Rasgué profundo en el eco de mi destino, ese eco que retumba en las montañas del más
allá y que todavía no conozco y en mi rasguño, solo me llevé el exquisito olor
del vacío dentro de mis uñas. Quise respirar el viento del presentimiento y no
tenía oxígeno, quise abrazar una explicación y estaba dormido el sentido, quise
romper el pensamiento universal y en sus
entrañas solo encontré dudas y más dudas. Me adentré en el caos de mi silencio y en su
caparazón había tanto miedo que no lo pude penetrar, me juzgué en mis gritos y
nadie dictó sentencia, dejé que mis ojos expresaran mi alma y ni una lágrima se
atrevió, solo miraron nada y se empañaron con la tiniebla de la oscuridad.
Rasguños de vida, remembranzas de mares perdidos y decisiones pintadas
en el abstracto perfil de mi soledad. Maltratado sentir que no caminas
seguridad, sentimiento que sólo te perviertes entre ajenos latidos que embarran
mi integridad. Frenesí que eres miel en mis labios y hiel en mi garganta, ansiedad
que topas en cada pared y maldita vergüenza consentida, cada vez que veo mis
letras, reflejadas en el espejo de las sutiles transparencias.
Mi abrazo me pide perdón, el beso se esconde detrás de mis dientes, mi
piel ya no se atreve con el escalofrío y tiemblan mis pies en cada paso. La
urgencia no se medita, la pausa es muerte de razón y el desorden la explicación
del día a día. Requiero el atardecer para acompañar mi Sol y explicarle al horizonte
el sentir de un alma encogida en sus versos, necesito la fuerza de la reflexión
y la nitidez de una esperanza, que solo
la luz de las estrellas puede destellar.
Esperaré el equinoccio del Tiempo y el doblez del infinito espacio. Esperaré el
amanecer de un solitario ocaso y el prólogo de un nuevo destino, escrito en el
manto de mi Luna. Me sentaré a la sombra del primer árbol y me apartaré del
sofocado calor del infierno. Poco a poco
me enredaré entre sus raíces, me envolverán y asumiré la posición fetal de una
nueva vida. Juntos esperaremos la primera lluvia, esa lluvia que nacerá del
polvo de las estrellas y atravesará la nube, convertida en un coloso mar.
Renaceré y sentiré haber crecido. Amamantaré nuevas ilusiones en la savia de mi
árbol, abrazaré su tronco y miraré mi mano izquierda: No contaré amigos con mis
dedos, solo rasguños de experiencia. Miraré mi mano derecha: No encontraré
tristezas, solo la esperanza de un amor escrito en mi nuevo amanecer. Miraré mi
corazón y poco a poco sentiré un diferente latir. Miraré lo que quedó de mi
alma… Y solo encontraré, rasguños de vida.
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