En el despecho,
mi alma ya no puede gritar. Mi corazón es incapaz de sostener un gemido en sus
latidos y lo único que puedo, es que mis ojos suelten una lágrima…Esa lágrima
que suspira un error, esa lágrima que sonríe de frente al desamor…Esa lágrima
que pesa más que una vida.
Me
equivoqué. Dejé que el viento escribiera
mis sentimientos en su alma, dejé que mi corazón acariciara a escondidas sus
latidos y en mi silencio, observé día con día sus miradas hasta que ví su
transparencia perdida entre las letras de mi boca. Sembré esperanzas en mi piel
y recogí la dura aspereza de un pausado olvido, entrelacé mis versos en sus cabellos
y solo afilaron las uñas del deseo, escondí poemas para que solo leyera los
míos y se avergonzó mi poesía.
Lo intenté y
fracasé. La tuve en mis manos, y se fue. La leí, repetí sus rimas, les puse
música, las adorné, las hice mías, las amé y cuando el sol expiró en su ocaso,
su luna traicionó la esperanza de un sueño. Consentí y esperé…Esperé un perdón que saliera
de lo más profundo de su alma y en la tensa agonía por un respeto infundado,
comprendí que en sus abrazos ya no cabía mi cuerpo.
Extendí sábanas
de seda sobre las dunas del desierto, construí imposibles pirámides que solo cuadraron
en mi mente y en cada amanecer, abracé soledades que solo el rocío acompañó. Vestí mi luna con las mejores galas, corté con
suavidad el perfil de las uñas de mi sombra, retraté paisajes que solo imaginé
en sus caricias y cuando entendí el silencio de sus ojos…Solo dejé que una
lágrima, explicara la razón de mi alma a
mi corazón.
Tengo ganas de
llorar y en mi libertad, llenaré de lágrimas este momento, llenaré de gotas mi
nostalgia y dejaré que este mar, siga fluyendo en el destino de mi vida…Porque
en el fondo, te sigo amando y siempre así será.
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