Sueño
de ángeles que invades el silencio de mis noches, mano de ilusión que llenas de
ternura mi piel, extraño beso que visitas mi almohada y salpicas de lágrimas
mis sábanas. Extraño eco que mueves el agua de mis sentimientos, suave viento
que adormeces mis brisas y calmas tantos deseos que solo en tu hombro quisiera
vivir.
En la
pesadilla, abriste mis ojos y dibujaste sonrisas en el oscuro horizonte. Cuando
escuché las palabras de la perversión, iluminaste mis principios y cuando robaron
mis esperanzas, abriste puertas entre los candados de la consentida opresión.
Desecharon mis gotas de amor y las convertiste en espuma de otros mares,
me abandonaron en el lecho del olvido y recogiste cada una de mis miserias y
las convertiste en ilusiones. Siempre caminé la seguridad de mi destino pero
cuando el camino se llenó de piedras, te convertiste en el huracán que arrasó
con los miedos de mis atajos.
De ti aprendí que llorar, vomita
perdidas ansiedades. De ti aprendí que reír, compra tiempo y sana almas. De ti
aprendí que la oración junta universos y
acorta distancias. De ti aprendí que el
viento es vida cuando siembra el polen del amor en cada corazón y de ti aprendí
que esperar, cicatriza las heridas del corazón.
Consentido
ángel que abrigas el tiempo a un lado de mi cama. Amigo que conviertes tus alas
en dulces sábanas cuando en ellas envuelvo el frío del olvido de mi cuerpo.
Presentimiento de ser que pintas de colores las blancas paredes de mi soledad y
permites en tu generosidad que alguna vez absorba las humedades del amor.
Ser de
luz que aguantas mi dolor, compartes esperanzas, calculas mi tiempo y no dejas
que el cariño se olvide de mi piel. Ángel
que noche tras noche dejas luz entre mis versos, que dejas que fluyan
extrañas tintas entre mis dedos y que te conviertes en inspiración cada vez que
escribo en tu nombre.
Siempre
huelo tu exótica fragancia y sé que estás a mi lado. Exhalo el aire de tu
aliento y reconvierto mis temores en poesía, acaricio mis manos y entre ellas
siempre están tus dedos, cierro mis ojos y siento tus besos abrazando mis
pestañas, escalo las montañas de la vida y siempre tu cuerda rodea mi cintura.
Ángel de
la guarda, no me desampares ni de noche ni de día. Un beso.
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