Caminas despacio con las pisadas
en tus manos y las maletas preparadas, la mirada vaga, tu lengua entre dientes sufre
apretada, el torso desnudo y la música del cielo tocando cuerdas en tu espalda.
Las piernas están firmes pero tu aliento te delata, el deseo es intenso, la
pasión ansiada y tu determinación…ya escribe poesía, en las ubres de mi alma.
Ven y enciérrate conmigo, deja
que el mundo gire que te llevaré más allá de lo permitido, súdame y deja que tus
poros se abran porque de mis besos serán ombligos, contorsiona tu alma porque
ya mi cadera desvistió su ansia, escríbeme tus caricias porque cada rincón de
mi cuerpo es una hoja pálida, cada vello un testigo y cada suspiro esa palabra
que le reclama al divino, más y más cariño. Ya la poesía baila en la cadencia
de los sentidos, la pasión araña y el profundo deseo, nada y nada… y nada.
Ven y enciérrate conmigo, porque
tu calor convierte en atrevidos hilos el caramelo de mis besos, tus senos son fresas
mordidas y comidas en cada uno de mis deseos, tu piel esa alfombra en la que
descansa mi desnudez y tu mirada ese verso nítido y transparente, que suelta su
lágrima cuando la fuerza de mi vigor penetra el himen de tu alma. Atrévete y
deja que la cortina recorra su ventana, que la media luz absorba nuestra cama,
que los puños griten cada rincón, cada pedazo de sábana y expriman las
humedades que de tí y de mí, empapan estas almohadas.
Ven y enciérrate conmigo,
enséñame de cerca tu pentagrama, ese edén que ansía en mis dedos sus acordes,
en mi lengua sus mojadas notas, del sentido orgasmo mi grito, del cariño su
melodía y del amor esa canción que escucharás tan dentro, que siempre en tus noches
vivirá de mí preñada. Enséñame porque quiero ser capaz de tocarte, de amarte,
sentirte y hacerte mía hasta que la ternura nos abrace, hasta que la música nos
envuelva por todas partes y hasta que el último piano le robe sus notas, al más
viejo ángel.
Ven y enciérrate conmigo, inventemos
un suspiro, un baile lleno de sentidos, el erotismo del cuerpo cuando es
consentido, ese verso que nadie ha escrito, ese que nace de lo más profundo de
cada gemido… ese verso vestido de magia y destino. Mírame porque de lo más
dentro te miro, ha llegado el momento, el beso camina fundido, las espaldas se arquean,
el aire es divino, la caricia perfecta, el olor un néctar que sabe a paraíso, el
deseo proyecta, la pasión tiembla erecta, el espacio se pega, el aliento eriza
y una gran eyaculación nos envuelve intensa y densa.
Ven y enciérrate conmigo, porque
no es el mar quien grita sino tu cuerpo que suelta toda su poesía, no es la
Luna la que se desnuda sino mi alma que se refleja en cada una de tus comisuras,
no es el cielo quien cambia de color sino tu mirada al verme tan dentro y
respirar mi calor, no es el viento quien silba esquinas sino ese latido que de
mi corazón salió, el que en tu sangre nadó y el que en tu alma, su amor enredó.
Ven y enciérrate conmigo porque prometí amanecer de amor pegado, robarle su
rocío al alba, encelar cada pétalo sembrado en mi cama, contener el aliento
hasta que el tiempo escriba su cábala y dejar que fluya despacito el aroma de
un café mojado, en granos de una tierra amada y bien labrada.
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