Visité un
lugar detrás del Sol, un lugar donde las estrellas nacen, viven y se reproducen
dando vida a tantos cometas que ni la imaginación puede contar, un lugar donde
las hadas escriben la poesía de la eternidad, un lugar donde los gnomos se disfrazan
de gigantes entre los hongos de la alucinación, un lugar donde los ángeles
convierten cada día el cielo en noche y la noche en reflejo de sus lunas.
Visité el
Edén, el prohibido árbol de la vida y abracé la serpiente de la dulce Eva. Escuché
de reojo la música de lo imposible, enamoré mis ojos de los colores de mil
arcoíris y mordí mis labios cuando la pasión crecía y crecía entre la desnudez
de tanta belleza. Excelsa naturaleza que
erizas pieles en la ternura de tanto amor, vigor soñado que eres capaz de
rasurar los vientos de la imperfecta frigidez de los sentidos.
Olor que
perviertes miedos, sabor que llenas mi boca de lujuria, tacto natural que te
enredas entre mis dedos y sacias la sed de mis desiertos. Mundo sobrenatural
que naciste entre las mieles del Creador y ahogas los infiernos de la
inseguridad humana. Planeta de mares y azules paisajes, irreal constelación
entre los meteoros del infinito y fiel reducto del principio de la eternidad.
Vientos
que adornan impulsos en caricias, sentimientos que solo viven en la intensidad,
sueños que renacen en cada amanecer, existencias que se reinventan día a día y
poesías que descubren en cada noche nuevas lunas. Sol que revives en la medianoche, Sol que apaciguas tu
ira, Sol que duermes en los brazos de tantas lunas que tus ojos son incapaces
de rasguñar tantos cielos
Viví una
vez detrás del Sol y nunca olvidaré que mi último destino, ya está escrito.
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