…Y el mundo sobrevivió, se reinventó y fue
mejor, mucho mejor.
Cuentan que al principio todo era Luz. El
orden imponía rigor. La sensatez, pensamiento y la razón escribía inteligencia.
Dicen sabios soñadores, que el Universo fue creado después de un sueño, que
nuestra Tierra fue pintada en un deseo y que el ser humano nació de una pasión.
Y fue tanta esa pasión, que unas manos de Amor llenaron las montañas de
animales, los cielos de pájaros y los mares de peces. Le dio al ser humano
alimento y goce, aire y felicidad, razón y enseñanza…Sueños y esperanzas.
Empezó el ciclo de la vida, el camino
de esa gran ilusión y la cosecha de vírgenes frutos. Empezó el ser a respirar y
a pretender ser, pero en él latía una imperfección: No podía imaginar, no podía
soñar y tampoco jugar con esos de sueños. Porque al principio los seres nacían
adultos y ya hechos, algunos a semejanza de quien los creó y otros como razón
evolutiva de una especie. Nacían de pie, erguidos y con lanzas en las manos.
Vivían callados y morían solos.
Y
fue entonces que esa gran mano Creadora de puro Amor, construyó una gran
alcancía, una enorme hucha imposible de romper. Y en su afán de trabajo y más
trabajo, empezó a crear pequeñas almas. Almas puras, incorruptibles, llenas de
ternura e imaginación, totalmente vírgenes, absolutamente soñadoras y grandes
aprendices de sus enseñanzas. A cada una les puso un corazoncito. A cada una
les sembró una gota de su sangre, el primer latido de su sabiduría y la
capacidad de amar sin condiciones. A cada alma le dio el mismo valor y fue
llenando la enorme alcancía. Las llamó : “Niños”
Disfrutando su creación, se le ocurrió visitar a la Luna más cercana y
le pidió que por un momento fuera su bola de cristal. Se concentró, sus manos
excitaron su manto y vió…Vió esas pequeñas almas entre la humanidad y solo
lloró. Lloraron sus ojos y su alma, lloró su corazón y sus manos…Sus pequeñitas
almas vivían en degradantes pobrezas y en sucias e injustas guerras. Sus ojitos
ya no lloraban, porque vivían resequedad y sus boquitas pedían perdón por haber
nacido. Otras sufrían infames violencias, buscaban alimento entre basuras y
alcantarillas, abrazaban más a los perritos y gatitos que a sus padres y en
silencio solo rascaban sus delgaditas pieles esperando solo la sensación de una
caricia. De repente sintió felicidad en algunas de ellas, en esas que tenían
todo y no daban nada, porque al tener todo perdían el poder de imaginar y soñar
y dejaban de ser lo que eran.
Se
entristeció y pensó. Pensó y pensó. Y en su jodida reflexión sacó una genial
conclusión: Crearía una chispa, una chispa que reinventaría ese mundo y su
creación. Sacó una por una las almitas de su hucha y en cada una de ellas
sembró esa chispa: A los que respiraban pobrezas, les puso la semilla del sueño
utópico para que escribieran y sintieran…Así enseñarían a sentir y a conseguir
imposibles. A los que refugiaban sus cuerpitos de balas y misiles, les fundió
su gran corazón para que fueran los embajadores de su Paz. A los humillados por
la violencia de sus padres, les dio el poder del derecho divino y la razón para
que no hicieran lo mismo con sus hijos y a los que tenían todo, les dio la
necesidad de compartir para construir un mundo más justo.
Una por una, las regresó a su enorme alcancía. Cada una con el mismo
valor pero con diferente chispa…Y cuando completó su gran hucha, se hizo niño,
habitó entre nosotros y la desparramó por toda la Tierra.
Nuestros niños son un regalo y a partir de ellos, reinventaremos el mundo.
No lo duden.
Feliz día del niño!!!!!
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