Quiso seguir mis huellas la vida y no
pudo. Se rindió a medio camino porque ese destino no había escrito. Se confundió
entre tanta vereda, sendero y atajos diversos. Nunca fue atrevida, jamás
respiró esa necesaria osadía, no preguntó si de verdad era mía ni si mi alma la
quería tal y como fue parida. Se asustó cuando en mi mar vio ahogado mi pasado,
cuando entendió que mi presente solo era una sutil alegoría, cuando por fin
comprendió que yo era futuro, sueño y ese anhelo que del fondo del Universo, me
respiraba profundo.
Sufría cuando mis sentimientos
se refugiaban en la dulce alquimia, cuando en cada latido retrataba lo que
vendría, cuando la ilusión no era solo una utopía, cuando cada día, el amanecer
no era del ayer, una melodía. Esa vida fue escrita por manos que no sabían, por
dedos que mis sueños no entendían y por tintas que no preveían, que hasta mi
propia sangre me abandonaría.
Poco a poco me caminé, sólo, a veces
entre el ruído de los celos, otras en paisajes que no sentía en mi dentro y
muchas, entre los silencios gemidos de mi soledad con el viento. Quise escribir
otro destino, borrar lo escrito, explicarme desde ajenos olvidos, desde la
emoción cuando es latido, desde otro cielo permitido, desde lo sentido, cuando
viene del divino.
Y ahora llegué a la última estación, esperando
ese tren para ser subido, esa oportunidad que me abra la ventana a la verdadera
vida, ese verso en movimiento que por fin explique, toda mi poesía. Ya no habrá
más paradas ni revisor que el boleto me pida, tampoco eclécticos brujos ni
hadas soñadas, no nadarán las metáforas ni el viento moverá molinos en el
miedo, no existirá la duda, la pena o el ansia porque ya no descansaré mi alma
en esa almohada, que cada noche pregunta, de qué me vestiré mañana.
Creo que en lo último se escribe
otro principio, que aunque las espinas de tu camino sean un difícil olvido, siempre
habrá un rocío que les dé sentido. Del pasado no eres libro ni del presente un simple ungido, pero siempre
el futuro te recuerda, como parte de su enorme belleza. En esta vida no hay
eternidad porque inventamos el tiempo, en sus brazos nacemos, en su enredadera
crecemos, en sus manecillas está encarcelado todo el pensamiento y en sus
números, perecemos. No tengas miedo porque aún en su frío intenso, el tiempo,
no es parte del averno, solo una solución, para que caminen nuestros sueños.
La historia está escrita por
completo, ella no es parte del tiempo, solo un espacio que se dobla y desdobla
a nuestro criterio. Somos parte y de nosotros depende dibujarla en arte. Somos
camino y en nuestro albedrío escogemos el atajo, la cadencia de las huellas que
dejamos, su profundidad y también esas lágrimas, que en el último tren, ya no
tendrán una mejilla, por donde resbalar.
MIRA EL VÍDEO AQUÍ: https://www.youtube.com/watch?v=iWqAFlhfU1c
No hay comentarios:
Publicar un comentario