Pensar e imaginar. Esperar que el día, no sea
otro día. Soñar y respirar. Desear tocar, desear sentir, querer cambiar esa
sensación de angustiante calor solitario por una lluvia estelar de caricias.
Destino que estrechas emociones, caridad del cielo que engalanas miradas con el
vuelo de tus cometas, humedad en piel que resbalas escritas querencias.
Camina la esperanza por las angostas calles de una noche que no explica
la coherencia de su amanecer, camina el deseo caliente y tembloroso por las
chimeneas de un pueblo que no tiene prisa, camina la pasión entre ortigas y
espinosos cilicios que calman pecadoras languideces. Sufre la razón en el
laberinto de mis neuronas, sangra el pensamiento en la encrucijada cobarde de
las palabras y llora el tiempo por ser un pasajero más de mi vida.
Revienta mis costillas el aliento del “no poder”, eclosiona el aire de
cada una de tus exhalaciones con el viento de mi dulce martirio consentido, entra
el ave en su jaula y el león a su reserva, no camina albedrío mi libertad y el
silencio se convierte en ladrón de lejanos latidos. Muere poquito a poco el
verso porque perdió sus tildes y ya no besa intensidad, desfallece el libro
porque perdió sus tapas y ahora solo escurre vacías letras en mis manos, suda
el poeta porque sus tintas robaron la inspiración de la distancia y solo gotean
el esbozo del gran sueño, de nuestro gran sueño: El encuentro.
Abraza la serpiente el árbol del pecado, goza el hombre la tentación y
la primera hembra de su vida muerde la manzana. Despierta rojo el cielo, el
instinto rompe carne y se estremece el alma al sentir. La prisa desgarra el
corazón, las uñas comen dientes y los labios cierran grietas. Anochece en
nuestro paraíso y grita el rayo. La luna aulla al lobo, el gato ladra al perro y
se enfrían los asfaltos de la intolerancia. Ondea a media asta la bandera del
pecado, nuestra ansiedad muerde los calostros del miedo y la pasión pega
nuestras pieles.
Arrecia la tormenta y explota el
placer, canta lava el volcán y la Tierra abre sus manantiales, rinden destellos
las estrellas y se convierten en lluvia, encoge el Sol su eclipse y muestra
virginidad nuestra Luna, gimen acordes las arpas y rebufa el solemne saxo, el
río gorgotea despacito su agua, el mar calma mareas y las rosas mojan sus
pétalos. Y en el inicio todo fue Luz, la Luz de nuestro encuentro, el encuentro
de nuestro sueño.
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