Recorriste las calles del dolor, de la extraña desesperanza y en el
abandono, respiraste las cenizas de sombras, de esas sombras que cada día
caminan a tu lado y son incapaces de regalarte un “buenos días”. Viviste entre
las ubres de la intolerancia, te quejaste y nadie te escuchó. Pedías a lágrimas
un abrazo y te mostraban la acidez de una equivocada sonrisa, tendiste tu
mano y la marcaron de soledad, miraste
de frente y sus ojos besaron polvo y asfalto.
Día con día agrietabas tu piel
bajo el Sol del olvido, noche tras noche abrías la ventana y solo el reflejo de la Luna olía tus
sábanas, el rencor era tu pesadilla y tus sueños, solo ilusiones colgadas en
frágiles anhelos. Ya tu pensamiento era mordaz y compulsivo, la razón esquivaba
imaginación y la inteligencia solo devastaba viejas letras de sabios
proxenetas. Y llegó el día que descubriste que te hicieron de amor para amar,
aunque no te amen, que te hicieron de titanio e iridio para que aguantes y que
te dieron un corazón que los ángeles recubrieron de oro.
¡Juicio
final a la historia de tu vida! ¡Fuego
en artificiales castillos! … Desnudaste tu imagen ante el espejo del amable
viento, te viste por dentro, acariciaste tu alma y volvió a latir tu corazón.
Era ella, ahí estaba junto a ti, desnuda en alma y corazón solo esperándote,
solo amándote en silencio…Solo escondida en el aire de tu viento. Era el
momento justo, ese instante en el cuál necesitabas amar y ser amado, ese tiempo
en que ese ángel tocó la puerta de tu vida y decidiste abrirla.
Cien
veces te dirán que no puedes, mil veces te explicarán que el amor ya no existe
para ti y un millón de veces renacerás, te reinventarás y les mostrarás su error.
Porque en el ejemplo te envidiarán, en el abrazo te encelarán, en la caricia te
señalarán y cuando te sientan feliz te olvidarán porque ya no les sirves y
cuando tú los veas atrás, ya no los sentirás.
Será
entonces cuando el infinito engullirá espacio y distancia, la eternidad pintará
tu destino en su paraíso y el cielo sonreirá con la blancura de sus nubes y la
carnosidad de sus mares. Soltarán su
lava los volcanes y nada quemarán, solo despacito rasguñarán poro tras poro.
Vibrará el terremoto pero nada tumbará, solo quedito sembrará razón e ilusión en tu corazón. Surgirá
valiente el maremoto, pero solo mojará con la dulce miel del edén tu alma. Y ese día llegará y comprenderás que el
amor…El amor siempre vence.
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