¿Lo sientes? ¿Lo tienes? Espera, porque las manecillas están escribiendo
el momento, el espacio nos pega y la mirada nos posee. El aliento acorta bocas
y el deseo, huele a tentación. El amor, absorbe entre poros, su tántrica forma, la
mano no alcanza piel y el vello, eriza su estática. Frente a frente, un
instante, un momento de belleza, una poesía jamás escrita.
Suda el pétalo y se aparta de su capullo, en él derrama sus gotas el
rocío del cielo, lo quiere acariciar el estambre y no se deja, grita el tallo
un gemido y se enchina la rosa. Mis dos dedos lo arrancan, lo mojan de saliva y
lo pegan en tu pezón. No te toco, no me tocas. Contemplo tu desnudez y dibujo
cada tersura en el lienzo de mi alma. Poco a poco, tu profunda exhalación provoca mi corazón y su latido es diferente.
Despacito, muy despacito, entra tu silencio en mis sentimientos y expanden sus
caricias, sin tocar.
Chorrean las ceras y silba el oxígeno en cada esquina de nuestro cuerpo,
invade vaho el cristal de tu ventana y descuelga la primera gota mi tinto. Vive
escondido el gnomo de la travesura y no se atreve, brinca el hada las siete
dimensiones y embravece en sus alas el ángel, del dulce erotismo. Nos acercamos
sin tocar y el instinto posee nuestras almas, el calor es intenso y el ansia,
escribe sufrimiento. Me adentro en el bosque de las musas y tú, al mar de los
tritones. El deseo punza y la extraña avaricia crece, el egoísmo muestra sus
mañas y el celo es insistente. Muerden labios los dientes, se abren los
ombligos de la extrema pasión y sucumbe
el Tiempo en su instante.
Sin tocarte.
Sin tocarme.
Abre
el verso su sintonía, se llena de música y expresa su querencia. Aúlla el vigor
tanta inquietud y desprende jugo, la
ternura de mujer. Se viste el contacto de exquisita elegancia, asume poder la
piel, mide riesgo el sudor y tiembla de amor, la habitación. Tu cuerpo, deshace
gajos en mi abrazo, mi beso absorbe tus labios, tu mano resbala húmeda en mi
espalda y la suave contorsión, crucifica mis ansias. Desvanecen tus cabellos su
arrogancia entre mis dedos, la caricia es miel, la mirada expande el deseo
guardado y me tocas. Tus yemas recorren mi pecho y tus huellas enredan mis
pies, tu alma abraza mi espíritu y copulan entre fuertes latidos, nuestros
corazones. Pegamos sudores y en la dimensión de los ángeles, somos uno. El
éxtasis se llena de color, el clímax atiende el instante, ruge el viento del
orgasmo y pinta su lienzo el placer, en la belleza de un momento.
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