https://publishers.propellerads.com/#/pub/auth/signUp?refId=Tilr HISTORIAS DE ITACA: LA MUJER DEL MAR.

martes, 26 de junio de 2018

LA MUJER DEL MAR.



                 Lamía sus notas una flauta entre el eco de las montañas, esperaba el león su presa, miraba de lado una jirafa, el valle extendía verde su sábana mientras un río despacito, cada pedazo de pasto mordía solícito. Era ese, el cuerpo de una mujer extraña, una mujer que cada noche salía del agua, una piel acechaba, de amor la llenaba, generosa su alma abría y una poesía en ella escribía. Un mar de mujer, un pedacito de espuma, un cristal perfecto de sal, el silencio de un bello horizonte y del Universo su santo grial. Amor puro, deseo generoso, pasión en piel bordada, esa humedad que revienta en alta marea cuando siente verdad, ese cantar que huele a gitano y cada nota a eterno verano. Cada ocaso aquel río remontaba, sabía lo que buscaba, esa necesidad que su alma gritaba, ese calor que la vida una y otra vez le negaba, esa mano que extendida su corazón acariciara. Hoy no sería diferente pero algo anormal azotaba dentro de su frente, un presentimiento hecho de hoguera y madera, un silencio distinto que veía nadar entre aquellas piedras, una noche de fuego y quimera, la noche de San Juan.
                  Juntó el poeta sus ideas, aquellos papeles que día con día llenaban papeleras, medios poemas sin rima, letras que noche tras noche escribió y ya quedaron obsoletas. Salió a la calle, las hogueras se multiplicaban entre aceras, buscó la adecuada pues no en cualquiera quemaría viejas ansias. Pensó en separar las más húmedas de aquellas, que ya estaban secas y arrugadas, las más extrañas las juntaría con las de sus mujeres amadas, las más eróticas con las perfumadas, las que eran cuentos las guardaría por si algún día una imaginación se atreviera y los acabara. No vio ninguna que le agradara. A lo lejos un puntito rojo divisó, pensó en una hoguera extraña pintada en el valle de aquella montaña. Meditó que si existía sería la adecuada, quizás alguna desnuda bruja lo esperaba, no sabía porque pero sentía que el viento lo llevaba y cuando se dio cuenta, por la falda de aquella montaña decidido caminaba.
                  Bajo el brazo sus poemas, frente a sus ojos una gran hoguera, en sus pies el agua de un río que tranquilo lo acariciaba. Se acercó a la fogata y en una gran piedra sentó sus posaderas, organizó sus letras archivadas, con cuidado hizo montoncitos, de tanto en tanto una olía para recordar cierta mujer deseada, a la vez de reojo a sus lados miraba y entristeció al no ver bruja alguna que en su aquelarre lo esperara. Los miraba, en silencio recordaba cuando fueron escritos, había olvidado el por qué nunca los había acabado, sonreía alguna falta de ortografía, desarrugaba los más apretados y se sorprendió cuando vio que más de uno le mostraba su blanco. En uno encontró destellos de chorreada cera, en otro huellas de gotitas de su añejo y querido tinto, en ninguno un carmín que le recordara cierto deseo y tampoco un número de teléfono. La noche se cerraba, la hoguera crepitaba, se quejaban las ramas,  su mirada por el intenso fuego había sido comprada, su aliento soledad respiraba…cuando de repente un dulce olor sintió que lo exhalaba.
                Se sintió su presa, se dejó, se lo llevó, aquellos papeles volaron hacia la hoguera, una hermosa hembra le decía que quería que de ella fuera, el poeta soñó, cerró sus ojos, todo desnudó, calló.
                Despacito, poquito a poquito, el primer sudor dibujó nuevos poros en su piel, ella con su boca cada uno abrió, sintió unos dedos en él respirar mientras unos cabellos lo invitaban con ella a nadar. Lo llenó de perlas, corales y madreselvas, la imaginación dio color al sueño, el silencio abrazó tiempo y no lo dejó caminar, el horizonte se acercó, el instante fue olor, gritó el mar, el primer suspiro en pegada medusa se convirtió, el roce de labios de ternura cada vientre preñó. La exhalación pintó una nota, el deseo la interpretó, la caricia con arte la tocó, la marea hirvió, una extraña sangre lo latió y en ella su cuerpo fundió. La fantasía los desbordó, el cielo se abrió, en hermosas desnudeces las musas de eros cruzaron su dimensión, erizaron sus pezones los sentidos, el momento vistió tanta pasión que cada humedad, en suave vapor voló. Penetró el cometa su Universo, diluyó ansiedad el deseo, la caricia suave apretó, el gemido impuso su grito, un delfín saltó y el abrazo eternidad respiró. Nadó el silencio en las entrañas, el músculo distendió su vigor, cantó el grillo a la distancia, se cerraron las miradas, una ternura los abrigó, la Luna ya no se atrevió a mover su mar, una brisa empapada de roció esperó su alba y el dulce amor, hecho se mostró.
               La mujer del mar, esa hermosa hembra hecha musa de la poesía que explica al poeta cómo el amor se hace de verdad, cómo el amor se ama con tan solo dar, cómo se desea, cómo se siente, cómo se escribe y cómo se lee. Mujer de suave espuma y perfecto cristal de sal, alta marea y beldad, del Universo su santo grial.




                 
                

No hay comentarios:

Publicar un comentario