Se mueve el alma, suspira el
corazón, cierras tus ojos y sientes, más allá de la razón. Se abre el cielo
como azulada tela de algodón, la soledad te abriga, no cuestionas, es
permitida, no le reclamas, es única, es tu compañía. Un añejo tinto te pregunta
si tienes copa que lo duerma, una vela le dice a su cera que es luz en la
espera y el libro se cierra, porque ya sus letras, caminan tu senda.
Al
horizonte miras de frente, ni el mar ni la montaña a su cielo se despega, dos
nubes se muestran traviesas y una fugaz estrella, entre ellas deja su huella. Una
vieja nostalgia es queja, así lo expresa una melancolía inquieta, también una
melodía que entre tu música, nada olvida. Sientes vacío en tu vientre, un
escalofrío en cada vertebra, un temblor
que cruza tus sienes, un frío sudor que tapa el poro de tus genes, una lágrima
que por tus ojos, salir no se atreve. Crees que lo único que tienes es lo que
está dentro de la copa, lo que resbala por tu vela y esas letras que ahora
imaginan, lo que sentía el poeta.
Una ilusión se convierte en
agua y recorre tu sentimiento, ese que tienes dentro y te siente pleno, ese que
por años ha sido secreto y que ahora lucha por ser parte del sueño. Lo abraza
el alma, lo pega a tu espíritu, le pide al corazón que otra vez lo lata porque
escondido solo es de ti, la fe de una errata. Te respira el aire porque no te
atreves a tocarlo, te acaricia el viento porque no tienes dedos para mimarlo, cubre
tus pies el mar porque tus huellas perdieron el significado, te da sombra la
montaña para que en la pausa, empieces a cambiar.
Nada el pensamiento entre las
ubres de una ansiedad, duele el pecho, las rodillas caen en sus bruces, las
manos se refugian en sus puños, gritas y un eco te repite desde lo profundo. El
cáliz derrama su sangre, la conciencia se abre y desbarata todo lo infame, la
emoción desenvaina su espada, la imaginación atraviesa un cuento de hadas y un
nuevo sueño te posee desde el fondo de tu alma.
Tu ser renace, despierta en
una hermosa alba, todo es más brillante, las formas son constantes, el viento se
toca, el mar de tu espuma se embriaga, la montaña te pide permiso para
mostrarte toda la nieve que por ella resbala, el volcán calla y la playa recoge
una por una, tus huellas y las llena de magia. Fluyes intenso, por doquier
sientes amor, la libertad por cada poro emana y la verdad es cotidiana.
Los ves diferente porque ya no
eres como ellos. Caminan por donde siempre, la rutina es su acera, la esperanza
una quimera, la pregunta eterna y sin respuesta. Los miras en sus problemas, en
cada uno de sus impuestos teoremas, también cuando prenden sus ceras y no hay
musa, que verlos se atreva. Los sientes distintos. Vagan en reprimidos
albedríos, en envidias que señalan a cada vecino, en vanidades por querer ser
otra cosa que un simple e inocuo individuo, también en el egoísmo consentido, en
la competencia sin tregua, en la guerra por absorber ajenas tierras y en la
violencia por no saber ni tener conciencia. La ignorancia es su bandera, la
sumisión al sistema toda una epopeya, esta mátrix su fiel carcelera, el maquillaje
ese perfecto compañero en su viaje, el dolor un pecado de sus infiernos y cada
lágrima, una gota de viejos y perdidos sueños.
Expande tu alma porque de entre
ellos, llegarás mucho más lejos. Lo notarás en tus sueños, en cada sentimiento,
en cada minuto intenso, en cada noche que tu Luna te toque de lleno, en cada
día cuando en sus espejos, ya no veas tu reflejo.
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