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miércoles, 1 de agosto de 2018

MI JARDÍN SECRETO.



               Pienso en ti y siento vacío. Quizás he sido yo quien así te ha vestido, quizás vivo en tu olvido o quizás sea el desprecio, un defecto exhibido. Se deslizan trémulas mis tintas cuando escriben tu nombre, el aliento se contiene, el pensar divaga mi frente, el poeta siente que ya todo es diferente y una emoción cala fuerte en el subconsciente.
               Me dibujo perdido en unos brazos que ni manos tienen, en un café sobre el que mis labios no se atreven, en un silencio tan profundo que solo mis lágrimas sienten, en un triste otoño, paréntesis de un verano, para otros hermoso.
                Grito lejos y mi alma en quejidos desmorono. La distancia es todo, el viento se ha vuelto loco, ya ni su aire soporto, pierdo miradas, el norte y ya el Sol, se me hace poco. Extraño trasiego que embaucas mi amor, ladrón de sudores y poros, de las mejillas gran secuestrador, de mi boca inquisidor, de mi sonrisa ese asesino, que no deja nota ni rencor.   
                Me escondo por donde no sé, no tengo mar ni sombra que oscuridad me dé. Invento un jardín que no es Edén, pero es secreto, con poquitos pétalos y algún que otro pequeño insecto. Desnudo mis pies, lo siento, lo acaricio, en él pierdo mis besos, sus espinas son tiernas, el musgo florece, un árbol me protege y cada mariposa un néctar liba, entre mis dientes.
                Una música me cuenta que no todo es lodo, que a veces el cielo es negro, que el horizonte camina solo y que en el Universo también hay estrellas, que destellan en otoño.  Mi alma quiere escribir. En una hoja en blanco se convierte mi jardín, en un libro sin tapa, con un corto índice y con un prólogo tan largo que mejor lo dejo olvidado.
                Bailan las letras sin cenefas, las comas persiguen mis carencias, los puntos las detienen y explican que todavía, hay más de ellas. Los sentimientos no llevan tilde, pero si la pasión y alguna que otra ilusión, tampoco el sueño ni el deseo pero si el jardín, no mi secreto. Y en él me escondo, en un libro abierto que huele a pasto y a mariposas en celo, a viejas caricias y a polen del cielo, no entre sus tildes, solo, en sus silencios.
               En mi vida hay un descanso, esa cueva que es refugio, el andén de un tren sin pasaje ni riel, el escondite de una emoción, una pausa entre las estrofas de una canción, ese libro sin prólogo siempre lleno que leo sin desdén, ese pasto fresco que solo pisa mi desnudez, ese jardín que es secreto y vida a la vez.



               
              

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