Sentí que de
pronto se estrechaba mi camino, busqué atajos y topé con intereses, busqué
dulces praderas y encontré leyes, busqué escalar nevadas montañas y encontré la
antesala de la muerte, busqué precipicios…Y estaba solo, escuchando el eco de
mi alma.
Robé un segundo al
tiempo para preguntarle cuanto me quedaba, robé un segundo a la vida para
preguntarle mi destino, robé un segundo a la eternidad para preguntarle mi muerte…Y
las respuestas fueron una: Tú decides.
Le pedí un minuto
al Creador y en mi osadía conseguí su paciencia. La pregunta insistió en su
eterna misericordia y completó la respuesta:
“Respira y llenarás tus pulmones
con mi aliento porque yo te dí la combinación de mi oxígeno. Piensa con tu
mente, siente con el corazón y cuando completes el círculo…Atrévete con tu
alma. Y es entonces cuando la magia de mi amor, funde historias y escribe
destinos.”
No fuimos creados
para estar solos, no fuimos hechos para llorar soledades…Fuímos concebidos en
el eterno amor para dar y recibir ternuras, para dar y recibir momentos, para
dar y recibir cariño, para dar y recibir poesía. Porque Ël es el gran dador de
versos, Él es el gran inspirador de vidas…Él es el gran Creador de Amor.
…Y en nuestra
terca confusión, queremos que el destino lo escriban otras manos, queremos que
nuestra muerte la reciban brazos que ni conocemos, queremos “querer” sin saber
quién nos quiere y queremos escribir una poesía, cuando ni siquiera entendemos
el sentimiento de un verso.
Angosturas
que firman la inocencia de nuestros falsos merecimientos, estrecheces que
abrazan la mente cuando abrimos los ojos, frágiles hilos de algodón que
sostienen nuestra apariencia… Gotas de aire que convierten efímeros alientos en
profundas nostalgias.
Angosturas
que convierten nuestro idilio con la vida, en una sórdida búsqueda por
ser…Angosturas que cierran puertas y abren infiernos…Angosturas que prohíben
pasiones y regalan llorados celibatos…Angosturas que dan soledad y cortan vida.
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