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viernes, 9 de junio de 2017

EL JUEGO DEL AMOR...


                           Dicen que hay un juego en el que nadie gana, nadie pierde y todos participan. Es un juego de máscaras y disfraces, de ignorancias y deseos, de olores y sabores. Es un juego dentro del laberinto de la vida, enredado de pasiones y distancias, inmerso en corazones y almas, escrito en libros y poemas, odiado y amado, perverso y extrañado, simple y complicado de entender en nuestra pobre inteligencia. Es el juego de juegos, afloran los naipes y la reina del ajedrez, la escalera que sube y la serpiente que baja, la oca que repite y la dama que come. Es el juego de la emoción y la pregunta, de la pasión y la respuesta que no se oye, del viaje y de la muerte, del castigo y quizás, el  supremo juego de la mente.
                           Se valen las caricias y los versos, la nostalgia y la música, el sentimiento y la venganza, el falso olvido y la extrañeza, el beso y la ternura, la humedad del corazón y la resequedad del alma, el invento y la querencia, la imaginación y el dulce sueño.  Ah!!!! Laberinto de vida que tienes tus puertas siempre abiertas de par en par,  tu recibidor lleno de rosas y tu antesala revestida del más dulce caviar. Tú cama huele a burbujas del más excelso cava y en sus maravillosas uvas, despides fragancias de lejanas tierras y bravos mares.
                           Ahh!!!!! Juego del amor, que creaste el laberinto más perfecto que jamás nadie hubiera imaginado, un laberinto con hermosas entradas y en el que no hay salida. Entras buscando vida, en el tortuoso camino despedazas tu ser y cuando buscas una salida, sin remedio, vuelves a entrar. Juego perfecto. Infame proyecto que sudas de día y revienta tus noches, calostro amamantado una y otra vez en tus sueños, perfidia de ilusión que arrastras vida y consume sentimientos, camino de piedras, barrancos, precipicios, lodos y pocas veces, verdes montañas. Laberinto que en el juego del amor eres perfecto, sublime y cautivador.
                           Y llega el día que encuentras la salida y ves un letrero, un letrero escrito en letras de oro que dice “soledad” y tienes miedo. Espantas tu educación, renace la inseguridad, muere el sentimiento herido, ya no sientes lágrimas regando mejillas, ya no hueles heridas, solo cicatrizas recuerdos y vuelves a entrar. Y esperas magia, otro príncipe azul, la sirena que te cante tus noches o el ambiguo viento de la indecisión que tatúe por siempre tu piel. Y sientes que ya no eres tú, que el juego te absorbió, que el laberinto te enamoró y que tu vida necesita esa dulce droga para seguir respirando. Te envuelves en sólidas corazas, perviertes tu destino y en silencio lloras desesperación, fingiendo falsas esperanzas.
                           Un consejo de amigo: “Entra al juego del amor, entra a su laberinto, pero siempre en tu puño lleva las migajas de tu regreso. En el laberinto no hay pájaros que las coman, solo estúpidas emociones que vacían puños. No dejes que te envuelvan, solo siéntelas, no abras tus puños y sigue dejando tus migajas en el camino. Así un día podrás salir, sin ver ese letrero  que escribe en oro, la palabra “soledad” “.



        

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