Te vi
caminar entre tinieblas, entre vapores que abrazan infiernos… Te ví escupir
maldiciones, sentí temblar la tierra cuando insultaste su cielo, fingí silencio
cuando tu boca vomitó la bilis del pecado y desde mi escondite, lloré tu
amargura.
Retaste
a la vida y escribiste día con día un pulso con tu destino. Convertiste en
hielo el abrazo de tu ángel y en la osadía cruzaste el portal de tu profunda
indolencia. Llenaste de plumas los lechos de ajenas muertes y en las coronas
pintaste con el odio de tu sangre las letras de sus epitafios.
Te
creíste el rey Midas del falso amor, cambiaste almas por oro y conseguiste que
tu leyenda navegara por mares que nunca viste. Pescadora de corazones que
cargas el arpón de tu genocidio desde la tristeza de tu soledad, araña que
tejes noche con noche la trampa de tu sensualidad y no dejas que el viento
respire uno solo de sus alientos.
Calculadora y paciente homicida, interesada bruja que escondes tu veneno
entre las sombras y comes hiel en los cráneos de tus conquistas. Perversa mujer
que diste color al negro y sed al
desierto de las esperanzas por tenerte. Viuda negra que poseíste historias que
no te pertenecían solo por dinero, viuda negra que llenaste tu vida de
funerales solo por llenar tu ego, viuda negra que fuiste alumna del infierno y
maestra de algunas, que como tú, morirán
en su misma telaraña.
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