Incesante
lluvia. Se cierra la noche, cae el sentimiento sentado entre los retorcidos
hierros del banco de una estación de tren. Ilumina el rayo y grita el trueno,
se acercan las tinieblas y palidecen las farolas de los suspiros. Ladran roncos
los perros, diluyen viejos vahos las ventanas y el aire solo respira leñas de
toscas chimeneas. Divaga el vagabundo en mojada basura, muerde la rata la
cárcel de su alcantarilla, difuminan los espejos tristes alientos e imagina la
calle, un amanecer sin frío.
Un alma
espera el primer tren, ese fin de viaje que la abrigue de calor, esa trémula
silueta que llene de escalofrío su piel, esa ser que dé razón, a la vigilia de
su vida. Anuncian demora y casi desfallece la ilusión. Ya son negras las
sombras y son lanzas, las gotas de lluvia. Ya el viento desenvainó su espada y
el frío afiló sus dientes. La espera estremece la razón, el deseo se funde en
el corto latido de un cerrado corazón, el anhelo duerme ansias y el silencio
mella quedito, en cada mirada al vacío.
Crepitan
los rieles, un pequeño ruido encoge las vías, grita el vapor y aparece un tren.
Rechinan mojados los frenos. Silueta fantasmal que atraviesa niebla y levanta
viejos orgullos. De repente el andén de llena de piernas y pisadas, de risas y
palabras, de sorpresas y también de tristezas. La altivez de sus ojos desmorona
rostros, desdibuja siluetas que no son la suya y descarta por completo la magia
de un milagro…¡No bajó de ese tren!
Y sintió el
dormir del alma, el profundo entumecimiento de sus manos y el resbalar furioso
de la lluvia entre sus cabellos. Los incipientes nudos del miedo, apretaban su
garganta sin cesar. Las preguntas no eran opción, pues el infierno del desamor
no tiene respuestas. Ya no tienen cabida
las lágrimas, pues caerían diluídas en las aceras de aquella tormenta. Ya no
hay razón para que la espera tenga un sentido, solo queda apretar la mojada
gabardina, dar la espalda a ese tren y
despechar un anhelo.
De pronto, una
mano acarició su hombro y una voz tapó la lluvia de sus oídos: “Soy yo a quien
buscas”…Giró sorpresa su cuello y sus ojos dieron crédito a la sublime
hermosura.
-¿Perdón? Creo
que se confunde…Yo estaba esperando a…
No lo dejó
terminar.
-Soy yo. Te
reconocí en cuanto te ví. Estás igual que tu foto.
-Pero tú…Tú no
eres quien tantas veces soñé, quien tantas veces desveló mis noches, quien…
Calló su boca,
con el beso más profundo que jamás había sentido.
-Ahora, ¿Sabes
quién soy? ¿Sentiste mi alma? ¿Escuchaste mi corazón recitar tus letras?
-¡Si! Eres tú.
En tu beso había poesía, esa poesía que enamoró mis noches, esa poesía que
desvaneció tantas veces mi soledad…Esa poesía que enamoró mi alma.
Por primera vez la Luna besó a un hombre…Y
calló la lluvia.
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