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jueves, 7 de junio de 2018

MÁS ALLÁ DEL SUEÑO...



              Viajé entre nubes y vi de que estaban hechas, millones de hilos y almíbares  hechos hebras, lágrimas de cielos pintadas como gotitas de miel, polvo de estrellas que le daban sus destellos, alcancías llenas de reflejos de lejanas lunas y esponjas de vírgenes corales guardadoras de sueños. Y quise ver dónde estaba el mío y del avión me bajé. Le pedí al piloto que lo aparcara, que aprovechara y repostara para que combustible no nos faltara. Se acercó un hada, me dijo que de conocerme estaba encantada, me preguntó qué buscaba y al saberlo, abrió de par en par sus ojos, me dio la espalda, con la mente me solicitó que me sujetara firme a su ala y que le tuviera confianza. Me preguntó si tenía frío porque estábamos cruzando la Antártida, le dije que no había pensado en ello y me contestó que no me preocupara porque pronto sobre Cuba haríamos una parada. Y en un momento sobre cuarenta grados sobre cero,  una pequeña nube nos esperaba, sobre una Cuba que apenas se levantaba. Abrió el hada aquella nube y sacó una diminuta caja y de ella una esponjita: “Aquí se guardan tus sueños, tan pequeños que solo aquí se absorbieron, en una esponjita de una pequeña nubecita que pronto en tanto calor será una lluvia fina que ni al suelo llegará, se hará sombra y por siempre se diluirá”. Me quedé absorto, me miró, la miré, comprendí y lo supo, pregunté y me contestó: “Haz que tu sueño sea tan grande como esa nube que imaginas en formas y colores, tan grande y alcanzable como un inmenso algodón de azúcar con mil lengüitas de niños a su alrededor, tan lleno de amor que el Universo decida tenerlo en frío para conservarlo hasta que lo llenes de infinito, tan hermoso que no haya cielo que sea capaz de exprimir esa esponja, hasta que tus labios de besos la toquen y la posean toda. ”
             De reojo me miró el piloto y sentí doscientas cincuenta y ocho miradas atravesando mi nuca. Con educación correspondí una por una las susodichas, con dulzura, con escudo anti espadas y con una excusa sin palabras. Dejamos Cuba, el Caribe se mostró hermoso más que nunca, Cancún nos abrió sus brazos y nos llenó de ese olor a sal que solo la transparencia de su Océano puede exhalar, de ese azul que solo él es capaz de dar y de ese baile que cada noche recuerda a una Cuba preñada, a un México sediento de paz y a un Universo cautivador de caderas, playas y exuberantes e históricas veredas, que nos explican su verdad. Escala obligatoria, iban y venían las maletas, unas enteras otras no tanto… ¿Tiene usted algo que declarar?..No jefe, vengo en busca de mi sueño, en la maleta hay ropa, un neceser y una pequeña esponja. Me miró, lo miré, sonrió, agradecí. ¡Toque el semáforo!... ¡Rojo!...¡Pase, pase, no haga caso,  se ve que usted no trae nada!...y pensé…¡Ojalá en mi regreso esté usted, porque de mi sueño esta maleta y mil más llenaré y entonces el semáforo será verde, le daré la mano, le sonreiré con suma elegancia y al oído le susurraré cien veces, gracias a otros y a usted!
             Despegó de nuevo el avión rumbó a Nuevo León, Monterrey me recibió, calor, luces, ciudad, olor a cabrito y honestidad, bellas montañas, el Cerro de la Silla, gente trabajadora y mujeres de verdad. ¡Linda capital! Bajé del avión y las maletas dejé entre las sillas de un laberinto, hombres dormidos, quizás sueños perdidos o esperando su albedrío en una frontera que jamás les dará camino,  ¡puse mis pies a trabajar uno tras otro! pues la raya de mi trasero ya pedía auxilio, busqué con afán un enchufe para mi teléfono que ya estaba deprimido y de repente, mientras el enchufe se resistía, una mano se posó en lo que sostenía mi vida, es decir mis hombros o lo que quedaba bajo mi arrugada camisa. La miré, me miró, me dijo que era ángel, que era regia, que vagaba con su caballo entre precipicios y que era la única que en el Cerro de la silla se sentaba y su caballo la sostenía. No me sorprendió, era hermosa y sus alas olían a varas de vainilla y mimosa. Me dijo que ella escribía, a veces poesía, a veces otra cosa, pero siempre pasaba por la censura de su Creador. Le pregunté si en el cielo había censura y me dijo que si los sentimientos no eran auténticos, el escrito lo rompían y ¡a otra cosa! Sorprendido la miré, me miró y sin preguntar me contestó: “Es que soy ángel regio, por eso soy mujer, atrevida, trabajadora, sensible, generosa, inteligente, caprichosa, hermosa… hummmmmm y también pecadora pero esto el Creador me lo perdona…porque soy regia y no otra cosa. Pensé que estaba bien pero ¿Qué quería de mí? Y la telepatía funcionó: “Buscas tener un sueño grande, un sueño tan grande que no haya esponja capaz de absorberlo, tan grande que no haya nube capaz de contenerlo…tan grande que sea el Universo entero quien te ayude a conocerlo.” Me quedé boquiabierto, me despedí, antes me preguntó si había comido cabrito, le sonreí y entendió que a esas horas los benditos estaban dormidos y no en un aparador para ser comidos…era “una ángel” un poco especial, mitad divina y mitad de la tierra consentida, mitad niña pero siempre hermosa, sincera y divina.
             Con el teléfono cargado, la mochila llena de sentimientos cruzados, cerré los ojos, cargué en la memoria mi gran sueño y vi como esa esponja absorbía y absorbía, ví como el cielo pintaba una gran nube, era cúmulo y nimbo, inmensa, linda y con un alma de increíble belleza…Y ahora…me subo al último avión y te busco:
             Te busco en cada rincón de mi vida, en la cafetería y en el bar de la esquina, viajo a la montaña y el precipicio me dice que ahí no has caído, cruzo mares y cuestiono cada uno de sus ríos, hablo con Dios y con el más pequeño de los angelitos, ambos me dicen que no te han visto, le pregunto cada noche a mi almohada y solo me regala el color de tu maquillaje, el olor de tus cabellos y la suavidad de la mejilla izquierda de tu cara, esa que se ruboriza cuando mi poesía te canta. Le pregunto al destino de qué color son tus ojos y entinta mis sábanas de cafetales, mares y valles. De noche le pregunto a mis humedades cómo será la piel que les dé hospedaje, como serán las manos que mis puños abracen, como será la lengua que entre sus labios sienta mis besos, como será el cabello entre el que se pierdan mis dedos, como será el lienzo en el que mis caricias escribirán poesía y sentimiento, como será ese día en que tú, mi sueño, seas mía. Quiero saber todo de ti… ¿Qué dirán tus palabras cuando te enseñe las grietas de mis labios, qué dirán tus lágrimas cuando la historia fluya en mi alma, qué dirán tus sueños cuando vean al más grande que jamás nadie ha creado y en el que tú, siempre estarás  a mi lado?
             Porque el sueño es encontrarte y más allá de él, ya escribí nuestra realidad, el coraje, la resolución a la ecuación y nuestra eternidad. Y como dicen en las caricaturas o en los dibujos animados,  voy al infinito y más allá,  porque soy niño, porque en él las letras son un verdadero revoltijo, un sofrito de tantos que quieren llegar y no saben que en él, más allá, existe algo llamado eternidad, de la que ya compré un pedazo de tierra para que tu y yo, no tengamos ninguna necesidad.




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