Escuché una palabra en tu beso. El aliento
confundió mi saliva, tu lengua tocó mi alma y tu sabor, llenó de miel mi
corazón. Temblaron mis labios al rozar tanta suavidad, lloraron mis encías ante
la blancura de tus dientes y esa dulce sensación, cerró mis ojos.
Sentimos calor, pasión, atrevimiento y
deseo. Sentí calor, ese calor que nace de la sangre y nunca muere, ese calor que
enchina piel y levanta poder…Ese calor que invade intimidad y deshace miedos. Ese
calor que escribe versos y recita poesía.
Sentí
pasión, esa pasión que nace de la libertad y no escucha razones, esa
pasión que entre puños, arruga sábanas y
deshace soledades…Esa pasión que desboca fierezas y pervierte ansiedades. Esa
pasión que enciende fuego y deja brasas.
Sentí atrevimiento, porque tu dulce voz lo excitó. Sentí atrevimiento porque en mi boca vive la osadía y tú la besaste, sentí atrevimiento porque tus manos acompañaron tu beso, porque tus caricias me lo pidieron y porque caí en la profundidad de tu deseo. Sentí atrevimiento porque fuiste tú, quien besó mis labios.
Sentí deseo,
ese deseo que confunde religiones y explica pecados, ese deseo que mata
pensamientos y expande letras…Ese deseo que nace de lo profundo y crece en tu
piel. Quisiera que la vida me explicara ese deseo, ese momento en el que se
juntan nuestros labios, el instante en el que mi lengua penetra tu boca y en
ella abrazas el milagro de mi éxtasis.
Un beso,
sentimiento del corazón…Tu beso, tatuaje en mi alma.
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