Piensa la herradura colgada detrás de su
puerta en la energía que debe absorber. Duda la nube cuando una mano de cielo
la exprime. Espera la decisión a ser tomada y la razón a ser entendida. Pide el
tiempo que lo dejen fluir, el espacio que lo dejen respirar y el sueño solo
duerme paciente para ser conseguido. Rasguña una araña su tela desmembrando
gotas de ajenos rocíos, la vida no es comprendida y la noche esconde su Luna
para que ningún lobo aúlle.
Se abre
el oído y retumba la queja de la conciencia, el silbido es intenso y el nervio
vive tenso en el vientre. Las llamadas no son atendidas, el miedo al error
funde tiempo, los principios se revaloran, la garganta traga saliva y el
espasmo arquea las cejas en el viaje del inquieto pensamiento. Tarda la virtud
y aflora el defecto. Azota sangre el latido, llora el riesgo una oportunidad de
ganar y la prudencia tiembla entre tus manos. Le pides ayuda al presentimiento
y no vibra, hablas con tu ángel y el dulce escalofrío no llega, rezas a tu
santo y se baja de un apolillado cuadro, miras al cielo y cambia de color. La
decisión está solo en tus manos.
Te
escuchas porque solo tú te puedes comprender. Tu historia aprendida es balanza
en pros y contras, el tiempo no para, sus manecillas agotan prisa y solo
caminas con la mirada perdida. Oyes voces, ecos taciturnos de viejas
nostalgias, charlas de recordados cafés y mensajes leídos entre copas de añejos
tintos. Te asumes en guionista y protagonista de una película sin estrenar, en
un héroe que cabalga a pelo, en un presumido escritor del destino y en un
payaso de la indecisión.
Nadas
en el “¡Qué dirán!”, escalas las imaginadas montañas de una hipócrita y
perversa aprobación social, dejas tu sueño
al albedrío de un viento lleno de jueces
que no te conocen, pero que con
el dedo de su inquisición te señalan. Ya no razonas, solo pintas excusas. Ya no
eres tú quien decide sino las “modas” de los demás. Ya es tarde y tu decisión
yace moribunda entre los miedos de tu propio infierno.
La
oportunidad es vida, tu dictamen sentencia y la indecisión un juego muy
peligroso. ¡Levántate! Mira la estantería que forjaste. Mira sus libros, sus
tapas, sus páginas y sus fotos. Poséelos uno a uno y te recordarás. La memoria
empezará a germinar, tus principios te envolverán, tu educación te abrigará.
Vivirás otra vez tus ilusiones, sonreirás a tus sueños de niño, llorarás
tristezas y tocarás otra vez la húmeda
tierra de aquel árbol que un día sembraste y hoy, ya da fruto. Sentirás a la
gente que solo fue de paso por tu lado y les dirás adiós una vez más, te
emocionarás con el silbido de tu mar cuando su alma te atrevías a tocar y un
piropo de salada espuma tatuaba tus pies, imaginarás que eres el único ser
incapaz de tomar una decisión y será entonces que el coraje de vida te
invadirá, tus respuestas llegarán, el frío presentimiento te dará su luz y tu
ángel te llenará con su música. Entonces, será el momento y decidirás.
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