Respira profundo, siente el
escalofrío del Universo, exhala tu vacío, cierra los ojos, aprieta las pestañas
y siente rabia, esa rabia por ser lo que nunca naciste, por no tener lo que
mereces y por sufrir lo que no debes. ¡Sí! ¡Mírate! Escoge una fotografía de tu
niñez, la más sola, hazla espejo de
mente y verás, que eres diferente. ¿Qué te ha pasado? ¿Cuánto parásito has
dejado a ti pegado? ¿Cuánto tiempo has perdido en un camino, que no era parte de tu destino?
Abotonaste como camisa de
fuerza tu alma, amarraste con sogas tu espíritu, te llenaste de tiempo y
todavía, peleas su olvido. Te fajaste en cinturones de miedo, bebiste vinagres de extraños alientos, aprendiste que eras pecado
en cada deseo y escondiste tu reflejo en duros sombreros, para que no respirara,
ni tu cabello. Nunca te atreviste a cerrar los ojos, a verte por dentro, entender
de qué estás hecho, hablarte sincero y responder a todo lo que en tu historia
has sembrado y que ahora miras perplejo.
Le preguntas a cada poro por qué no ha sudado
pleno, a cada cicatriz por qué todavía supura recuerdo, a cada atisbo de
memoria el por qué naciste plebeyo y a cada hebra de aire el por qué, no
sientes nuevos vientos. Le preguntas al mar por qué cada ola es nueva, al cielo
por qué su color siempre es diferente, a las estrellas por qué no te miran de
frente, a la Luna por qué no te muestra su cara oculta y a ti, sólo te
preguntas el cómo, cargar tanta culpa.
Descubre el poder que traes
dentro, ese regalo del Universo dado, esa vibración de tu alma, que está en
silencio y apagada. Debes salir de tu convento, de ese claustro parido con
paredes de miedo, de esos corredores largos y persistentes, de esas tinieblas
que te encogen y te empapan hasta el fondo de tu vientre. Deja que tu alma
regrese a sus orígenes, allá donde es parte de la Gran Fuente, dónde todo es
vida y se respira diferente. Abre tus manos para que el vacío no sea lo
consistente, absorbe en ellas la gran energía del todo consciente, imagina esa
Luz cuando atraviesa tu semilla, desde los pies hasta la coronilla. Hazte Tierra,
estrella y naturaleza.
Camina descalzo por arenas y
sentirás como tu piel destella, abrázate fuerte al árbol y regenerarás cada una
de tus moléculas, escucha el sonido del mar y en cada caracola oirás un poema,
diviértete con la lluvia y serás trueno en millones de planetas. Sube a la
montaña más alta, abraza el horizonte y entra al mundo de las hadas. Sentirás
como la dulzura te nada, como la culpa se desbarata, como la respuesta es
distinta cuando no hay pregunta que inquisidora la señale, como el silencio es
necesario y la soledad, el dulce presagio de que no naciste para solo llegar, a ser un anciano. Pídele a la nieve que por
tus pies resbale, a la piedra que despierte tus huellas, al río que te explique
su cadencia y a la selva, toda su naturaleza.
Encuéntrate porque te dieron un regalo, te
lo pusieron en tus manos y lo hiciste a un lado. Es hora de abrirlo, de
quitarle tanto envuelto camino, esos lazos de dolor que has permitido y ese
celofán que cada vez que lo tocas, te llena de escalofrío. Es el tiempo en el
no tiempo, el espacio de la no distancia, ese verte por dentro y saber que eres
un elegido, un pétalo de Universo, un pedazo de manto en la Luna, la dulce
germinación de mil semillas y una brizna del polvo eterno de las estrellas.
Fúndete, porque en tu interior
encontrarás solo belleza, esa ternura que explica al amor cuando es de a de
veras, ese silencio que es maestro y de tus sentimientos el gran proxeneta, ese
alivio cuando cada culpa se convierte en viento de duna, ese aliento que ahora
fluye lleno de ti, por cada comisura de tu boca. Medítate, porque ese regalo
tienes, conócete, entiéndete, escóndete dentro y cuando salgas verás, que todo
es diferente.
Meditación, el gran regalo
Universal.
MIRA EL VÍDEO AQUÍ: https://www.youtube.com/watch?v=TBQT2125FoQ&feature=youtu.be
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