Escucha el agua cuando nada su río,
cada burbuja, cada nota recitada, cada letra en su pentagrama. Óyela,
disfrútala, este momento no regresará, serán otras gotas, quizás con diferente
música, con distinta humedad, del mismo caudal pero nunca, mojarán igual.
Siente el instante, es único, no se
repetirá, respíralo, de él hazte lleno, susúrralo, vívelo, para el tiempo, que
sea eterno, que no lo explique la desidia de tu silencio, que no pase por ti,
sin pena ni aliento. Detenlo, lo puedes hacer, haz que esa última gota se quede
quieta, que se abra, métete en ella, respira su fragancia, esa suavidad, esos
sueños que para ti guarda, en cada una de sus nostalgias. Atrapa el instante,
no lo dejes escapar, porque no volverá.
Así lo hace el amante perfecto cuando
en cada beso se perpetúa eterno. También el asceta, el mendigo y la piedra
cuando desde dentro se siente poeta: el asceta en la meditación sincera, el
mendigo con la mano extendida y la piedra, cargando historia en la memoria de
su arena. Lo hace el soñador, el ilusionador y el gran imaginador, el viento
cuando se pierde en la enredadera, cada nube en su cielo y la estrella cuando
cerca de su Luna destella. Lo hace la palabra cuando explica sus letras, la
rima cuando en silencio canta, el verso cuando nada en el alma y también el hombre cuando aprende, que vivir
el instante, es conseguir de la inmortalidad, su pasaje.
La vida es una suma de instantes, de
momentos, de sabores intensos, de olores a cielo. Sentirlos es aprender de
ellos, envolvernos entre sus cabellos, pegarnos al sudor de cada uno de sus
vellos y acariciar el principio de lo eterno. La muerte es una quimera, una
utopía imperfecta, un viaje del que nos han dicho no hay vuelta, cuando en
verdad solo es, un instante más. Ese
momento en que el alma respira cielo, abandona el cuerpo, trasciende la
densidad y se tatúa en el Universo. Ella es como el amor cuando siente de
verdad, toda se da, no importa dónde ni edad, condición ni capacidad, acaricia
dentro, toda es humedad y en su gemido, rompe el cordón estelar para no volver,
a mirar atrás.
Instantes, vivimos instantes. Cada uno
nos hace más grandes, nos escribimos y leemos cada frase, cada emoción se
convierte en sentimiento y en ella lo expresamos, cada ilusión en un sueño y en
ella lo cultivamos, cada esperanza en
vida y en ella alargamos el tiempo dentro de esa gotita, cada latido nos funde
en el instante y poco a poco, terminamos el libro de ese inquilino, llamado
destino.
MIRA EL VÍDEO AQUÍ: https://www.youtube.com/watch?v=MGa5oVQ_hiM&feature=youtu.be
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