Me acuerdo
de aquellos besos tan húmedos y fantásticos que erizaban palabras que no decían
nada, me acuerdo de mis manos bajo tu
blusa y de tus dedos intentando resolver el crucigrama de mi ansiedad por
tenerte.
Desbocado
romanticismo que envenenas la osadía de nuestra juventud, instinto animal que
engulles las neuronas de nuestra educación, pérdida de razón y
conocimiento…Convulsión de cuerpos confundidos entre tanta pasión, olvido de
principios y pecados, reconocimiento de tu primera carne, tu primer tacto, tu
primera ilusión, tu primera vez.
¿Por qué
mis dedos nunca acariciaron tus cabellos?. ¿ Por qué mis manos nunca dieron
ternura a tu espalda? ¿ Por qué mi boca nunca te dijo “Te amo”?
¿Por qué
tus ojos nunca miraron mi cara? ¿ Por qué tu cuerpo solo temblaba ante tanto
silencio? ¿ Por qué tus labios nunca dijeron “te amo”?
Ahhh!!! Mi
primera vez, mi primer sexo, el recuerdo de la primera nostalgia que empezó a escribir
los acordes de la eterna melancolía.
Ahhh!!! Que
daría por tenerte otra vez en mis brazos…Te aseguro que sería muy diferente.
Nunca nos
dimos la opción de aprender, de enseñarnos en la ternura, educando caricias y
quizás, pervirtiendo nuestros deseos más allá de lo visto en una simple
película.
Inocencia y
deseo, pasión y descarado convencimiento por hacerlo. Afanosa y trabajada
búsqueda del escondite perfecto, tiempo y espacio, perfume y ropa, palabras
estudiadas y quizás una rosa escondida entre los brazos y la espalda.
Premeditación y alevosía para el amor perfecto.
Quizás un día
leas esto, tú sabes que fuiste mi primera vez…Y te recuerdo. Cuídate.
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