a mis ojos que hay cien mil colores, abrí mi boca y dejé que la eyaculación de sus flores permeara mi saliva, desperté mis oídos y le pedí  al cerebro procesar tanta hermosura. Y llegué al mar de mis ancestros, al mar razón de nostalgia, al viejo mar que disimula  arrugas entre las olas de su Luna, al mar de mis raíces. Despacito, lamió mis pies, quedito rugió un ansia, y suave, abrigó mi amanecer. La contorsión era maravillosa, la tierra, el mar y yo. La sensualidad empapaba y el vértigo, temblaba cielo. Nació música en la playa y esperanza en mi alma, el eco se tornó infinito, el beso un gemido y la brisa, agua de labios.
                 Y en el éxtasis, llegó la enseñanza del cuento: “Una vez, un niño recorrió nuestro mundo, nadó en cada uno de sus mares y en cada bravura, recogió un grano de sal. Caminó mil paisajes y de cada río recogió una piedra redonda. Voló a cien universos y de cada uno de ellos recogió su distancia. Recorrió cien mil pueblos y de cada uno recogió sus ansias. Ya cuando iba a morir se acercó a su mar y entre sus olas, un delfín se le acercó, le habló, confió en él y su legado le dio. Partió el delfín aguas adentro y a medio camino, brincó, jurando su entendimiento con aquel niño”.
                 El tiempo detuvo su reloj, la distancia evidenció su cobardía y el velo del pensamiento, cerró entre mis puños la elegancia de tanta sal. Palideció el Sol, pues anquilosado en su horizonte no daba crédito a tanto amor y poco a poco se volvió a esconder. Tampoco la Luna se atrevía a emerger y el cielo no sabía qué color tener. Y fue entonces que sonaron por doquier los tambores de nuestros pueblos, el indio danzaba y enterraba su hacha, mordía el esquimal su anzuelo y en sus fríos, sentía fuego, explicaba el sabio a su tribu extrañas visitas en viejos tiempos, caminaba el Chino su gran muralla y los adictos al amor, meditaban una caricia qué inventar. Lloraban los pueblos sus inquisiciones y reían los sentimientos el poder de una libertad, que poco a poco enchinaba piel de cualquier color, que daba razón a cualquier sexo y que a su paso, despedazaba pecados, religiones y dictatoriales gobiernos. Era un amanecer precavido, cuestionado en sí e inquieto por no saber si de verdad era.
                Caminé despacito y poco a poco recordé de donde venía. Calcé mis pies y de reojo vi como el mar pensaba con la tierra y ella, se dejaba pensar por el mar. Me escondí entre los primeros arbustos de aquella hermosa selva. Miré, emocioné lágrimas, sorbí aquella sal y de mi tierra y de mi mar, me volví a enamorar.
               De los cinco continentes, llegaron mil poetas. De siete mundos, mil sabios. De once cielos,  mil ángeles y de cien universos, un millón de estrellas. Yo solo miraba. Los sabios vestían elegantes barbas no todas blancas, las estrellas resplandecían nuevas sedas y los poetas destilaban gustos y sabores, algunos de corbata y costosas tintas, otros de sandalias y algodonadas transparencias,  con lápiz escaso de punta y cuaderno bajo el brazo y los más viejos llegaron desnudos porque solo escribían con el alma…Los ángeles, solo perfectas y tersas alas.
              Giraron sus instrucciones la tierra y el mar. Les pidieron consenso, les explicaron unión, solidaridad y verdad. Les pidieron pensar y escribir solo una palabra, esa palabra fundamento de la existencia, esa palabra que por sí sola respira…Esa palabra que por común acuerdo explicara todo, esa palabra que uniera. Los dejaron a su libre albedrío. Tendieron exquisitas mesas, prendieron mil ceras y sirvieron añejados tintos para que descolgaran sus gotas en cada una de las copas. Y empezó el aquelarre Universal.
              Intentó brillar el Sol y el primer ángel le dio un alazo, un sabio le pidió paciencia, el poeta elegante solo miró para otro lado,  lo ignoró y la estrella más lejana, opacó con su primer destello sus ansias. El cielo preguntó y nadie le dio un color. ¿Y la Luna? La Luna dormía pues en su sabiduría, confiaba en su madre Tierra y en su hijo adoptivo, el mar. Y todos hablaron, discutieron, murmuraron, susurraron y pensaron. El sabio recriminaba al poeta su falta de verdad y el poeta al sabio su falta de sentimientos, las estrellas recriminaban su trabajo a los ángeles y éstos les  reprochaban sus desiguales destellos. Ya el arrepentimiento del mar y la tierra por convocar aquella aquelarre de palabras estaba por llegar, cuando de repente un delfín brincó del agua y empapado de sal, salpicó a todos los presentes. Vomitó un legado, una promesa y un compromiso. El delfín cumplió y se fue. El legado fue entendido por todos, la promesa que aquel delfín había hecho al niño estaba cumplida y el compromiso ahora vivía en todos ellos. Un niño junto la sal de los mares,  las piedras redondas de los ríos, juntó distancias y las ansias de cien mil pueblos…Y todos supieron qué palabra escribir: “Libertad”.
              Una palabra fácil de pronunciar y difícil de alcanzar, fácil de escribir y difícil de conseguir…Fácil de soñar y difícil de abrazar.
              Quiero dedicar este escrito a todos los pueblos que aman la libertad, a esos pueblos que cada día luchan por ella y a los que, en los versos de sus poetas,  escuchan el crujido de su Tierra derramando sangre por conseguirla. La Libertad no tiene dudas y sus Raíces no se tocan.  Los admiro y con ustedes estoy, siempre.


             
                

                 

sábado, 1 de julio de 2017

LÁGRIMAS DE UN DESEO...


                       Un día vi unas lágrimas llorar y busqué, indagué, miré alto y descubrí que del cielo venían.  Le pregunté al viento y no contestó, reté a una nube y se evaporó, tapé el Sol con un dedo y se hizo más chiquito, intenté mirar de frente a la lejana estrella y desapareció.  Entonces comprendí que debía preguntar dentro de mí, en ese espacio que existe entre el corazón y el alma, en ese espacio donde los latidos se funden con las ansias y la sangre con el deseo…Ese pedacito de libro en blanco, que mantenemos vacío y que solo la soledad, se atreve a escribir.
                      Y recordé aquella noche que fijé la mirada en la desesperación, aquella noche que mi piel la necesitaba, la noche en que mi Luna gritaba distancia y la sabia Tierra enfriaba mis pies. Recordé una promesa de amor, un juramento de pasión y el desafío de una sinrazón: “Noche que alargas los pétalos del amanecer, crueldad de vida en la intensa existencia del sentimiento, nostalgia hecha con música de ponzoñosos acordes que no dejas que el oxígeno de su amor llene mi corazón. Noche que dibujaste imaginaciones de dulce entrega, de sensual posesión y de un calculado erotismo, pactado en nuestros sueños. Porque hoy tenías que ser mía, mostrar la tersura de tu espalda ante mis manos y la belleza de tanta ternura ante mis ojos, dejar que tus labios siguieran mis instintos y que tu boca guardara húmeda la esperanza de mi deseo. Esta noche tenía que ser tuyo, abrigarte de cariño, sentirme esponja en tu baño y algodón entre tus sábanas. Todo tuyo de principio a fin, desde el primer beso hasta el último suspiro, desde la primera caricia al gemido del amanecer, desde la primera palabra hasta el éxtasis de nuestras almas y desde el primer deseo hasta la copulación de la infinita pasión. Pero hoy no serás mía ni tampoco yo tuyo, el destino no cruzó caminos, el viento no enredó nuestros olores, la Luna ordenó y el mar se calmó…Y el cielo, el cielo se equivocó…¡Cielo que das y quitas vida, que cambias de color y mueves a tu albedrío los días y las noches de amor! ¡Cielo que juegas con los atardeceres y pegas ocasos en diferentes horizontes!¡Cielo que eres naturaleza y por tanto, maravilla y ternura, canto y agua, abrigo y sal…Llévate mi deseo, este deseo que rasga mi corazón y subleva el alma, este deseo que abre mis arterias y arranca malos sudores en mi piel, este deseo tan intenso que mis tintas ya no se atreven a escribir!¡Llévatelo, porque ella no está!”

                   Firmé una carta a la desesperación, un epílogo a mis sentimientos y le dí cárcel a mi corazón. Arrugué mis palabras como papel maltrecho y las tiré a la basura de la ignorancia y el profundo despecho. Pero el reto había sido lanzado, el cielo se llevó mi deseo y hoy cuando lo miro, recibo su poesía, su recuerdo y de su alma, solo caen lágrimas.


viernes, 30 de junio de 2017

EL COLLAR DE PERLAS...


                  Era temprano, pero quería dormir. De esas veces que lo único que quieres es cerrar los ojos y que se acabe el día. Pues bien, me dispuse a mi cometido: media posición fetal, mano derecha bajo la almohada, sábana tullida entre mis piernas, ojos bien cerrados, mente rozando blancura…Y de repente, un sorprendente cosquilleo en mi oído interno izquierdo, algo inusual, algo raro pero sabroso, como pequeñas uñas rasguñando, como chiquitas caricias…Como ternuritas del más allá o pequeñas incitaciones del más acá. Presto el instinto, colocó el dedo índice en ese laboratorio de sonidos, urgó despacito en él y de repente el grito me ensordeció. Me levante, tiré las sábanas, brincó la almohada  y la posición medio fetal tomó la disposición de un guerrero atento y perspicaz. Prendí la lamparita de mi mesita de noche, raudo caminé al baño a desafiar mi espejo, quité el dedo, giré poquito la cabeza en un movimiento pensado y calculado para que mis ojos no perdieran de vista aquella imagen. Todo era silencio, ni siquiera los vecinos gemían (Claro!!! Es que era temprano y no era sábado), empezaron las gotas de la incipiente lluvia a pegarse en las ventanas y el primer trueno, me asustó. No era mi oído, era el cielo. Seguí atento a mi surrealidad, estiré el lóbulo de mi oreja, recorrí su trasero, hice ventosa con mi dedo y nada. Todo es su lugar, todo perfectamente encerado a su nivel y todo quieto en sus nervios.
                 No era un sueño, pues mis ojos,  acababa de cerrar. No era sugestión, pues lo único que deseaba era dormir y ya mi mente respiraba albas blancuras, no era imaginación pues ya la había dejado toda en mi último escrito, quizás solo una mal interpretación. Y eso me consoló. De nuevo me dirigí a la cama y está vez mi posición medio fetal se tumbó en mi lado izquierdo. Mano bajo la almohada, tullidas sábanas entre mis piernas y mente quien sabe de qué color. Y de pronto, un grito: ¡Me ahogas, duérmete del otro lado, imbécil!. Esta vez no me levanté, me calmé, eso era real, surreal pero real. Despacito di precisas instrucciones a mi brazo derecho, para que mi mano prendiera la lamparita, poco a poco despegué mi cabeza de la almohada y la sorpresa no fue surreal, fue abstracta y fóbica. Ahí estaba aquella criatura. No era un hada porque no tenía alas ni campanitas, no era un gnomo porque no era feo ni usaba gorro, no era un elfos ni ninguno de ellos. Tampoco era Santa Clos pues no tenía barba ni renos a su lado, no era ni gigante ni enano pues en su admiración lo medí y solo cubría el espacio entre mi uña y la primera falange. Era un ser medio atómico, con ojeras y que hablaba como yo. Sus grandes cejas, delataban su mimetismo, sus manos estaban llenas de una extraña tinta y sus pies, olían a dolor de tanto camino vivido.
-          ¿Quién eres?
-          ¿Quién eres tú? Me replicó y prosiguió…
-          Cuando tú sepas quien eres, yo sabré quien soy. Solo te pido que te definas, dicen que en el buen pedir está el buen dar. Solo dime.
-          ¿Quieres que te cuente mi historia?
-          No, por favor. Esa me la sé de memoria. No es aburrida, más bien diría atípica, pero ya me la sé. Lo que quiero, es que de una vez te definas y así sabré a donde voy.
-          Soy hombre, me gustan las mujeres, a veces escribo y otras trabajo…
-          Te dije que esto ya lo sé. Joder!!! A ver, te contaré una pequeña historia y entenderás.
-          Adelante! Empieza! Soy todo oídos (nunca mejor dicho)
                 Y mi pequeño y punzante amigo, se puso cómodo en mi almohada. Se quitó los zapatos, sacó un diminuto cigarrillo de quien sabe dónde, lo prendió, sirvió en copa un viejo tinto de quien sabe que bodega y en su primera exhalación susurró: “Ahí voy”
-          Un día, hace muchos años, alguien me hizo un encargo, un divino encargo. Debía cuidarte, archivar poco a poco tu vida y de ahí tener la capacidad de asesorarte. Y empecé bien, tu niñez fue la que debía ser y yo trabajaba bien, en tu adolescencia me sacaste de quicio pero soporté estoicamente tus hormonas, pero en lo que llaman el principio de la madurez, me volviste loco. Empezaste a decidir, a pensar, a reflexionar…Tuve que indagar muertos archivos para comprenderte, incluso deshojé los de tus padres, abuelos y bisabuelos…Y tú, a la tuya. Te valió un sorbete la genética, reinventaste tu educación y te pusiste a resolver problemas que no eran tuyos. Muy temprano te levantaste en la tristeza, viviste la mentira en tu generosidad, besaste pasión por resolver tus ansias y deambulaste por atajos con tanta intensidad, que ni el viento se atrevió a borrar. Y yo, en mi fragilidad, renuncié.
-          ¿Renunciaste a vivir en mí?
-          Renuncié a ti. Pero no fue fácil, porque en el fondo te quería, te amaba y seguía deseando estar contigo.
-          ¿Y qué hiciste?
-          Me mordí un ovario y parte del otro. Conté despacito hasta un millón. Salí a caminar, mientras dormías y hablé profundo con el Sueño, para que te cambiara. Entonces el Sueño, habló con tu Luna y ésta, maestra de la eterna sabiduría, le dio un collar con siete perlas. El Sueño me lo entregó y me explicó: “Nuestra Luna me dio este collar, tiene siete perlas y sin que él se de cuenta, cada vez que el Tiempo te lo mande, una pegarás a su alma. Cada vez que lo hagas, un cambio notarás, lo archivarás y tú también, en él crecerás. Cuando te pregunte, dile que es un collar prestado hasta el día de su renacimiento. Entonces,  se deshará y cada perla seguirá su destino.”
-          ¿Y lo hiciste?
-          ¿Tú que crees?
-          ¿Y dónde están mis siete perlas?
-          Son tus seis hijas y tu hijo, los que te dan fuerza y razón para vivir. Están sembradas en tu alma y aunque a veces no lo creas, viven en ti. No hay distancia entre ellas, no hay tristezas, no bailan en rencores y jamás se desconocen… Solo fluyen en una misma sangre, la tuya.
-          ¿Y tú, quién eres?
-          ¡Soy tu conciencia, mi amigo!¡Qué trabajo!¡Joder!¡Divinidad, quiero pago por horas extras!
                 Quizás no lo sepas, pero cada uno de tus hijos, es una perla de ese collar que quizás tu conciencia, en su persistencia, ya  sembró en tu alma para que las cultives día con día. Son perlas prestadas que debes educar, abrazar y amar. Sé consciente de ellas y de tus actos,  porque en tu ejemplo crecerán y un día, para bien o para mal, cambiarán tu mundo. Toma conciencia, de ti depende.



        

-           

miércoles, 28 de junio de 2017

CORAJE DE LUNA...


                      Dormía entre sus velos la Luna, vestía seda la noche y las estrellas lucían escondidas en su timidez.  La tristeza cubría el cielo y ni cuenta se daba el viento, metido en ajenos huracanes. Las nubes se llenaban de lágrimas y el rayo solo flotaba entre ellas, esperando un trueno que lo despertara.  El verde terciopelo de la ternura ya no se atrevía a besar piel y la caricia recelaba miedo por tocar. El eco de las montañas solo rebotaba gritos de roncas gargantas, la miel resbalaba hiel en su panal, la rosa perdía sus pétalos y erizaba espinas por doquier, el eje de la Tierra, desviaba su inclinación y los icebergs, nadaban sus fríos entre ríos y mares. La Luz, poco a poco se apagaba y el verso se refugiaba en su última tilde, en esa tilde donde vivía la expresión de su postrera rima.
                     Llegó el primer trueno y el rayo dejó de flotar, preparó sus armas y esperó. Despertó en el estruendo la Luna, rasgó sus velos y se puso a mirar. No comprendía, pero como buena ejecutiva debía actuar. Desnudó a la noche y con sus sedas se vistió, dio un chasquido con sus dedos y las estrellas la miraron, chispearon  y empezaron a generar sus destellos. Miró de reojo a su Sol medio dormido, lo besó y le cuestionó su desidia. En el intervalo del sueño, la tristeza se había apoderado del cielo y era tan intensa su densidad que desvió el eje terrestre y seguía incisiva, lasciva y morbosa en su cometido. Y la Luna en su coraje, al Sol gritó y le reclamó otra vez su desidia e incompetencia: “Siempre que abraces tu ocaso, despiértame, porque nunca podemos estar los dos en el sueño. Siempre que te acuestes, primero asegúrate de  darme mi beso de buenas noches y siempre que yo despierte, quiero tener el reporte de tu día en mi mesita de noche. ¿De acuerdo?” Asintió como pudo el sonrojado Sol y se puso a trabajar. Por primera vez, estarían juntos, noche y amanecer, amor y poder…Sueño y vida.
                    El Sol convocó a junta a los volcanes de cien montañas y les pidió exhalaciones de vapor, así llenaría millones de nubes que lloverían por doquier, sembrando agua de vida. Y eso, a la tristeza le dolería. Soltó a su ejército de rayos la Luna y llenó el cielo de una intensa telaraña de luz y poder. Cada rayo, cortaría una sombra y con ello la tristeza se haría vulnerable. No contento el Sol con sus volcanes soltando vapor, mandó un mail a cada ser humano y les pidió, que cuando vieran otra vez su ocaso, cuando vieran a su hermosa Luna, todos a la vez hicieran el amor, mucho amor, que inventaran caricias, nuevas ternuras y sobresalientes travesuras. La Luna soltó una carcajada y le dio una palmadita a su Sol: “Buena idea, me gusta que de repente, pienses..Jajaja”. El sonrojado Sol, solo sacó pecho y algún que otro erupto de fuego. Poco a poco la tristeza se desvanecía, pero ejerció su última opción: Enamoraría al Sol y reinaría por siempre. Llegó a su lado, coqueta y vestida con negras sedas. Poco a poco dejó ver su cuerpo, blanco e inmaculado pues nadie la había poseído en su totalidad. Cayeron sus sedas y el Sol se prendió. Se contorsionó despacito y mostró la sensualidad de sus lágrimas. Lo miró y lo sintió muy prendido y fogoso, lo que no sabía en su ignorancia, es que era su estado natural. Al no ver reacción, le preguntó: “¿No me darás mi besito de buenas noches?”. El Sol accedió y casi le quema media mejilla. La tristeza gimió, pero de dolor. Y el Sol le preguntó: “¿Y a mí no me darás mi besito de buenas noches?”. Y la tristeza respondió: “No, soy la tristeza y no doy besos”. Entonces el Sol, llamó a su Luna, juntaron labios, enredaron lenguas e inventaron magia en un gran beso Universal. La tristeza se desmoronó, los icebergs regresaron a su polo, el eje terrestre recobró su verticalidad, la miel volvió a ser miel y los panales de ella se llenaron a rebosar, las rosas crecían con naturales espinas y con pétalos de mil colores y la Tierra revivió.

                   Ya el Sol, cansado y desvelado, se dispuso para su segundo ocaso en un día. Como siempre no escribió su reporte a la Luna, pero ella esta vez sí comprendió. Se vistió con sus mejores galas nuestra Luna, algodones, sedas y diamantes pegados, vió que todo estaba en perfecto orden y cuando se acordó de los miles de millones de mails del Sol…Se desnudó y mostró su elegancia a la Tierra. Pero nadie la miró, todos hacían el amor, inventaban caricias, besaban nuevas ternuras y algunos, no todos, imaginaban sobresalientes travesuras y otros, como no sabían lo que es el poder de la imaginación en el amor, solo rezaban en soledad. Pero como en botica, en nuestra Tierra, hay de todo y para todos. Que la tristeza nunca viva en sus corazones. Cuídense.


TODOS MORIMOS SOLOS...


               Poco a poco, llega la muerte. ¿No la sientes? Camina despacito en silencio y de puntitas. No avisa pero no traiciona, no espera pero te da ventaja, no te pregunta pero le da respuesta a tu vida. Desde que naces, ella empieza su viaje y uno por uno, cada maestro es analizado, cada aprendizaje examinado y cada sufrimiento, escrito en su bitácora. No siempre es generosa pues el Tiempo en ella se arrodilla, no es  seductora porque su desnudez, jamás pinta lienzo alguno, no es poseedora, solo es dueña de su instante. La ciencia le pone cuerdas y ella las brinca porque sabe cuándo y cómo, el presentimiento a veces late su presencia, pero si la decisión no es tomada, solo se convierte en extraña pesadilla, El sueño la invoca, ajenas conciencias la piden y el coraje de la vida a veces la necesita. pero ella se queda quieta, esconde palidez en la primera esquina y escucha el silbido de tu impotencia, el grito de tu cobardía y el gemido de la calma consentida.
               La soledad no es su amiga sino hasta el momento requerido de su abrazo, la iglesia no es su templo porque hace tiempo desechó de él a sus mercaderes, la religión no es su fin, solo un extraño invento para entenderla, el miedo no la conoce pues con el pecado siempre se quedó y la pregunta sobre su después, ya la contestará la incipiente y verdadera vida. El ser humano es un animal con alma, razón y quizás inteligencia…La muerte es una condición de vida, que roba el alma, le da ignorancia a la razón y abraza al espíritu con la inteligencia Universal. Todos somos muerte y seremos vida.
               La conciencia se va, el oído escucha y el olor sufre ansiedad. Las pestañas se cierran y los ojos ven otra luz, El tacto ya no quiere otra mano y el corazón deja de latir. Huye el alma de su claustro y sigue el camino de un hilo de plata, cosido al cielo por tu ángel. La música del trueno te eleva, los colores te transportan y la dimensión se desdobla en cien espacios. El momento es único, el deseo intenso y la Luz, conmueve infinitos jamás conocidos. Ruge el astral y se arruga el humano, grita el Creador y vibras en su eco, expandes espíritu y pudres carne. Ahora sí eres feliz porque en tu última exhalación, respiraste vida.
               Llega el cometa y en él fundes alma, la eternidad abraza tu espíritu y poco a poco la consistencia,  derrama las últimas lágrimas que sentirás. Llega la otra conciencia, esa conciencia que entiende todo y nada pregunta. Otro cuerpo viste sedas en tu luz y el sublime deseo vive puro en el perfecto amor. Ves como el Tiempo nada en una prehistoria ya aprendida, comprendes el espacio como és, sin distancia, sin pausa y sin oxígeno. Tus seres queridos te esperan, los hueles y ya saboreas el recuerdo de su abrazo, miras detrás y nadie hay, tu cama quedó vacía, quizás tu recuerdo expire pronto o quizás no, quizás no lo quisiste pero moriste solo, quizás el libro de tu vida, algún día alguien lo leerá y el aprendizaje seguirá.  La muerte siempre escogerá tu último momento de soledad, el tiempo exacto en que tu alma esté preparada y el instante único, generoso y desinteresado en que seas capaz, en un acto de amor contigo mismo, de liberar el espíritu de tu cuerpo. La muerte no es querida, pero siempre está, no es dulce pero su caricia abre las puertas de la eternidad, no habla, pero siempre, en ese cordón de plata, se escribe la verdad: “Todos, morimos solos”.




martes, 27 de junio de 2017

EL BOSQUE DE LA PACIENCIA...


                               Entré al bosque de los mareos, al antiguo bosque, donde los druidas enredan sentimientos, las ortigas acarician y las espinas muerden. Un bosque de sombras no nacidas de luz, de viejos troncos y frondosos árboles, de lianas cazadoras y arañas compungidas en telas, que no son de su calaña. Un bosque lúgubre y cansado, donde las criaturas son nuevas para la humana razón y las palabras navegan en lodos que ni el barro penetra. Camino descalzo, las piedras dejan su arena y se clavan en mis pies, mi piel huele musgo y veo crecer el hongo bajo la sombrilla de una flor de loto, imaginada y dibujada en mi mente como el hada de mi perfidia. Escucho como sucumbe el cielo y se moja la lluvia en mis cabellos, siento como la enredadera agita mi cuerpo y la planta carnívora deshace mi ropa. Caen los botones, las tiras de algodón, lo sintético se permea y la piel expone el temblor de mi frío sudor. El sufrir necesita lágrima y en la mejilla cae, el dolor pide calma y la mente se la regala, brota el ansia y los dientes muerden labios, a lo lejos amanece la Luna y no hay lobo que la aúlle. El castigo es infiel con la historia, la muerte sola se reclama, el infierno muestra sus flamas y el gnomo del bosque las abraza. Baila, brinca y danza el juglar del bosque, un hombre con cara de niño y cuerpo de centauro, con nombre de poeta y labios de sirena, con razón de vestal y entendimiento medio humano. Escribe escondido el sereno del bosque, viejo sabio de amañadas llaves y poseedor de los más bellos portales. Despiertan las sílfides, abren bocas los enterrados amantes en viejos árboles y sonríe la señora fantasía.  Llora su amargura un espíritu que solo enterró el corazón y dejó su alma vendida entre los ojos del gran búho que solo la excita, cuando su cuello contorsiona. Cada día vivo mi bosque y cada noche lo camino, en cada sueño lo imagino y en mis pesadillas, abrazo sus miedos.
                             Se cuenta en mi sueño, que una doncella entró en él. Era hermosa, de alma blanca y perfectos pies. Incrédula de mi relato, entró al bosque. Asumió el reto y lo caminó desnuda. En sus primeras hierbas, pudo oler mi lejana historia. En aturdidos troncos posó sus manos y tocó las cicatrices de las navajas de una vida. Sintió al erizo del tiempo resbalar por su espalda, al hechizo de un libro abierto, posar una lágrima en sus ojos y al recuerdo de un inquieto mar, gritar sus añoranzas. De pronto, un pequeño ser apareció, cara de sabio y viejo anciano, cuerpo pequeño y vacío de manos. Sorprendida por su ancestral cabeza y pequeña talla, le sonrió amabilidad. El pequeño ser sin boca, le habló. Atenta lo escuchó. De repente desapareció y dejó en su mente grabada la palabra “paciencia”. Ella comprendió: Sabia y vacías manos. Siguió caminando y vió como el Sol, perdía su intensidad, como la nube llegaba acompañada de oscuro color, como el viento en su silbido carcomía silencio y como el aliento del bosque comenzaba a exhalar, ronco y profundo desde su garganta. Las grandes lianas del espíritu de mi bosque se enredaron a sus piernas, las sujetaron y poco a poco exprimían sus ansias por seguir caminando. Intentó quitárselas, pero llegaban más, muchas más. No las sentía y el dolor ya rasgaba su vientre. Se desmayó, aletargó su pequeño sueño y al despertar vio como aquellas lianas ya no estaban en sus piernas, solo la observaban y a su lado, aquel pequeño ser, sabio y vacío de manos. Lo escuchó. “Son dudas y mientras esté contigo solo te mirarán, pero jamás te poseerán”. “Ven, te guiaré y así me conocerás”. Se dieron la mano y aquel pequeño ser sin boca, siguió hablando: “Soy el dueño de este bosque que él (se refería a mí) fue creando, sembrando y poco a poco iluminando. Nací sin un escrito sexo,  crecí entre malezas y viejos arbustos, tantas veces exiliado por los nervios de las inquietudes, tantas veces despreciado por sueños inacabados y tantas veces odiado por el Tiempo. Siempre a su lado, siempre incondicional, siempre luchando por sus miedos y siempre, su leal y mejor espadachín”.
                               Y el camino se abría a sus pasos, todo era luz, belleza y armonía. Habían miles de seres ahí, unos disfrazados de música y otros de ilusión, unos sacaban miel de lo que parecía un podrido tronco y otros, contaban las cien Lunas que amanecían en cada horizonte creado en aquel sueño. Ella no lo podía creer, pues mi relato era otro, era triste y agónico. El pequeño ser sin boca, no paraba de hablar: “Un día me contó de ti, juntos reflexionamos y nos fundimos en un gran abrazo. Me hizo dueño de su bosque, me pidió recibirte y guiarte, me pidió que me mostrara tal y como soy, pero que no lo mostrara a él, tal y como es. Como puedes ver, mis manos están vacías porque en él, todavía no estás. Tú lo sabes, mi nombre es “paciencia” y desde que me hizo dueño de su bosque, en mí te espera y en silencio te ama. Ven, te mostraré la salida porque él ya despertó, empieza a recordar este sueño y su amanecer ya huele a café y a ti “.



      

lunes, 26 de junio de 2017

ABRÁZAME FUERTE...


                  Abrázame fuerte porque de ti, necesito la ternura de la caricia más poderosa que existe, tu abrazo.  Pídele a la noche que esconda sus estrellas, porque en la oscuridad es más intenso, recuérdale al silencio que invada ese instante, para que nuestras pieles se puedan escuchar y grítale al poeta de nuestro amor que por un momento deje de escribir y que se ponga a soñar.
                  Te veré y me verás, de cerca desearé tu aliento y tus ojos cerrarás, sólo la Luna nos mirará y un beso nacerá, preguntará tu pensamiento y mi atrevida imaginación le contestará…Y le dirá: Abrázame como el viento posee al árbol, como el mar enreda la suave arena con su espuma, como el águila con sus alas acaricia el cielo y como el olor de una taza de café quita el sopor de un amanecer. Abrázame con ternura porque eres mujer y de ella naciste, hazlo con premeditación y alevosía  porque el deseo de tanta pasión te lo pide, muéstralo desnuda porque en cada uno de tus poros lo sentiré y recítalo con todo tu amor para que mi alma lo escriba con sangre en cada latido de mi corazón.
                  Nacerá tu abrazo y en el camino, el mío pedirás. Seré fiel a mi cuna y llenaré mis brazos de sensibilidad, le pediré templanza al músculo y generosidad a mis manos, respiraré y en mi desnudez verás fuerza, exhalaré y sentirás como se eriza una pasión, rodearé tu cuerpo, soldaremos pechos y sudaremos sueño. Contorsionará la sensualidad, el erotismo imaginará, el calor vibrará y una lágrima, una lágrima de sentimiento, por nuestras mejillas resbalará.
                  El abrazo rozará eternidad, el tiempo se detendrá y el cielo su noche alargará. Nos convertiremos en uno y sin hablar, el verso escribirá las más candentes rimas. Viviremos el gran baile de los sentidos, inventará la música un pentagrama hecho de piel y la orquesta tocará cien acordes por cada beso, cien notas por cada caricia y una canción de amor por cada mirada. Y los invitados llegarán poco a poco al baile. Se mirarán, se enamorarán y danzarán y danzarán sin parar…Mis manos con tu espalda, tus dientes con mis labios, mis dedos con tus cabellos, tus pezones con mi pecho, mi lengua con tu cuello, tu saliva con mi vientre, mi boca con tus muslos y tu mirada con mis ojos. Y el baile es majestuoso y ya nadie cabe en la pista. Se levanta mi poesía e invita una copa a tu alma, se juntan nuestros corazones y piden una botella (los camareros se vuelven locos), la atrevida perversión le quita la silla a la decencia, se cae y se lleva mantel, copas y mesa (todos ríen), llega el silencio con el traje más caro y seguridad lo bota a la calle, el sentimiento mira de reojo a la orgía, desconfía pero ella lo invita a bailar y acepta (¿qué otra opción?), vomita su borrachera la intolerancia (¿Quién la invitó?...”Siempre se invita sola”, murmura la razón), y libertad hunde su cabeza en el excusado, entra el Amor y todos aplauden.
                  Abrázame fuerte, porque el baile todavía no termina.
                 



                 

domingo, 25 de junio de 2017

LA BELLEZA DE UN MOMENTO...


                      ¿Lo sientes? ¿Lo tienes? Espera, porque las manecillas están escribiendo el momento, el espacio nos pega y la mirada nos posee. El aliento acorta bocas y el deseo, huele a tentación. El amor, absorbe entre poros, su tántrica forma, la mano no alcanza piel y el vello, eriza su estática. Frente a frente, un instante, un momento de belleza, una poesía jamás escrita.
                     Suda el pétalo y se aparta de su capullo, en él derrama sus gotas el rocío del cielo, lo quiere acariciar el estambre y no se deja, grita el tallo un gemido y se enchina la rosa. Mis dos dedos lo arrancan, lo mojan de saliva y lo pegan en tu pezón. No te toco, no me tocas. Contemplo tu desnudez y dibujo cada tersura en el lienzo de mi alma. Poco a poco,  tu profunda exhalación  provoca mi corazón y su latido es diferente. Despacito, muy despacito, entra tu silencio en mis sentimientos y expanden sus caricias, sin tocar.
                     Chorrean las ceras y silba el oxígeno en cada esquina de nuestro cuerpo, invade vaho el cristal de tu ventana y descuelga la primera gota mi tinto. Vive escondido el gnomo de la travesura y no se atreve, brinca el hada las siete dimensiones y embravece en sus alas el ángel, del dulce erotismo. Nos acercamos sin tocar y el instinto posee nuestras almas, el calor es intenso y el ansia, escribe sufrimiento. Me adentro en el bosque de las musas y tú, al mar de los tritones. El deseo punza y la extraña avaricia crece, el egoísmo muestra sus mañas y el celo es insistente. Muerden labios los dientes, se abren los ombligos de la extrema pasión y sucumbe  el Tiempo en su instante.
                    Sin tocarte.
                    Sin tocarme.

                    Abre el verso su sintonía, se llena de música y expresa su querencia. Aúlla el vigor tanta inquietud  y desprende jugo, la ternura de mujer. Se viste el contacto de exquisita elegancia, asume poder la piel, mide riesgo el sudor y tiembla de amor, la habitación. Tu cuerpo, deshace gajos en mi abrazo, mi beso absorbe tus labios, tu mano resbala húmeda en mi espalda y la suave contorsión, crucifica mis ansias. Desvanecen tus cabellos su arrogancia entre mis dedos, la caricia es miel, la mirada expande el deseo guardado y me tocas. Tus yemas recorren mi pecho y tus huellas enredan mis pies, tu alma abraza mi espíritu y copulan entre fuertes latidos, nuestros corazones. Pegamos sudores y en la dimensión de los ángeles, somos uno. El éxtasis se llena de color, el clímax atiende el instante, ruge el viento del orgasmo y pinta su lienzo el placer, en la belleza de un momento.


sábado, 24 de junio de 2017

DULCE MELANCOLÍA...


               Árbol de mi jardín, que escondes dorados colores entre tus hojas, en el ocaso de mi atardecer, amenaza de nube que quieres darme un poquito de tu lluvia y te dejas empujar por el viento quien sabe hasta dónde, aliento del sur que llenas de romanticismo mi alma, nostalgia de tierra preñada de tradiciones, castillos de fuego y hermosos recuerdos en mi “nit de Sant Joan”.
               Hoy, el pensamiento no tiene lugar para nada más, cualquier música me viste de melancolía y cualquier pasaje de vida, revive punzante y atrevido en mi mente. Hoy no respiro, solo exhalo el aire de mi infancia y mi juventud. No siento, solo lloro el blanco y negro de cien fotografías, los rieles de un tren que me llevaron al no regreso, las caricias de un mediterráneo que abrigaron mi primer nado y guiaron mis pasos, al exilio del corazón.
               De niño a joven y de joven a viejo. Se me olvidó ser adulto, porque jamás creí que debía serlo. Junté juego y osadía con experiencia, inmadurez con sapiencia y así en mi destino,  escribiré un nuevo nacimiento en mi muerte. Porque hoy es la noche de San Juan, la noche de la renovación,  del vómito espiritual de añejas cuentas en la hoguera del equinoccio…Es la noche en que las brujas bailan desnudas su aquelarre, los poetas imaginamos versos en las chispas de una fogata y los inmaduros, los que jamás nos hemos caído del árbol porque día a día estamos aprendiendo, solo nos cambiamos de rama, a la más fuerte, para seguir soñando y soñando.
               El cielo se viste de rojo en mi añorada Tierra, en el reflejo de las fogatas se pierden las estrellas, silban los cohetes y truenan viejas maderas. El aire huele a pólvora, a húmeda sal de mar y a esperanza. Abren sus ojos los niños, visten emoción los ancianos, miran por la ventana los enfermos y desesperados, ladran los perros. Las fachadas esconden su color y el portal llena su bienvenida de cenizas. Llega el turista y no entiende, solo abre la boca y la mosca no se atreve con otro idioma, la fiesta abraza sin preguntar clase o raza, la multitud espera y el castillo arde, grita, baila y ensordece. Es la noche de san Juan, esa noche que parte el año en dos, en un antes y un después, la noche en que el corazón entona otro latido y los sentimientos besan alma.
              Y amanece el silencio del rocío y quedito posa sus gotas en cada rincón del nuevo paisaje, ya las brujas solo recuerdan su aquelarre y se confunden entre los clientes que piden churros con chocolate, las máquinas limpian los últimos vestigios de quemadas maderas y la ciudad, empieza a trabajar un nuevo día. Todo vuelve a la normalidad, pero los “Buenos días”, saben diferente, los “Hola” huelen a sinceridad, el “cómo estás” sabe a inquieta esperanza y el abrazo,  es de verdad. Porque la renovación existió en quien se lo permitió, su actitud le dio ventaja y casa noche de San Juan, sus sueños seguirán brincando de rama en rama, cada vez a la más fuerte, para seguir soñando.
            ¡Noche de San Juan! Dulce melancolía de mi Catalunya, tan añorada.



               

viernes, 23 de junio de 2017

ONOMATOFOBIA...


                              Se define como el miedo a escuchar ciertas palabras… Persistente, anormal e injustificado miedo a escuchar determinadas palabras. Las fobias son anormales, casi siempre educacionales y algunas veces queridas y defendidas en la ignorancia. Se define Fobia como la aversión obsesiva a alguien o a algo y también como temor irracional compulsivo, invalidante y limitante.
                              Creamos la palabra, juntamos letras y les damos forma entendible. La palabra por si sola significa y en ese contexto se define y da un valor de nombre. Todo, absolutamente todo, está asociado a una palabra, la cual le da un significado único, una definición y en ella, su explicación. Las escribimos y las leemos, las hablamos y las escuchamos…Son la base de la comunicación del ser humano, ni más ni menos. La palabra tiene vida propia y sin darnos cuenta, somos cautivos de ella. Con ella nombramos cosas, personas, animales, vegetales, estrellas y mares. También, partes del cuerpo humano, sentimientos, sensaciones, placeres y sueños. Prácticamente las conocemos todas, las exactas y las coloquiales, las de doble sentido y algunas científicas, las de Ley y las que usamos en el amor. Un sinfín de palabras que en nuestra inteligencia abrazamos, cuidamos, expresamos y enriquecemos en nuestro día a día.
                              Pero la palabra, en cuanto se apropia del ser humano, tiene su historia, sus traumas, sus educaciones y sus inquisidores. Tiene los sentimientos que nosotros le damos, los miedos que nosotros tenemos y las frustraciones que emanamos cada vez que la pronunciamos, la leemos o la pensamos. Como humanos somos imperfectos y la palabra nos refleja esa imperfección, somos débiles y a veces no la soportamos, somos ineptos y la ocultamos detrás de nuestra ignorancia. Y es entonces, cuando el escritor entra en un trance de locura por no conocer los miedos del lector, el comunicador tartamudea su pensamiento por no saber qué clase de oídos lo escucharan y el manipulador es el único que sabe qué hacer con ella pues en verdad si sabe quién lo leerá y quien lo escuchará. Sale a escena al Onomatofobo y se pone en manos del manipulador, porque él le escribirá lo que quiere leer y le dirá lo que quiere escuchar. Pero un día se cansará de ser manipulado, medio entenderá que existe el libre albedrío y se atreverá a leer algo diferente, oirá palabras distintas y su mente temblará. En el coraje rebelará su deficiencia y se convertirá en juez implacable de la palabra, quizás por miedo, por cobardía o por ignorancia. Y su trauma seguirá vivo.
                               Sentirá que es el gran líder de la Santa Inquisición, vaciará estanterías y libro por libro leerá el título y verá su foto, tomarán forma de satanás sus malas palabras y uno por uno los censurará, los destruirá en el fuego de sus fracasos como ser humano y le dirá al mundo, que es el dueño de la ignorancia Universal. Satisfecho, propondrá ya jamás leer, prohibido escuchar, esconderá su figura bajo las sábanas del pecado y se inmovilizará. Regresará al antiguo planeta de las aflicciones, donde sus tatarabuelos recortaban un agujero en sus sábanas para el único fin de la procreación, donde el amor se prohibía como sentimiento y donde la vida era dirigida desde antes de nacer. Ese es el mundo del Onomatofobo y no es mi mundo. La palabra define y como tal vive. La palabra se defiende no se censura, la palabra se deja en el contexto no se saca de él, la palabra es un don del cielo y como tal es amor, la palabra es comunicación y como tal debe ser exacta.

                                  Yo escribo. Gracias Onomatofobos, gracias por presentarse tal y como son, sin disfraces ni máscaras. Por fin lo hicieron. Censuraron uno de mis escritos por el título y jamás se dieron la oportunidad de leer el escrito. En el título habían dos palabras “Pene” y “Vagina”, dos palabras a las que les tienen pavor y déjenme decirles que esto es “Fobia” y una Fobia es una enfermedad. Deseo de todo corazón que un día se curen. Yo también tengo dos fobias, a la intolerancia y a la ignorancia, pero no he encontrado una palabra que las defina. Tuve que inventar la palabra “Onomatofobo” en el desenlace de este escrito, seguro no estará entre sus traumas. Una disculpa.


jueves, 22 de junio de 2017

EL SUEÑO DE UN ALMA...


                         Un alma tuvo un sueño. En él, un ángel se le acercó, le hablo despacito y con celestial ternura. Le dijo que lo acompañara a visitar las moradas de la eternidad. Se asustó el alma y en sus nervios mostró inquietud y duda. Escuchó el corazón y quiso seguirla en su viaje, pero le puso una zancadilla, se cayó y entendió que su alma no necesitaba ningún latido para comprender,  lo que estaba a punto de ver. El espíritu le dio consejo y la dejó ir. ¿Y su cuerpo?...Ah! su cuerpo como siempre, dormido y soñando las mismas idioteces de siempre.
                          El ángel tendió su mano, el alma cargó con energía su mochila de sentimientos y juntos emprendieron el viaje, el viaje de un sueño que quizás, explicaría de una vez sus por qué.  Atravesaron dos negros agujeros donde el Tiempo se hacía cada vez más chiquito, maravilló colores que jamás había visto en lienzo alguno y sintió olores que solo la magia del Universo puede generar.  Vivió de cerca el rugir de los cometas en sus latigazos, la explosión de algunas estrellas en su generosidad por crear, el grito de los vientos siderales y el gemido de nueva vida, más allá de los confines conocidos. Todo era hermoso, sentía que ya lo había vivido y en el sentimiento, crecía su ansia por ver más y más. El ángel la miró y en sus ojos exprimió comprensión, el ángel la besó en su frente y en sus labios, entendió dulce virtud, el ángel la abrazó y en sus manos sintió ese cáliz que una vez escribió dolor, en la pujante paridez de la eternidad. Porque la eternidad fue parida en dolor de vida, de ella nacieron almas y a cada una, se le asignó una fracción de polvo de estrellas que se convirtió en un cuerpo nuevo y un corazón de contados latidos.
                           Más perfección de alma, menos perfección de cuerpo y más latidos. Cuerpo perfecto, alma en pañales y cortos latidos, pasajera tentación y un corto bagaje, con vacías maletas. Alma perfecta, cuerpo ajustado a su espíritu, profundos latidos, guía espiritual. Alma pequeña, cuerpo imperfecto, latido corto, primer grado de enseñanza. Perfecta alma, discapacidad de cuerpo, latido compartido, maestro y ejemplo de vida. Alma aprendiendo, cuerpo normal, mediano latido, humano cotidiano. Alma que solo siente, cuerpo abierto al vicio del sentimiento, gran latido, Poeta. Alma pequeña, cuerpo arreglado, pequeño latido, Político o Vedette. Sin alma, cuerpo perfecto, sin latido, Satanás. El origen del alma, no hay cuerpo solo Luz, gran latido Universal, El Creador. Pureza de alma, alas agitando latidos y corazón creando nueva sangre por doquier, un ángel.
                            Y el alma entendió de donde vino y a donde va. Comprendió que la atracción entre dos almas es cielo, que la atracción de dos cuerpos es Tierra y que la atracción de dos corazones solo es amor humano y no eternidad. Que en la perfección del amor, los ángeles, unen alma cuerpo y corazón, que en el sueño del alma solo vive una música, la que es capaz de inflexionar un sentimiento, la que es capaz de enredar acordes entre dos espíritus y la que es capaz de componer  verdad, cuando el cuerpo exige deseo y el corazón una sutil historia, que explique su latir.
                            Regresó el alma a su cuerpo y éste le preguntó, el alma solo le regaló una lágrima de comprensión. Le tendió sus ojazos el corazón y el alma, con una mirada, apaciguó sus latidos y le pidió por una vez, entendimiento. Llegó el espíritu, la abrazó y con ella bailó. Escogieron las más romántica música, se pegaron, danzaron, sintieron, se excitaron e hicieron el amor. Porque cuando un alma hace el amor con su espíritu, cuerpo y corazón, escriben y laten en un gran deseo, porque cuando el amor se hace Luz, el pergamino de la eternidad se desdobla, la libertad lo lee, el cielo se expande, el gemido riega paz, el grito envuelve esperanza y esa alma, empieza a soñar y a soñar… El Universo abre sus ojos y pone a cada estrella en su lugar, el mar espera la orden de su Luna para bailar, besa la montaña el cráter de su volcán y apacigua lava, se preña la noche de maravillosa hermosura y empieza el gran concierto. Alma y espíritu cortejan, nace intenso el amor, sufre el silencio por no escuchar y redoblan las campanas para explicar, pureza de pasión. Llega el ángel y de su espíritu la arranca, se pinta un hilo de plata y ocurre el viaje, del sueño de un alma.


                           

                            

miércoles, 21 de junio de 2017

EL ERÓTICO DESEO DEL SR. PENE Y EL DESPERTAR DE LA SRA, VAGINA...

EL ERÓTICO DESEO DEL SR. PENE…

                           Cuentan viejas estrellas que antes de que el mar inventara su espuma, hubo un viejo y sabio doctor que todo sabía, que se paraba en cualquier esquina y respondía siempre mostrando vigor y firmeza. Las mujeres del lugar lo respetaban, pues era tal su sabiduría que ni pensar podían, era tal su magnitud que extasiaba humedades sin cuenta darse. Lo conocían como Sr. Pene, no se le conocían apellidos ni nostalgias, siempre generoso, siempre acompañado por sus dos rollizos juglares, siempre tierno y dispuesto siempre,  para ayudar a la más necesitada.
                           Firmaba contratos sin leer la letra pequeña, generaba desmedido entusiasmo cada vez que en las fiestas mostraba su elegancia y desde pequeño sabía que su poder, vestía añejas sangres y modernos latidos. No le quedaba el smoking, pero su exquisito impermeable sabor a fresas, vainillas o chocolate, siempre lo llenaba de simpatías. Cabezón por naturaleza y terco por vivencia, solicitaba ternura, permiso para sentir y un lugar alejado y reservado para poder escupir (era su único vicio conocido). Pulcro, limpio, terso y siempre rasurado, disimulaba el único ojo con que la naturaleza lo dotó. Hablaba a menudo con sus juglares porque entre ellos a pesar de tanto tiempo juntos, no había una conversación, una sonrisa, ni siquiera una lágrima por compartir. Eran extraños pero obedientes, jugosos en sus entrañas y raros en sus volúmenes, exquisitos como aceitunas sin hueso rellenas de anchoa y a veces tímidos, retraídos y poco constantes en las querencias de su amo.
                          El Sr. Pene tenía un sueño, un deseo y una ilusión. Por una vez, quería sentirse amado y no utilizado como bastón de anciana, por una vez quería sentir un abrazo y no un latigazo, por una vez quería ser besado por amor y no en una compra-venta de antiguo bazar, por una vez quería desear despacito, quería beber primero antes de ser bebido y quería aprender ternura antes de morir en cualquier asquerosa pescadería. Su educación, quizás fue básica, tormentosa y a veces lujuriosa. Cayó en manos que ni sabían acariciarlo, en bocas que jamás se llenaron de él y en pechos  que solo le cambiaron su nombre, por uno ruso.  Pero ¡Qué más da! Las artimañas adolescentes lo despertaron, las mañas adultas lo mantuvieron vivo y candente, pero las caricias de la madurez, hasta ahora, siguen explicando sus “Por qué”.
                          Siempre vivió solitario y a expensas de una maldita erección. Siempre sembró orgullo en su vida y siempre mostró sublime elegancia en su denostado trabajo. Siempre ecuánime, honrado y casi perfecto. Siempre atento, educado y genial en sus vigilias. Siempre requerido a deshoras y siempre mostrando sencillez y arrogancia. Su vida no era fácil, como tampoco la de sus juglares. A menudo le cambiaban el nombre, quizás por educación, quizás por silencio, quizás por el morbo de una buena conquista. A menudo debía disimular y quedarse quieto, mostrar sus ansias o gotear sentimientos, desafiar el frío o nadar entre burbujas, doblar su volumen  y saludar poquito, quitándose el sombrero.
                         Y llegó el día en que el Sr. Pene consiguió su deseo. Le dieron reconocimientos y diplomas, recordó a sus tantos hermanos y a sus hijos, También tuvo menciones para sus juglares y los invitó a conversar más seguido, mencionó de pasada a viejas amigas pero ni crédito les dio, solo tiernos abrazos y dulces besos. Cuando el público aplaudía, se escondió tras el telón, se hizo chiquito, sonrojó sus venas y volvió a ser el que era, un pene, convertido en señor, en historia y ahora, en un cuento para desear.

EL DESPERTAR DE LA SRA. VAGINA

                                El invierno fue siempre su estación, no la preferida, la de siempre. La resequedad, carcomía sus labios, el ansia frotaba inútiles dedos y su agonía poco a poco, se masticaba entre sus dos perfectas piernas. Llegaría la primavera y con ella los desempleados  burros de la concupiscencia. El romanticismo se había apagado y la poesía dormía en quien sabe que Luna. La maldita soledad estresaba sus nervios, el letargo arrugaba su piel y la dulce inocencia por una caricia, yacía lejana en sus escasos y bellos vellos.
                                Pero un día decidió ser lo que era, decidió que sus humedades debían ser provocadas y decidió que un amor, la llenara de ternura. Vistió sus mejores galas, perfumó sus axilas y surtió de crema su rasurada belleza. Amaneció como siempre, ansiosa y educada. Esperó su café como siempre, tensa y esperando. Escudriñó llaves con la esperanza de encontrarlas, pues como mujer, siempre las olvidaba. Aromatizó su casa con la esperanza de regresar acompañada, dispuso velas en estratégicos lugares y enfrió un añejo tinto que ya lloraba en su alacena. No pensó más, solo le dio acción a su vida. Llegó a su trabajo y se fijó en varios penes que por ahí caminaban, ninguno la llenaría y menos, amor le daría. Le sugirió al pensamiento una nueva idea, al destino una nueva forma de encuentro y a la nostalgia, el deseo de sentir  una ternura.
                               Sintió hambre y decidió salir. De repente unas piernas se le acercaron. El bulto era evidente, los labios lo acompañaban y tanta educación, la convenció. Humedeció su piel, enchino sus pocos vellos y sintió. Una voz ronca y profunda solicitó su presencia, el deseo rasguñaba carne, el erotismo era inminente y la respuesta ya no era fingida. La ronca voz siguió y el bulto amaneció su rocío. Ella se mojó y de reojo lo miró. Ya tenía su fantasía, su necesidad y su ternura a punto de explotar. Le pidió al cuerpo que le tendiera una mano, a los pezones que erizaran intensidad y a los dientes que mordieran labios y que él los viera. El resultado fue inmediato, La conquista se realizó, el viento se calmó y de la mano fueron a su casa.
                             Cama tendida, ceras con olor a rosas y jazmines, pulcra limpieza, sagrado rincón preparado para el amor. Se desprendieron las copas y en sus paredes descolgaron gotas, mostró timidez la luz y arrugó a medias su vida, sonrió la Luna y la noche accedió. La Sra. Vagina estaba impaciente y el bulto lo sabía. Poco a poco los dedos quitaban botones, las lenguas empezaron su baile, las manos sus mañas y los labios sus besos. Empezaron a resbalar despacito las bragas entre eróticos aceites, se caían los algodones por doquier, temblaban pieles y sudaban las manos. Gritó el suspiro y arreció fuerte el bulto, abrió querencia la Sra. Vagina y se dejó poseer. Lo sintió, lo abrazó y le dio su bienvenida salvaje. Lo succionó en sus entrañas, le dio calor, le habló de ternura al oído y lo respiro quedito y jugoso. Con él jugó a las escondidas, a serpientes y escaleras y entre gemidos, doblegaron el ajedrez de los sentidos.  Sintió y se divirtió, se emocionó y poquito a poquito se durmió. Amaneció y el vació arrugó sábanas, el silencio posteó ningún escrito en su mesita de noche, cerró sus ojos y pensó: “Desperté, gocé, sentí y amé…Que más da un silencio, si de un bulto me enamoré, qué más da mi soledad, si solo una vagina soy, qué más da el sentimiento de quien me tiene si al fin y al cabo soy su necesidad, qué más da si abrigo sueño, si cada fin de semana, cada fin de mes o cada fin de año, tendré un maravilloso despertar”.
                      Y colorín, colorado este cuento se ha acabado. El Sr. Pene está dormido y la Sra. Vagina por fin, despertó de su letargo.


             
                               
                  

                     

martes, 20 de junio de 2017

AMOR SECRETO...


                  Hipnotiza la serpiente en su danza, salta y corre el ciervo ante la explosión de una bala, baila el delfín en su cortejo y siente el lobo, la soledad de su luna. Salta el conejo de la chistera y el ilusionista lo convierte en paloma, sufre el deseo la distancia y la poesía abraza prisa en el Tiempo, hierve la sangre y quedito late el corazón…Fluye en las arterias un secreto y en él, rasguña mis noches, la dulce esperanza. Tengo un secreto, como lo tiene el viento y cuando lo sufre se convierte en huracán, lo tiene el mar y en su posesión engrandece mareas, lo tiene la Luna y lo esconde algunas noches tras la sombra de su Tierra, lo tiene la montaña y lo encela en el fuego de su volcán…Lo tiene el Amor y en su sentimiento escribe, las más grandes poesías.
                  Contorsiono cuerpo en la desnudez de mi alma, dibujo deseo cuando mis ojos retan espejo y preguntan a dónde voy,  fundo querencias en el poder sentir y amaño temblores en mis labios para que nadie sepa, la pasión que siento por ti. El ajeno silencio invade mi mundo, ni siquiera una pregunta perturba la intensidad de mi oxígeno, ni siquiera el amanecer se atreve a juzgarme, ni siquiera las tintas temen al papel  cuando pienso en ti y escribo nuestro hermoso secreto.
                  Te guardo bajo llave, en mis entrañas respiras y en mi piel, eres gotita cuando mi pasión suda. Te sueño e imagino entre mis brazos, dejo que la ternura abra el pincel de los pétalos y pinto con ellos tu espalda de miel y amargo chocolate, porque en el querer te poseo y en la distancia te sufro. Deshago hilos en la primera blanca nube y con ellos construyo el pentagrama de la eterna música, de esa música que explica un momento, un largo beso y la profunda caricia de mis manos, entrelazando tus cabellos. La imaginación baila sus elegancias, saltan los acordes del piano a la guitarra, exhala profundo el saxo en el eterno espacio y grita la trompeta el gemido del amor, en la tercera dimensión de nuestra virtualidad. Cunde solícita la desesperación por mantenerlo, amaga mañas la experiencia por contenerlo y corre el conocimiento, a devorar sabias páginas.
                  Arranqué un viejo libro de su antigua estantería y en él, el poeta describía en rimas su secreto. En las tildes había miedo, en las comas pequeñas esperanzas y en los puntos, nuevas luces de partida. Nadé profundo en su lectura y dejé que mis ojos desnudaran aquel secreto. Poco a poco las rimas aminoraban intensidad y los versos se hacían cortos y más cortos, leía ansias, deshojaba una ilusión casi perdida y sentía que su tristeza, era la única que cabalgaba en sus quintetos. Jamás pudo escribir el último verso y así, su poesía terminó en un truncado cuarteto. Murió el poeta y con él su secreto, murió el poeta y su amor secreto, nunca escribió nombre ni dirección.
                 En lo leído, atesoro el infierno de mi alma, por no poder abrazarte y decirte “te amo”. Un secreto es una vida paralela, un libro escondido en lo más profundo del espíritu que poco a poco se escribe y jamás es leído, lo alimentas, lo abrigas, lo sufres y deseas que deje de serlo pero en la osadía vive el miedo, en el atreverse quizás muera la esperanza y en su conocimiento, quizás la pasión se deshaga en mil pedazos y rompa por siempre tu corazón. Cuando el amor es secreto vive todas sus facetas la intensidad, cuando es conocido surgen las dudas, las intolerancias sociales y las falsas reglas, pero cuando el secreto es compartido, amado y deseado por igual…Dos almas, viven un nuevo cielo, construyen un sueño y en su poesía de vida, siembran cada día un verso más,  en el secreto de su amor. No moriré sin escribir, su nombre y dirección.



                  

domingo, 18 de junio de 2017

PADRE, UNA LECCIÓN DE VIDA...


                     Se levantó, medio recogió su cama, escudriñó el espejo del tiempo y tuvo un mal  presentimiento.  Miró su agenda y todo estaba en orden, llaves en el bolsillo derecho, papeles y documentos ordenados en su portafolios y teléfono con funciones al límite de su poder.  A sus treinta y ocho años, su vida era simple, quizás demasiado cotidiana, pero siempre con un sueño qué perseguir. Su pequeña familia lo seguía, lo que no sabía era si como líder, padre, esposo o amigo. Pero no importaba, él estaba entrenado en el cariño, la ternura y la complicidad con los suyos…Su padre así se lo había heredado. Y hoy era un día especial. Al fondo de su agenda, una cita, el cumpleaños de su progenitor. Su padre, un hombre maduro de vida, fuerte como un roble de sentimientos pero que ahora, una rara enfermedad lo estaba acabando. Iría con él, le daría su abrazo y como siempre charlarían de viejos recuerdos y fútbol.
                     La cita era a las nueve de la noche, él llevaría la cena para ayudar a su madre.  Se dirigió al trabajo y en medio del tortuoso tráfico, envolvió su mente con viejas imágenes de su padre. Recordó cada día que lo esperó fuera del colegio con helado en mano, cada cumpleaños y cada regalo, su primera bicicleta, su primer balón de fútbol y sobre todo sus conversaciones, siempre acompañadas por una deliciosa taza de café. El día de su graduación, el día que se enamoró y él lo abrazó, cuando nació su único hijo y lo ayudó con la cuenta del hospital, cuando le consiguió el primer trabajo y también el primer consejo a sus primeras lágrimas. Fue su compañero de vida, el amigo que lo escuchaba y el líder que siempre había guiado su camino. Y por eso así era él con su familia, no había ningún tipo de duda. Lo aprendió de su padre y estaba orgulloso de ello.
                   Transcurrió normal el día. Encargó la cena para las ocho y media. Trabajó y pensó en su padre. No podía quitárselo de la cabeza, su imagen retumbaba una y otra vez en su sien, las palabras viajaban lejos en su pensamiento y aquella sincera sonrisa, intensificaba aún más su recuerdo. Ya tenía ganas de abrazarlo y charlar con él.
                   Siempre se sintió protegido con él, jugaban cuando niño, cuestionaban y retaban conocimientos en la adolescencia, vivía el consejo en la adulta madurez y siempre, siempre su sonrisa era el mejor saludo. Sus enfados duraban menos de cinco minutos y se podían contar con los dedos de una mano, su generosidad era don en su naturaleza pero siempre razonada, no necesitaba firmeza pues con solo mirarte te educaba y en la tristeza, su abrazo contagiaba dicha y esperanza. Era un gran hombre, trabajador y responsable como pocos. Sus amigos solo conocían su lejanía, pues su corazón estaba en casa y en sus pocos encuentros de café solo esgrimía su cálida timidez y alguna que otra excusa, para que su familia, siempre cenara junta.
                  Eran las cinco de la tarde y sonó impaciente el teléfono. No alcanzó a contestar, la llamada perdida de su madre se grabó y con suma rapidez, regresó la llamada. Desconsuelo y lágrimas en las palabras de su madre, oscuro presagio en sus oídos, sentida urgencia de su presencia. Llegó lo más rápido que pudo, una ambulancia tapando el portal, el temblor invadió su cuerpo y una maldita estocada atravesó su corazón. Se fundió en un abrazo con su madre, corrió a la habitación…Su padre, había muerto. Su rostro descansaba placidez y su piel, olía una ternura  marcada por el pequeño gesto de aquella sonrisa. Lo abrazó en su tibiez, lo besó en la frente, tomó su mano, rezó y lloró. Su madre puso la mano en su hombro derecho, le dio un pañuelo y le dijo: “Hijo, ven, tenemos que hablar”.
-          Voy, mamá.
                    Tomó el pañuelo, seco sus lágrimas y sin  dejar de ver a su padre, se dirigió a la habitación de su madre.
-          ¿Cómo fue? ¿Por qué tan rápido?
-          Su enfermedad lo estaba acabando poco a poco, pero su gran sonrisa, siempre era su aliado disimulo. Su corazón ya no aguantó, dejó de latir y se nos fue.
-          Escogió el mejor día, su cumpleaños. Nacimiento y muerte. ¡Cómo olvidar esta fecha! Debo llamar a mi esposa.
-          ¡Claro hijo!, pero primero debo decirte algo.
-          Dime mamá
-          Hace mucho tiempo tu padre y yo, hicimos un pacto. Un pacto de amor, que mantuvimos en secreto. Pero hoy, tú debes saberlo: Tu padre te dio todo, nunca te falto ni me faltó nada, nos llenó de amor, de ternura, quizás de comodidades que jamás le pedimos, te dio educación, te abrazó y siempre fue padre y amigo. Lo único que no te pudo dar fue su sangre.
-          Pero…¡Mamá!.
-          Te explicaré. Tú y yo, vivíamos en un albergue. Fui violada, despreciada por la intolerante sociedad y desechada a la calle. Trabajaba en lo que podía, siempre contigo en mis brazos. Un día arrodillé mis sentimientos en el banco de una iglesia, tú dormías a mi lado, recé en voz alta creyendo que estaba sola, le expliqué al Creador mi vida, le pedí una ilusión para mí y un gran sueño para ti. Sentí una mano en mi hombro derecho y una voz “Ven, tenemos que hablar”. Volteé y me enamoré de aquella sonrisa. Su generosidad de hombre, su talante de gran ser humano y un gran destino regalado, escribió nuestra historia…Tu padre fue una lección de vida, para ti y para mí.

-          Gracias mamá por tu sinceridad. No llores, que su sangre, sí corre por mis venas. Porque padre solo hay uno y el mío ya es Luz.