Piensa el
aire su identidad, tritura el trueno la más profunda neurona, tiembla el cielo
su presentimiento y arde la imaginación en los leños de cada infierno. La
ilusión aterriza y muerde el fango del límite, una razón se atreve y ve como
sus manos aguantan el acero de unos impuestos barrotes, la boca atenaza su
lengua porque las palabras viajan exilios, la mirada corrompe su ojo y pinta de
otro color el horizonte, el pensamiento rompe su silencio pero su acción calla,
la libertad se muestra y tiemblan sus letras.
Ya los
`pueblos no pueden pensar, solo atesoran en sus manos el olor de sus tierras y
aprietan los puños de tanto dolor y frustración. Las espadas blanden sus
brillos y callan las bocas, ruge el dictador y sucumbe la democracia, la ley no
se explica ni se vota, la orden es decreto y el cielo jamás cambia su color. El
golpe no es al estado sino al corazón, la división de poderes se convierte en
quimera y el imperio de la ley en carcelero de la razón. Las ideas caminan por
los fangos de la utopía, las palabras entre las liendres de las sombras, los
deseos de libertad encogen ansias y los pocos gritos desaparecen entre los ecos
de una elegante y disimulada autocracia.
El Gran
represor vota lo que ya dijo que fuera y con un dedo extingue culturas,
lenguas, tradiciones y educaciones. Sumerge tierras y encoge mares, entristece
acorde por acorde el pentagrama de la sensibilidad, arranca páginas y desgarra
libros, destruye sueños y quema versos, seca lágrimas y de cada comisura, la
sonrisa roba. Y el hombre le enseña sus ojos porque esa mirada es lo único que
tiene, la mirada que expresa el cohibido pensamiento de su mente y la última
razón de su lucha, esa mirada que desafía todo y no mira nada, esa mirada
preñada con la semilla del último sueño de su tierra, con el último suspiro de
una añorada libertad…y el Gran Centauro mide su arrogancia, extiende la mano
del genocidio, atraviesa con ella la mirada, posee su mente, aprieta el puño y
le dice que está prohibido pensar, que las ideas son errores y que la razón,
dejó de estar.
Y el ser
humano se recoge en su interior. En posición fetal se pregunta y se aferra a un
cordón umbilical hecho de Universo porque solo así trasciende, piensa y deja
que su alma nade en la imaginación de su propio poder, de ese poder que enchina
piel cuando su himno escucha, de ese poder que no negocia lágrimas y de ese
poder que explica siempre la sinceridad de una sonrisa. Se desnuda y siente, se
mira y entiende, se besa y explica el sentimiento de tanta lucha embarrada en
el muro de la intolerancia. Porque cuando la represión se atreve, las manos
alzan elegancia…cuando el ruido de las espadas amenaza, el silencio rompe
lanzas…cuando la negra historia se reescribe, el tintero se recarga con la
sangre de los supuestos vencidos… cuando el inquisidor vive, todos somos brujas
y cuando el dictador muere, todos bailamos el aquelarre, en una cálida noche de
San Juan.
Pero el
fuerte deseo de libertad nunca muere, el luchador se reinventa y la mente se
regenera. La energía de la tierra da razón, el profundo sentimiento recorre de
norte a sur nuestro mar, la estrategia es paz, el hombre escribe y los libros
se abren: cae la intolerancia, se pudren los barrotes, crujen en sus brasas las
censuras, vomita su hiel el decreto, arruga sus líneas la mano represora y el
gran juez, ese Gran Juez llamado Tiempo pone a cada quien en su lugar.
…Y el ser se
siente otra vez humano, el pensamiento libre, la razón estudiada y educada…las
ideas fluyen, la tierra vibra, el mar dora su espuma y el infierno llora. Tiempo
al tiempo, espacio a la espera, manos alzadas y puños abiertos: el genocidio es
un delito y por ende cárcel, la libertad es un derecho y por ende, nuestra
lucha. ¡LIBERTAD PRESOS POLITICOS, YA!
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