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domingo, 26 de agosto de 2018

MUSA


                    Sé que estas aquí, cerca de mí, como siempre a mi lado, con tu olor a mi aire pegado, con una tinta lista en tu mano, envuelta en ese sabor que solo mi aliento en letras convierte, cuando respira  cada gota de tu vaho. Te siento porque trémulo está el tiempo, el espacio encogió su inmenso, el cielo mostró silencio y una primera estrella, derrama fina lluvia sobre el firmamento. No te imagino porque te tengo, no te dibujo porque tu color es demasiado intenso, ya eres parte de mis dedos y del sentimiento,  esa brasa que crepita lenta y sin miedos. Besa mi piel tu abrazo, suda el ansia entre dos almohadas, desparramo sábanas, se  levanta una nostalgia y me pongo a escribir, como ese lobo solitario que en las ceras, necesita mover almas.
                    Una ilusión nace en mí, te siento bella, una emoción te recorre plena, eres hermosa, el sueño invade mi estancia, eres maravillosa, el amor me absorbe por completo, eres eterna, amiga y de mí, la musa perfecta.
                    Pero hoy es diferente, llegaste vestida, discreta, con olor a fresas y la mente perversa, seductora, sensual y erótica, con pequeños brillantes entre tus cejas, los  labios pintados con espejitos de niña traviesa y en tus uñas, espinas, pétalos y rosas que sembrarás en mi espalda, cuando ruedes en la lujuria de mi noria. Hoy escribiré sin pensar en ti, escribiré haciéndote el amor, sintiendo tu calor, mordiendo cada gota de tu sudor, absorbiendo cada uno de tus gemidos, abrazando cada uno de tus orgasmos consentidos y también, mojado en cada verso que de tu poesía sea exprimido.
                  Ven, despacito te desnudaré, te quitaré el vestido, besaré tus hombros y le escribiré a la ternura, a esa suavidad que eriza mi pluma, a ese diamante hermoso tallado por caricias, vientos y abrazos de oso. Me perderé en tu cuello, entrelazaré en tus cabellos mis dedos, recitaré el cuento del reino de los cielos y me llenaré de infiernos, hadas, gnomos, duendes y cualquier ser que atrevido recorra mi mente. Te cerraré los ojos, entraré en tu boca, te sentiré toda, escribiré la emoción cuando se toca, ese rincón que no cualquier humano goza y ese sabor a miel que no se lee, que se tatúa en piel y que se extraña tanto,  cuando en el recuerdo se pierde.
                  Escribiré y no pararé. En tus caderas me seduciré, en mis manos tus muslos apretaré, te haré mía, epopeya y reliquia, santa cruz y razón de mis días. En ti relataré mis noches perdidas, cada deseo que mojado en mi Luna gemía, cada pasión no vivida, cada mirada no recibida y cuando me muestres el camino, derramaré  en ti, toda esa ansiedad contenida. Te haré luz, te preñaré hasta la espina, arrancaré de ti toda la melodía, cada acorde, cada cera que a mis velas exigía, cada gota de mis añejos y distinguidos tintos, cada pedazo de pintura en pared que mi soledad rasguñaba sin medida, cada momento que sin tí, era solo un hombre, un raro poeta o quizás ese niño,  que solo sueña con su bicicleta.
                  No me dejes porque en soledad ni la tilde se atreve, la estupidez prevalece, la ignorancia seca mentes y el poeta se llena de parásitos y ajenas liendres. En tu desnudez aprendí que no tiene manecillas la hora, que de la inspiración eres tutora, que el vacío junto a ti es otra cosa, que a tu lado las tintas fluyen como mariposas y que cada verso necesita ese sentimiento que solo de tu alma brota. No te vayas, no renuncies a mi abrazo, mi cariño es sincero, de regalo envuelto, lleno de caricias y también de algunos celos.  Sé que soy humano, que tengo defectos y giros raros, que soy impulsivo y quizás te exijo demasiado, que soy eterno y a veces camino extraviado, que soy sincero, que te miro con el corazón abierto y que cuando no estás, con mi alma te extraño.
                 Eres Musa, la mía y de nadie más. No te compartiré jamás, de mis letras no te apartarás, en mis sueños siempre estarás y cada día al despertar, conmigo una taza de café compartirás. Escribiré en tus transparencias y después te vestirás, en tu ausencia mi libro se cerrará y cuando el ocaso esté por terminar, abriré la ventana, una vela chispeará, un tinto en su copa se descolgará,  mi alma te olerá, el corazón fuerte latirá, mis manos te desvestirán, el amor se hará y siempre, siempre, una poesía se escribirá.
                   





                  

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