Oscureció el
paraíso. Reventó la guerra sus entrañas, rasguñó el odio las arterias de su
alma y la invasión de nuestros miedos, crearon un infierno en su corazón.
Durmieron los libros, la literatura vulgarizó su música, las frases se
convirtieron en palabras y éstas en sílabas. Murió la poesía porque el orgullo
secuestró al verso y nacieron nuevos sentimientos…Esos sentimientos que nacen
del odio y mueren en sordas e inexplicables batallas.
El amor
transfiguró su esencia y solo vivió en el ocasional sexo, el poder del dinero
traicionó a la propia avaricia y la dejó abandonada en el álbum de los
recuerdos. La intransigencia derrotó libertades y la expresión se quedó en
mueca de solitarios. Las miradas se perdieron entre las brumas de soledades
impuestas y los dientes ya no mordían labios, sino lodos y putrefactas
fangosidades.
Llegamos donde quisimos llegar, donde nuestras inteligencias juntaron ignorancias sociales, donde nuestra imaginación fue capaz de soñar. Cosechamos lo que sembramos y en nuestra arrogancia lo aceptamos. Hablamos lo que no somos capaces de discernir en nuestro pensamiento, enseñamos lo que jamás aprendimos y elegimos futuros sin alcanzar a comprender magnitud de nuestro voto.
La humanidad
tardó muchos años en destruir un muro que dividía Europa y nosotros, tardamos un día en las urnas, para
permitir que un ególatra tenga el permiso de construir ese muro en una
frontera. Globalización en manos de unos pocos, libertades encarceladas en un
mundo sin perdón ni razón, sentimientos que no expanden otra cosa que dinero y
poder…Extraña sensación de ser una marioneta más en la locura de un ser, que
solo abraza miedos.
Racismo,
intolerancia, extradición, poder, dinero=…….= Guerras, cárcel, represión,
hambre y soledad.
Sr. Trump,
reflexione…No queme nuestros sueños de libertad, porque en nuestra hoguera, su vida, solo respirará cenizas.
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